Miquel Barcel¨® regresa a la tierra
El artista ultima su doble exposici¨®n en Par¨ªs: en el Museo Picasso y en la Biblioteca Nacional

Irrumpe en escena desde el fondo del corredor gigantesco, viaja a pasos nerviosos a bordo de un mandil amarillento, avanza y retrocede, se recoloca los auriculares que usa para aislarse del mundo (no escucha m¨²sica, sino novelas), duda, agarra uno de los andamios port¨¢tiles que le sirven de atalaya, lo arrastra, se sube a lo m¨¢s alto, reanuda Miquel Barcel¨® el ritual arcaico pero tan eternamente nuevo de bucear en la arcilla en busca de ese algo con el que huir de la temible nada, con los dedos, con las manos, con los brazos, con el alma.
Es la constante, indeseable, temible, magn¨¦tica reanudaci¨®n de la b¨²squeda, ese proceso de ansiedades y angustias que a veces, solo a veces, da frutos y permanece (¡°Yo antes pensaba que en eso del arte, con el tiempo uno aprend¨ªa, que sufrir¨ªa cada vez menos, pero no, siempre es todo igual de escabroso o cada vez m¨¢s, y eso es precisamente lo que te mantiene alerta¡±). Barcel¨® bucea en la tierra en busca de figuras como quien bucea en el mar de Mallorca en busca de meros; ¨¦l, por ejemplo. Cuando el barro primigenio se seca, escoge el cepillo ¡ªun cepillo de esos que usar¨ªamos en la obra para las labores m¨¢s chuscas¡ª y lo convierte en buril para penetrar la tierra. Rasga y cuartea, recorre la arcilla marr¨®n rojiza poco o nada sofisticada con los poco o nada sofisticados pinceles de fortuna que se ha vuelto a inventar: su cuerpo y sus cepillos. Nada de pintura aqu¨ª, nada de pinceles y paletas, ni rastro de la iconograf¨ªa o de la selva de cosas que tradicionalmente pueblan el estudio de un artista.
Quiz¨¢ porque esto no es el estudio de un artista.

Estamos en las tripas de la Biblioteca Nacional de Francia, en Par¨ªs, discutible mastodonte de acero, cristal, hormig¨®n y madera incrustado junto al Sena en 1996 por el arquitecto Dominique Perrault. Dentro de tres semanas se cortar¨¢ aqu¨ª la cinta inaugural de un verdadero hito art¨ªstico: la creaci¨®n, por parte de Miquel Barcel¨®, de un fresco de arcilla de casi 200 metros de largo por casi seis de alto sobre las cristaleras que recorren uno de los lados de la Biblioteca y separan sus salas de exposici¨®n de su jard¨ªn interior.
Esta obra colosal y ef¨ªmera ¡ªser¨¢ borrada a partir del 28 de agosto¡ª ser¨¢ el icono absoluto de la exposici¨®n Miquel Barcel¨®. Sol y sombra. O mejor dicho, de una de las dos partes de esta muestra, de este aut¨¦ntico desembarco del artista de Felanitx en la temporada de exposiciones de Par¨ªs. La otra tendr¨¢ lugar en el Museo Picasso, espacio en el que ning¨²n artista contempor¨¢neo ha expuesto hasta la fecha.
Si en la Biblioteca Nacional de Francia Barcel¨® desplegar¨¢ sobre todo su obra gr¨¢fica frente al descomunal fresco de arcilla que hoy le ocupa y nos ocupa, en el Museo Picasso confrontar¨¢ su obra a la del genio de la casa. ¡°Picasso¡ Picasso es un artista que me gustaba cuando ten¨ªa 12 a?os y que me gusta a¨²n mucho m¨¢s ahora. Picasso est¨¢ m¨¢s vivo que nunca. Tengo muchas ganas de jugar a este juego, porque creo que es un juego que Picasso habr¨ªa aceptado tambi¨¦n¡±, confiesa.

