¡®By heart¡¯, o c¨®mo la transmisi¨®n oral sortea la censura
La obra de Tiago Rodrigues llega al Festival de Primavera de Madrid tras representarse en Francia, Alemania y Estados Unidos
C¨¢ndida pidi¨® un ¨²ltimo deseo a su nieto: ¡°Tiago, pronto me voy a quedar ciega; quiero que me elijas un libro para memorizarlo y recitarlo cuando ya no pueda leer¡±. Esta es la g¨¦nesis de By Heart, la arriesgada obra con la que una instituci¨®n tan cl¨¢sica como el lisboeta Teatro Dona Maria se presenta, por primera vez, en el Festival de Oto?o a Primavera de Madrid.
¡°Jam¨¢s me hab¨ªa expuesto tan personalmente en una obra¡±, cuanta su autor y su actor, Tiago Rodrigues. ¡°Nunca hab¨ªa hecho algo tan expl¨ªcito. Cada tres meses viajaba a Tras-Os-Montes a visitar a mi abuela; siempre llevaba una caja con una docena de libros y recog¨ªa los anteriores ya le¨ªdos. Mi abuela ten¨ªa los estudios b¨¢sicos, pero era una lectora ¨¢vida. Cuando me pidi¨® su ¨²ltimo deseo hab¨ªa cumplidos los 93¡±.
Poco despu¨¦s, en 2014, Rodrigues se convirti¨® en el director art¨ªstico del Teatro Nacional Dona Maria II. ¡°Comenc¨¦ a trabajar en el deseo de mi abuela y me di cuenta que pod¨ªa ser una obra teatral sobre el poder inasible, inrrobable, de la memoria personal. Lo que memorizamos no nos lo quita nadie. Nos pueden quemar los libros, nos pueden censurar textos, pero lo que tenemos en la memoria es nuestro, ni siquiera esas palabras pertenecen a quien las escribi¨®. Yo no he conocido a Racine, pero me siento su amigo cuando le recito; en mi cabeza est¨¢n juntos Cocteau y Gide, cuando nunca se hubieran sentado en una misma mesa¡±.
En estos tiempos de restricciones presupuestarias culturales, By heart es la ilusi¨®n de cualquier empresario teatral: once personas en el escenario, aunque solo una cobra. ¡°La funci¨®n no comienza hasta que se ocupan las diez sillas que pongo en escena. Mi misi¨®n es ense?ar a diez personas a memorizar un texto, el elegido para mi abuela C¨¢ndida. El reto es reproducir en directo el proceso f¨ªsico de reproducir lo invisible; la transmisi¨®n de lo que sabemos¡±.
Rodrigues no tiene problemas en declamar en ingl¨¦s, franc¨¦s, portugu¨¦s o espa?ol. By heart, un obra teatral absolutamente textual, no va a tener gui?os al p¨²blico espa?ol modificando la obra con autores locales. ¡°Dec¨ªa Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez que solo era universal cuando contaba cosas de su aldea. Y es as¨ª. Me emociono m¨¢s cuando escucho el nombre de mi abuela en personas de otras culturas¡±.
El reto del autor-actor es mantener la atenci¨®n durante 90 minutos con unos textos que no fueron pensados para el teatro; pero Rodrigues tiene experiencia en teatralizar lo imposible. En otro de sus ¨¦xitos, Tres dedos debajo de la rodilla, convierte en dramaturgia los informes de los censores para justificar sus cortes. ¡°Estoy esperando que me lleven a juicio para reclamar derechos de autor¡±, dice con sorna, ¡°y me encantar¨ªa perder¡±. En el caso de Bovary su texto tambi¨¦n es el de otros, el de los abogados que acusaron de obscenidad a Flaubert. ¡°M¨¢s que escribir¡±, dice Rodrigues, ¡°me gusta rescribir lo que otros han escrito¡±.
Rompiendo prejuicios, Rodrigues se estren¨® en el Dona Mar¨ªa programando a los cl¨¢sicos griegos. La casualidad (??) hizo que las tragedias de Eur¨ªpides, Esquilo y S¨®focles se estuvieran viviendo en las calles atenienses del siglo XXI. ¡°Los dioses¡±, dice Agamen¨®n, ¡°son aquellos que contamos a los griegos para justificar aquello que no comprender¨ªan¡±. Al espectador le resulta muy f¨¢cil cambiar ¡°dioses¡± por ¡°Bruselas¡± y adaptarlo a su propio pa¨ªs.
