¡°A veces los personajes me ganan¡±
Vargas Llosa habla del sexo como tabla de salvaci¨®n, la prensa noble y la vergonzante y el Per¨² de Fujimori en la presentaci¨®n al p¨²blico de ¡®Cinco esquinas¡¯
Las luces se apagaron. El murmullo de unas 250 personas dio un coletazo. Tres focos de luz cayeron sobre Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n y su voz n¨ªtida y cautivadora trajo el silencio: ¡°?Hab¨ªa despertado o segu¨ªa so?ando? Aquel calorcito en su empeine derecho estaba siempre all¨ª, una sensaci¨®n ins¨®lita que le erizaba todo el cuerpo y le revelaba que no estaba sola en esa cama¡¡±
La voz de la actriz se adentr¨® durante 13 minutos m¨¢s en esa historia de seducci¨®n entre dos amigas. Es el comienzo de Cinco esquinas (Alfaguara), la nueva novela de Mario Vargas Llosa, con la que se abr¨ªa anoche su presentaci¨®n en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid. En primera fila, el Nobel de Literatura peruano escuchaba atento, junto a su pareja, Isabel Preysler, las palabras que le¨ªa su amiga.
Tras la aplaudida lectura de S¨¢nchez-Gij¨®n, el escritor subi¨® al escenario en compa?¨ªa de Monserrat Dom¨ªnguez, directora de El Huffington Post en Espa?a. Sentados en sus sillones, Vargas Llosa se dispuso a hablar de un libro que tiene como eje el periodismo, una profesi¨®n que nunca ha abandonado y que en esta novela aborda en todo su abanico de opciones, de la m¨¢s noble a la m¨¢s vergonzosa y ruin. El resultado es un fresco de los ¨²ltimos meses del Gobierno de Alberto Fujimori y su hombre de confianza, Vladimiro Montesinos, a mediados de los noventa, un Per¨² agrietado por la corrupci¨®n en todos los niveles, con un tejido democr¨¢tico pudri¨¦ndose y sufriendo el terrorismo de Sendero Luminoso.
La conversaci¨®n empieza con el calorcito dejado por S¨¢nchez-Gij¨®n y esa inesperada escena sexual entre las dos amigas en una noche de toque de queda en Lima. ¡°Tengo una idea que no s¨¦ si est¨¢ confirmada, pero creo que toda esa situaci¨®n de tensi¨®n, miedos y claustrofobia desatada en Lima en aquella ¨¦poca revel¨® al sexo como tabla de salvaci¨®n del caos, algo para evadirse de la realidad. Una b¨²squeda del placer para escapar de todo eso¡±, apunt¨® Vargas Llosa.
Tras varios minutos de teor¨ªas sobre la sexualidad como v¨ªa de escape, la conversaci¨®n pas¨® al t¨ªtulo de la novela ¡ªCinco Esquinas es el nombre de un barrio de Lima muy bueno en su d¨ªa pero que entr¨® en decadencia, como le ocurri¨® a todo el Per¨²¡ª y a la idea inicial de la obra: ¡°Quer¨ªa escribir sobre la manipulaci¨®n que hizo Fujimori del periodismo, de c¨®mo lo utiliz¨® para intimidar y hundir a sus opositores con acusaciones falsas. Incluso algunos titulares de prensa los hizo el mismo Fujimori. Y, claro, Montesinos como la figura en la sombra que hizo todo el trabajo sucio¡±.
Solo se o¨ªa su voz sobre la crisis de aquel Per¨². Luego sus palabras derivaron en los personajes. Dom¨ªnguez pregunt¨® por dos de ellos: La Retaquita, representante de ese periodismo escandaloso, y Juan Peineta, un recitador de versos de 79 a?os con remordimientos por haber elegido el ¨¦xito antes que la poes¨ªa. ¡°A veces los personajes me ganan y debo darles m¨¢s figuraci¨®n, como ocurri¨® con estos dos¡±, reconoci¨® el autor de Conversaci¨®n en La Catedral y La fiesta del Chivo.
¡°No voy a dejar que el Nobel me convierta en una estatua¡±, cont¨® Vargas Llosa que fue uno de los pensamientos que se le cruzaron tras recibir la llamada de la Academia Sueca en octubre de 2010. Dom¨ªnguez recapitul¨® lo que ha publicado desde entonces: El sue?o celta, La civilizaci¨®n del espect¨¢culo, El h¨¦roe discreto, Los cuentos de la peste y Cinco esquinas, sin contar sus art¨ªculos en EL PA?S.
El escritor tuvo un recuerdo y agradecimiento para su agente literaria de toda la vida, Carmen Balcells, fallecida en septiembre de 2015, quien alcanz¨® a leer a novela. ¡°Alg¨²n d¨ªa Espa?a le rendir¨¢ el homenaje que se merece¡±, pronostic¨®.
Fue Balcells quien le dio la noticia m¨¢s feliz de su vida cuando le comunic¨® que iba a entrar en la colecci¨®n La Pl¨¦iade, de Gallimard, que agrupa el canon de la literatura universal. ¡°Siempre he pensado que los escritores pueden morir, pero si est¨¢s en La Pl¨¦iade sigues vivo¡±, dijo. Un breve silencio, y los aplausos del p¨²blico devolvieron la luz.
Babelia
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