Los fot¨®grafos echan le?a a la ¡®crem¨¤¡¯
Medio centenar de artistas lanzan 5.000 ejemplares de un diario ¡°ef¨ªmero¡± que arder¨¢ en las Fallas. Las 1.700 copias indultadas se han vendido a 25 euros para financiar la campa?a
El ¨²ltimo premio Nacional de Fotograf¨ªa, Juan Manuel Castro Prieto, avanza con su c¨¢mara por un callej¨®n entre el gent¨ªo, el comp¨¢s lejano de un pasodoble y el olor a churros. Al doblar la esquina, levanta su Canon y dispara: "?Esto es fant¨¢stico!", dice cuando descubre el enorme monumento fallero, de varios metros de altura, que domina la plaza del Pilar en el centro de Valencia. Poco despu¨¦s, rodea la falla deteni¨¦ndose ante lo que le va "sorprendiendo". Lo hace sin ninguna pretensi¨®n documental. "Se trata de hacer las fotos que registren mis sensaciones".
Castro Prieto (Madrid, 1958) solo tuvo unas horas para hacer un trabajo "que reflejara c¨®mo vive la gente las Fallas". Aunque no le gusta este "aqu¨ª te pillo, aqu¨ª te mato", es uno de los 53 fot¨®grafos que han estado en Valencia, entre el 15 y el 17 de marzo, para participar en un novedoso proyecto, El Diari Indultat, un ef¨ªmero peri¨®dico, con una tirada de 5.000 ejemplares, que se imprimi¨® anoche en una improvisada redacci¨®n con el material enviado por los fot¨®grafos ¡ªunas 600 im¨¢genes de las que se han usado unas 150¡ª y textos de varios autores. El Diari, que tiene 96 p¨¢ginas, solo vivir¨¢ hasta la medianoche de este s¨¢bado, cuando sus ejemplares ardan en la crem¨¤, en la falla Arrancapins. ?Todos? No, se salvar¨¢n de la quema los n¨²meros comprados en las ¨²ltimas semanas en una campa?a de micromecenazgo, a 25 euros la pieza, incluidos gastos de env¨ªo. M¨¢s de 1.700 hab¨ªan logrado escapar de las llamas hasta ayer, con peticiones de indulto desde Italia, Holanda, M¨¦xico, Chile, Argentina, Estados Unidos... En Espa?a, la campa?a ha tenido especial eco en Madrid y Valencia.
Los responsables de "este disparate bonito", como lo define Castro Prieto, son cinco fot¨®grafos que han querido trazar un paralelismo entre las Fallas, esas esculturas de cart¨®n piedra fruto de un a?o de trabajo, y su Diari, explica uno de sus art¨ªfices, Iv¨¢n Navarro, que destaca que los fot¨®grafos invitados no han cobrado y han cedido "su obra para algo que no sab¨ªan c¨®mo iba a quedar". En el peri¨®dico han participado profesionales de todas las edades y estilos. El m¨¢s veterano, Miguel Oriola (Alcoi, Alicante, 1943), y la m¨¢s joven, la madrile?a Laura Carrascosa Vela (1993), que puso el foco en j¨®venes chinas que viven en Valencia y se hacen fotos vestidas como una fallera m¨¢s.
En la n¨®mina de El Diari tambi¨¦n estuvieron Jos¨¦ Manuel Navia, Chema Madoz (premio Nacional de Fotograf¨ªa en 2000), Pierre Gonnord y la extensa hornada de autores nacidos en los setenta: Rafael Trobat, Ricardo Cases, Txema Salvans, Paco G¨®mez, Mat¨ªas Costa, Antonio Xoubanova, Alejandro Marote¡ Mientras habla, Navarro saluda a varios de ellos, que acuden al punto de reuni¨®n, un bar en el que durante los tres d¨ªas de trabajo quedan a horas concretas para intercambiar experiencias y mostrarse sus trabajos. Lo que Juan Mill¨¢s (Madrid, 1975) ense?a, sin embargo, es un libro titulado C¨®mo hacer buenas fotograf¨ªas, editado en 1947 por Eastman Kodak, un manual para aprender el oficio que ¨¦l ha seguido como si fuera un principiante, incluso emulando algunas de las im¨¢genes de ejemplo. El manual incluye un consejo infalible para retratar escenas callejeras: "Ojo avizor y c¨¢mara en ristre".
Museo Fallero
A unos kil¨®metros, lejos del bullicio y los petardos, Joan Fontcuberta (premio Nacional de Fotograf¨ªa en 1998) se dispone a contar su particular visi¨®n de las Fallas. El heterodoxo Fontcuberta (Barcelona, 1955) se traslad¨® a un lugar tan t¨ªpico como el Museo Fallero. Mientras extranjeros y jubilados sacaban fotos de ninots indultados, este artista se fij¨® en los cuadros de las j¨®venes falleras mayores. "De esta galer¨ªa de sonrisas se podr¨ªa establecer un contraste con lo que est¨¢ pasando en Europa con los refugiados, por ejemplo", dice con su vena ensayista. "Me interesan las im¨¢genes enfermas, las deterioradas o las que tienen reflejos", explica. Por eso se fija en "destellos" de un mundo "que tiene una dimensi¨®n grotesca, surrealista, con ecos que van desde El Bosco a los c¨®mic underground". Y sobre lo que supone la iniciativa de este fotolibro en forma de diario, reflexiona: "Es estimulante y tendr¨¢ gran diversidad, pero la fotograf¨ªa tiene que ver cada vez m¨¢s con la gesti¨®n y menos con la mirada de cada uno. Es decir, cada vez m¨¢s con los ordenadores y los m¨®viles y menos con las c¨¢maras".
A un atasco largo y varios pasacalles que interpretan pasodobles est¨¢ Sof¨ªa Moro (Madrid, 1966) en la escuela Espai d¡¯art fotogr¨¤fic. Este lugar, en el que da clase, es el que ha escogido para retratar a personas que recluta de las calles. Ante una sobria tela negra de fondo, Moro da instrucciones a Carmen y Pilar, dos adolescentes de la banda sinf¨®nica Santa Cecilia de Chelva, que posan cada una con su trompa: "Un pasito adelante. Ah¨ª, ni te muevas, pero la mirada m¨¢s abajo". Como los otros fot¨®grafos, Moro disfruta con esta "experiencia divertida". En su caso, le interesaba mostrar "la est¨¦tica exagerada y recargada de las chicas vestidas de falleras, hasta llegar con los retratos a la persona que hay detr¨¢s de todo eso". Pese a los nervios de los retratados, Moro afirma que siempre encuentra ese segundo en que se entregan a la c¨¢mara. El resultado de este esfuerzo fotogr¨¢fico colectivo ser¨¢n cenizas en la noche de San Jos¨¦. Como manda la tradici¨®n fallera de quemar lo viejo para dar paso a lo nuevo.
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