Las otras crisis de la Academia
Los afroamericanos piden m¨¢s presencia en Hollywood desde Martin Luther King. Gregory Peck se enfrent¨® a un problema similar en los 70 como presidente de una Academia envejecida
¡°Ning¨²n santo, papa, general o sult¨¢n ha tenido nunca el poder que tiene un cineasta: el poder de hablar a cientos de millones de personas durante dos horas a oscuras¡±. La frase es de Frank Capra. Hist¨®ricamente, mucha gente ha tenido sus razones para sentirse poco representada en ese poder. Este a?o, cuando por segunda vez los 20 actores nominados son blancos, y directores y guionistas afroamericanos han sido ninguneados en las nominaciones, han explotado las cr¨ªticas por no reflejar la diversidad de Estados Unidos.
La respuesta de la Academia, apresurada tras el anuncio de Spike Lee y Jada Pinkett-Smith de que no acudir¨ªan a la ceremonia como protesta, fue cambiar las reglas de membres¨ªa y los derechos de votaci¨®n. No se sabe cu¨¢ntos de los acad¨¦micos actuales perder¨¢n su derecho a votar. Adem¨¢s, se invitar¨¢ a formar parte de la Academia a m¨¢s personas. El objetivo es doblar el n¨²mero de mujeres y minor¨ªas entre los que votan antes de 2020.
¡°Esto ya pas¨® en los a?os 60¡±, explica por tel¨¦fono Steven Ross, profesor de Historia en la Universidad del Sur de California y especialista en historia de la relaci¨®n de Hollywood con la pol¨ªtica. ¡°Martin Luther King vino a Hollywood a hablar de la predominancia de los blancos en las pel¨ªculas. Ya entonces, King explicaba que el problema era que la industria en s¨ª misma era blanca. Harry Belafonte, que trabajaba con King en este asunto, se reuni¨® con ejecutivos para intentar cambiar la cultura de la Academia¡±. ?Tuvieron ¨¦xito? ¡°Estamos en 2016 y estamos escribiendo la misma historia. Esa es la respuesta¡±.
¡°La gente no entiende que el objetivo de Hollywood es hacer dinero, no cambiar conciencias. Si haciendo lo primero puede conseguir lo segundo, muy bien, pero lo primero es el negocio¡±, explica Ross. Cree que los cambios en la Academia van en la buena direcci¨®n y que eventualmente ser¨¢ la audiencia la que decida. ¡°En los a?os 30, un tercio de la taquilla ven¨ªa del extranjero. Ahora es al rev¨¦s. La Academia tiene que pensar en qu¨¦ es lo que mejor le va a funcionar. A lo mejor el resto del mundo no est¨¢ tan interesado en ver afroamericanos¡±.
Ross no cree que esta pol¨¦mica vaya a da?ar a la Academia en ning¨²n caso: ¡°La gente mira a Hollywood por sus fantas¨ªas. Mientras siga produciendo fantas¨ªas se olvidar¨¢n de lo dem¨¢s. Si no respondieran, igual les afectar¨ªa. Pero han reaccionado¡±. Eventualmente, opina este experto, la ampliaci¨®n de la audiencia extranjera ser¨¢ lo que acabe forzando los cambios. Para Ross, lo importante no es tanto lo que hay delante de las c¨¢maras, sino detr¨¢s. ¡°Lo que hay que preguntarse es cu¨¢ndo va a haber m¨¢s minor¨ªas en la parte t¨¦cnica de las pel¨ªculas. Eso dar¨ªa diferente sensibilidad. Cuando Martin Luther King vino a Hollywood le dijeron que integrar¨ªan m¨¢s minor¨ªas entre los trabajadores de la industria y eso no ha pasado¡±.
Los cambios aprobados por la Academia recuerdan mucho a las medidas que tom¨® otro presidente de la instituci¨®n, Gregory Peck, cuando a finales de los a?os 60 se acusaba a los acad¨¦micos de estar desconectados de los cambios sociales que se produc¨ªan en Estados Unidos. ¡°Gregory Peck es un gran exponente de los m¨¢s progresistas de Hollywood¡±, explica Ross.
El diario local Los Angeles Times rescat¨® de su archivo a principios de este mes la noticia de lo que hizo Peck en 1970. La Academia padec¨ªa entonces cr¨ªticas parecidas. No reflejaba la diversidad ni los intereses de la juventud salida de los 60. Los Oscars ve¨ªan una curiosa mezcla de candidaturas cuando compet¨ªan Patton con MASH o Cowboy de Medianoche con Hello Dolly!. Dos mundos estaban chocando. El desternillante mon¨®logo de Bob Hope en los Oscars de aquel a?o es un reflejo de lo que opinaba el establishment de Hollywood del nuevo cine que estaban haciendo los j¨®venes.
La respuesta de Gregory Peck fue, igual que ahora, cambiar las reglas de membres¨ªa. Dej¨® sin derecho a votar a 335 acad¨¦micos que representaban el viejo Hollywood (hab¨ªa 3.172 miembros entonces). 109 miembros de categor¨ªas especializadas fueron reclasificados como miembros sin categor¨ªa. Otros 49 fueron cambiados de categor¨ªa porque ya no se dedicaban a lo mismo. ¡°Estamos haciendo la Academia m¨¢s parecida a lo que siempre fue o debi¨® ser¡±, dijo Peck entonces al justificar sus cambios, ¡°una asociaci¨®n de profesionales involucrados activamente en hacer pel¨ªculas¡±.
Antes de los Oscars blancos y los Oscars viejos, estuvo la lucha de los sindicatos. En 1936, muchos miembros de la Academia boicotearon la ceremonia de entrega de premios en protesta por la falta de reconocimiento a los sindicatos independientes de actores, guionistas y directores, recordaba hace poco tambi¨¦n el Times. Dudley Nichols, guionista de El Delator, rechaz¨® el premio (John Ford gan¨® aquel a?o como director de la pel¨ªcula). Solo lo acept¨® cuando el sindicato de guionistas fue finalmente reconocido.
Babelia
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