En el Picasso, reinaugurado en octubre de 2014 tras un tortuoso proceso de relevo en la direcci¨®n (lo que supuso un considerable retraso en la puesta en marcha de esta exposici¨®n) habr¨¢ una selecci¨®n de obras que recorrer¨¢n las cuatro d¨¦cadas de quehacer creativo de Barcel¨® entre pinturas, bronces, yesos, cer¨¢micas, dibujos y aguafuertes, con especial atenci¨®n al tema taurino, uno de los m¨¢s queridos de Barcel¨® y ¡ªno hace casi falta decirlo¡ª del propio Picasso. En cuanto a la muestra de la BNF, incluir¨¢ junto a grabados, bronces, retratos y calcograf¨ªa, algunas muestras de¡ xilofag¨ªa: ¡°Es una t¨¦cnica con insectos xil¨®fagos que invent¨¦ yo y que consiste b¨¢sicamente en que los bichos se comen el papel. Ellos tambi¨¦n intervienen en la obra de arte¡±, explica Miquel Barcel¨® acerca de una idea que se le ocurri¨® en sus primeros viajes a Mal¨ª, cuando vio que poco o nada pod¨ªa hacerse para evitar el furor de las termitas contra sus papeles.
La inauguraci¨®n de las dos exposiciones se producir¨¢ de forma consecutiva el 21 de marzo. No es la primera vez que Miquel Barcel¨® protagoniza en Francia una exposici¨®n por partida doble. En 1996, su obra fue mostrada al tiempo en el Museo de Arte Moderno del Centro Pompidou y en el Jeu de Paume, el antiguo museo de los impresionistas. Y en el verano de 2010 protagoniz¨® otra doble propuesta simult¨¢nea en Avi?¨®n: Palacio de los Papas y Colecci¨®n Yvon Lambert.
Pero volvamos a la inmensa lombriz de tierra en la Biblioteca Nacional. Ver trabajar a Barcel¨® es todo un espect¨¢culo en vivo. Dos operarios ataviados con buzo blanco van embadurnando la cristalera de arcilla, siguiendo las indicaciones del artista. Nada m¨¢s hacerlo, ¨¦l se acerca y, sobre la tierra fresca, dibuja con sus extremidades, garabatea, puntea, traza. Uno se pregunta qu¨¦ saldr¨¢ de ah¨ª exactamente. Y lo que sale son cabezas de bisontes, indios pieles rojas con sus cabelleras y sus flechas, esqueletos de humanos y de animales, pulpos, tiburones, p¨¢jaros¡ una iconograf¨ªa atormentada por cuyos trazos se filtra la luz natural que viene del lucernario de la BNF.

El artista pinta sobre el cristal, en directo y sobre la marcha (¡°No s¨¦ lo que voy a hacer en ese momento, mientras pinto no pienso, pienso antes y despu¨¦s, pero durante prefiero usar otras energ¨ªas. Es como fumar en el sexo, que no se puede fumar durante¡¡±). Uno piensa en Pablo Picasso haciendo lo propio en el imprescindible documental de Henri-Georges Clouzot El misterio de Picasso (1956).
De la nada va saliendo el todo. Hay en esta obra gigante un poco de arte bruto, un poco de action painting y un mucho de energ¨ªa incansable. Es primitivo, es irresistiblemente moderno. Como el rom¨¢nico, como las m¨¢scaras africanas de la cultura dog¨®n, como Picasso. Como el pintor que hace 30.000 a?os plasm¨® sus obras maestras en la gruta de Chauvet, como Lascaux, como Altamira.
Este fresco no es otra cosa que eso: el homenaje de Miquel Barcel¨® a los pintores rupestres que, con los dedos, con las manos, con nada, parieron maravillas en forma de bisontes. ¡°Cada vez me interesa m¨¢s y m¨¢s intensamente el arte de Chauvet, uno de los grandes choques culturales y est¨¦ticos de mi vida junto con mi experiencia en Mal¨ª. He visto muchas cuevas con pinturas, las he visto casi todas, pero la de Chauvet es algo alucinante, sobrecogedor. Vi¨¦ndola reconsideras todo¡±. Barcel¨® es miembro del equipo de preservaci¨®n cient¨ªfica de Chauvet y visita la gruta con frecuencia (dicen las malas lenguas que, en su caso, la posibilidad de poder hacer lo segundo motiv¨® lo primero).
Pocas horas antes, en su estudio del barrio del Marais, donde se instal¨® hace cosa de 23 a?os y sobre el cual vive con su familia, Barcel¨® hab¨ªa ense?ado al visitante sus retratos con lej¨ªa, sus nuevos cuadros de tonos verdes con relieve, sus maquetas de escultura en forma de cerilla ¡ªtan giacometti¡ª, sus botes de pintura, sus nuevos pulpos de mineral de mica incrustado en el lienzo, sus batas manchadas, sus mandarinas tra¨ªdas de Mallorca¡ Barcel¨® en reinvenci¨®n constante escapando de la certidumbre. Y la confesi¨®n: ¡°Siempre buscas algo que no encuentras. Por eso yo hago las cosas tan r¨¢pido, porque s¨¦ que tendr¨¦ que hacerlas tantas veces que es mejor hacerlas muy r¨¢pido¡ destruyo mucha obra, a veces la quemo, pero eso va con el oficio, son como los cortes que se hace el carpintero, como los anzuelos que se clavan los pescadores¡±.
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