Un vuelo aterrador pero luminoso
¡°Ch¨¦jov me ense?a a comprender al otro¡±, asegura Carles Alfaro que aborda de nuevo 'T¨ªo Vania', la obra teatral cumbre del dramaturgo ruso
Es tal la desolaci¨®n del paisaje humano que pinta Anton Chejov que parece que ah¨ª nunca se ver¨¢ la luz. Pero la luminosidad aparece en forma de conciencia y valent¨ªa en todo ese cat¨¢logo de huidas y de vidas incompetentes que muestran cada uno de los personajes de T¨ªo Vania, la obra cumbre teatral del dramaturgo ruso que aborda de nuevo Carlos Alfaro, tras la versi¨®n que realiz¨® en 2008 para el Centro Dram¨¢tico Nacional. Una nueva relectura que el director y escen¨®grafo valenciano ha situado en un lugar caluroso del ?frica subtropical y que se estrena hoy en los Teatros del Canal de Madrid, con la compa?¨ªa Moma Teatre.
¡°He cambiado y he hecho una lectura diferente. Para m¨ª ya no es la misma obra. Ch¨¦jov te invita a eso, aunque el tema del alma humana y sus contradicciones es siempre atemporal y universal. Los grandes son generosos porque te cuentan sin pudor lo que ellos sienten para que t¨² luego lo puedas compartir y personalizar en ti mismo. Con Ch¨¦jov, como con Albert Camus o Moli¨¦re, he aprendido a comprender al otro. El sentido ¨²ltimo del teatro no es otro que el de ponerse en el lugar del otro, algo que es enormemente catalizador. El teatro no va cambiar nada, pero yo aspiro, al menos, que sirva de atenuante. ?Hay algo m¨¢s saludable para la tolerancia que unos actores y una historia te brinden una vida que no tiene consecuencias ni da?os colaterales? Uno siempre vuelve al teatro porque un d¨ªa hubo magia y quiere regresar por ver si aparece de nuevo aquello tan revelador¡±. El entusiasmo de Carles Alfaro (Valencia, 1960) con Ch¨¦jov es patente por muchos motivos. ¡°Me identifico enormemente con ¨¦l. Es como si habl¨¢ramos el mismo lenguaje, me preocupan las mismas cosas, las curiosidades y tormentos, su iron¨ªa y su sentido del humor casi pat¨¦tico me es enormemente cercano¡±, explica el director, que con esta obra ha regresado a la Comunidad Valenciana tras once a?os en los que no se ha representado ninguna obra suya. ¡°Sigo viviendo en Valencia en una especie de autoexilio, pero no he podido ejercer. Nadie me ha invitado en once a?os a hacer algo. No he tenido que renunciar a ning¨²n tipo de oferta porque no me han ofrecido nada. Me siento impotente pero tambi¨¦n quiero admitir la responsabilidad de que puede ser tambi¨¦n incompetencia. No s¨¦ qu¨¦ podemos hacer en una comunidad en la que se desvertebrado el teatro, el cine y la televisi¨®n, en la que no existen actores mayores de 40 a?os porque se les ha permitido ejercer su oficio¡±.
Con este Tio Vania, Alfaro recupera a algunos de los m¨¢s s¨®lidos int¨¦rpretes de la escena valenciana (Rafael Calatayud, Empar Canet, Josep Manel Casany, ?ngesls F?¨ªgols, Mamen Garc¨ªa y Rebeca Valls) para levantar ese vuelo coral aterrador pero luminoso que desprende la obra de Ch¨¦jov, ese viaje eterno e inici¨¢tico desde la inmadurez. ¡°?l no habla a trav¨¦s de los personajes, sino de las situaciones y las escenas. En otros autores, el recurso estil¨ªstico es primordial, pero en Ch¨¦jov no. Los elementos con los que traza la escena son realistas pero la conjunci¨®n provoca una reflexi¨®n y una evocaci¨®n que va m¨¢s all¨¢ de las palabras¡±, explica Alfaro, que ha planteado un espacio esc¨¦nico, con exterior incluido, en el que solo est¨¢ lo absolutamente necesario. ¡°La desnudez favorece el paisaje humano y m¨¢s en ese viaje interior que realizan cada uno de los personajes¡±. El piano en directo y una gramola ponen la m¨²sica all¨¢ donde no llegan las palabras.
Sin solemnidades ni salmodias, con el rigor seco y directo de las palabras, huyendo del teatro ¡°como autocontemplaci¨®n burguesa del drama de cada uno ¡°, as¨ª emprende el vuelo este Tio Vania. Un vuelo en el que surgen los volcanes reales de la vida, las sensaciones m¨¢s descorazonadoras. ¡°Como el momento confuso que vivimos ahora. Estamos perdidos. No es f¨¢cil luchar contra una dictadura financiera que oculta su rostro y sus ojos. Somos como marionetas, no pintamos nada¡±. La desolaci¨®n de Ch¨¦jov se entrecruza con la de Alfaro.
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