Venganza a tijeretazos
El cine de Jocelyn Moorhouse nunca tuvo freno. A ella siempre se le fue la mano con el alm¨ªbar e incluso con la extravagancia
![Kate Winslet, en 'La modista'.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GUOBP5HNV5Q4PJ6LZH3RGPJ4ZI.jpg?auth=f046284c2f6c0147eedad7ca2c8b648da97f09ed749c337db73f3558dfb81c98&width=414)
El cine de Jocelyn Moorhouse nunca tuvo freno. Y aunque el melodrama, por definici¨®n, no lo posea, a ella siempre se le fue la mano con el alm¨ªbar, e incluso con la extravagancia, en pel¨ªculas de aspiraci¨®n cl¨¢sica como Donde reside el amor (1995) y Heredar¨¢s la tierra (1997), adaptaci¨®n de una novela ganadora del Pulitzer, claramente inspirada en El rey Lear, con la que lleg¨® a conformar un Shakespeare cursi, que ya tiene m¨¦rito.
LA MODISTA
Direcci¨®n: Jocelyn Moorhouse.
Int¨¦rpretes: Kate Winslet, Liam Hemsworth, Judy Davis, Hugo Weaving, Sarah Snook.
G¨¦nero: comedia. Australia, 2015.
Duraci¨®n: 118 minutos.
M¨¢s centrada en los ¨²ltimos a?os en su labor como directora teatral y en la producci¨®n y escritura de algunas de las pel¨ªculas de su marido, P. J. Hogan (La boda de Muriel, Amor sin condiciones, Peter Pan: la gran aventura), Moorhouse regresa a la direcci¨®n tras casi 20 a?os de par¨®n con La modista, una obra desbocada, de un abigarrado formal que podr¨ªa resultar incluso atractivo si no estuviera contando algo tan nimio de un modo tan grandilocuente. Extra?¨ªsima combinaci¨®n de spaguetti-western, comedia negra disparatada, melodrama rom¨¢ntico, dibujo animado, slapstick y cine social, La modista es un batiburrillo sobre el regreso al pueblo en busca de comprensi¨®n y quiz¨¢ venganza de una triunfadora mujer que, en su infancia, fue acribillada moralmente por los lugare?os. Un c¨®ctel muy inspirado en su narraci¨®n, otro m¨¢s, por el Jean-Pierre Jeunet de Am¨¦lie (grandes angulares que deforman los rostros, digresiones, fotograf¨ªa de colores contrastados, juegos de sonido y dise?o gr¨¢fico...), que solo en su ¨²ltima media hora, justo cuando la pel¨ªcula parece que va a acabar, se acuerda de explicitar sus subtextos, despu¨¦s de 90 minutos de irregulares gracietas que solo encuentran la diana en los momentos en que el carisma de sus int¨¦rpretes, lo m¨¢s granado del cine australiano emigrado a Hollywood, se impone sobre la debilidad de su composici¨®n.
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