¡°Me interesa profundizar en la influencia de las palabras; c¨®mo nos cambian la forma en que vivimos¡±, explica el director del Dona Maria. ¡°Aunque hay un siglo de distancia, tanto los jueces de Flaubert como los censores portugueses coinciden en los adjetivos que usan: la palabra es ¡°contagiosa¡±, la palabra es ¡°peligrosa¡±. Si nos van a censurar los textos, memoric¨¦moslos antes¡±.
Para conocer el libro escogido para C¨¢ndida habr¨¢ que asistir a By heart. ¡°Obviamente no pod¨ªa ser una novela, con su fronteras tem¨¢ticas y geogr¨¢ficas; ten¨ªa que ser poes¨ªa, una literatura m¨¢s abstracta y abierta a m¨²ltiples interpretaciones¡±. Rodrigues busc¨® la ayuda de su admirado George Steiner. Le escribi¨® dos cartas, como expone en la representaci¨®n, pero nunca contest¨®. ¡°Tampoco hac¨ªa falta; m¨¢s que unas preguntas eran soliloquios sobre mis inquietudes¡±.
By Heart ha viajado por varios pa¨ªses. En su estreno en La Bastille de Par¨ªs se present¨® un amigo del gran ensayista franc¨¦s. ¡°Era abril y me promete una cita con Steiner para el 27 de noviembre. Ese mismo d¨ªa me compr¨¦ el billete de avi¨®n. Me parec¨ªa m¨¢gico presentarme en Cambridge sin confirmaci¨®n alguna. Me plant¨¦ en el d¨ªa y a la hora acordados pero all¨ª no hab¨ªa nadie; d¨¢ndome bofetadas por mi estupidez, finalmente me atrev¨ª a tocar el timbre; se abri¨® la puerta y era ¨¦l. ¡®?Pero qu¨¦ hace usted?¡¯ me dijo. Yo empec¨¦ a balbucear como un tonto, a decir que era un portugu¨¦s, que hab¨ªa escrito una obra de teatro...y Steiner me corta; ¡®todo eso ya lo s¨¦; digo ?que qu¨¦ hace usted ah¨ª fuera, desde hace media hora, moj¨¢ndose bajo la lluvia?¡±.
Rodrigues m¨¢s que hablar, cuenta; m¨¢s que contar, representa con la expresi¨®n de sus ojos y las pausas de su voz: ¡°Steiner me dirigi¨® a una silla donde se hab¨ªan sentado Borges y Lobo Antunes; ¨¦l se acomod¨® en otra, cerr¨® los ojos y me dijo: ¡®Repres¨¦nteme By heart como si yo fuera ciego¡¯¡±.
Pero sobretodo, actor
"Hago de muchas cosas, pero cuando en un hotel relleno la ficha de registro, en la casilla de la profesi¨®n siempre escribo 'actor'". Tiago Rodrigues (Lisboa, 1977) se considera actor sobre todas las cosas, y son muchas, aunque abandon¨® en el primer a?o la Escuela de Interpretaci¨®n. Herencia de padre, coquete¨® con el periodismo y ha seguido colaborando como columnista en varios medios; es, por supuesto escritor, escen¨®grafo y autor teatral, con una treintena de piezas; guionista para televisi¨®n y cine, escen¨®grafo para danza -La pierna izquierda de Tchaikovski-, empresario con su grupo Mundo Perfeito y, desde hace a?o y medio es director art¨ªstico del templo de la comedia nacional portuguesa, el Teatro Nacional Dona Maria II.
Inclinado al teatro alternativo y al riesgo en cada proyecto -adapt¨® La bella durmiente a bailarines de m¨¢s de 60 a?os- a Rodrigues no le supone contradicci¨®n intelectual alguna dirigir una instituci¨®n con telara?as. "Suscribo cada uno de sus fundamentos: asegurar el servicio p¨²blico del teatro, representar obras universales, promover la creaci¨®n de dramaturgia portuguesa...Ning¨²n problema". En el a?o de su gesti¨®n art¨ªstica, Dona Maria ha salido al extranjero m¨¢s veces que en sus anteriores 169 a?os de vida.
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