Un capit¨¢n justiciero
Ignacio del Valle demuestra un gran poder como fabulador en 'Soles negros', un thriller sobre pederastia y tr¨¢fico de ni?os
Leo otra novela de cr¨ªmenes que empieza con el hallazgo de una ni?a muerta, asesinada: si V¨ªctor del ?rbol (La v¨ªspera de casi todo, premio Nadal 2016) situaba a su cad¨¢ver en nuestros d¨ªas y en un p¨¢ramo malague?o, Soles negros, de Ignacio del Valle (Oviedo, 1971), nos traslada a 1950, al campo seco de Extremadura. La pederastia infanticida se mezcla con el tr¨¢fico de ni?os procedentes de las c¨¢rceles de mujeres y de los hospicios de Falange regentados por monjas. El destino de las v¨ªctimas ser¨¢ la adopci¨®n irregular o, mucho peor, un prost¨ªbulo o una org¨ªa. La coincidencia entre las dos novelas prueba la solidez del v¨ªnculo entre la ficci¨®n de cr¨ªmenes y las noticias de la actualidad m¨¢s sensacional.
Soles negros es la cuarta entrega de las aventuras del capit¨¢n del servicio secreto Arturo Andrade, veterano de la Divisi¨®n Azul, h¨¦roe en Leningrado y en Berl¨ªn, y curtido en experiencias carcelarias y ¨¦xitos policiaco-militares: un desertor, un impostor, antiguo combatiente republicano que supo confundirse con los franquistas y pasar por uno de ellos. Ahora lo encontramos retirado temporalmente en C¨¢ceres, tierra de guerrilleros antifascistas, decidido a cazar al asesino de la ni?a. Vigila a los sospechosos, observa con instinto detectivesco y hace sus deducciones, pero entiende que el m¨¦todo definitivo para llegar a la verdad es la tortura.
La contundencia de la acci¨®n contrasta con la voz narradora: el aire parado del verano marca el ritmo largo de las frases, una imperturbable serenidad de fondo, presente incluso en las inserciones con apuntes autobiogr¨¢ficos de una de las v¨ªctimas. Pero Del Valle equilibra el flujo reposado de las palabras dividiendo los cap¨ªtulos en secuencias que se suceden abruptamente y en la ¨²ltima l¨ªnea dejan al p¨²blico en vilo. Y, sin embargo, como avis¨¢ndonos de que la soluci¨®n de los enigmas policiales es lo de menos, en el momento en que se acerca el final, nos entretiene con un baile en las ferias de un pueblo asturiano, un idilio que dura un pasodoble y una escena de amor en la playa. Lo principal es contar el cuento, e importa poco la identidad del asesino: m¨¢s que un individuo, ser¨¢ el representante o el fruto de una jerarqu¨ªa social masculina y perversa.
El poder y el gusto de fabular que demuestra Ignacio del Valle es grande. Al fin de su aventura, el h¨¦roe siente una ¡°devastadora sensaci¨®n de incredulidad¡± ante los sucesos vividos, y lo entiendo: es dif¨ªcil imaginar a un capit¨¢n del servicio de inteligencia del Alto Estado Mayor ejerciendo funciones de polic¨ªa en una aldea, sin sujeci¨®n a la cadena de mando, mientras las fuerzas del orden registran en 1950 un hospicio regido por monjas. Pero lo destacable es que la autoridad de la voz fabuladora se impone a la incredulidad que el p¨²blico lector comparte con el capit¨¢n Andrade.
Soles negros. Ignacio del Valle. Alfaguara. Madrid, 2016. 358 p¨¢ginas. 18,90 euros
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