Andr¨¦s Roca Rey adelanta la crem¨¤
El peruano, espectacular, gana por goleada en el mano a mano con Alejandro Talavante
Roca Rey quem¨® las Fallas antes de hora. Una demostraci¨®n portentosa de seguridad, inteligencia, imaginaci¨®n y encontrar toro en cualquier terreno. Particip¨® en quites en todos los toros, en los suyos y en los de Talavante. Y ech¨® mano de repertorio: ver¨®nicas, tafalleras, chicuelinas, saltilleras, de frente por detr¨¢s, faroles, toda una demostraci¨®n del toreo de capa. Todo tuvo su punto y seguido en la muleta, con tres toros mansos, encerrados en su propio mundo, sin querer compartir nada con el torero. Pero a los tres se los merend¨® con un pasmoso dominio de la situaci¨®n. Sale lanzado de las Fallas.
Firmeza y seguridad aplastantes de Roca Rey en el segundo de la tarde. Toro manso de principio a fin. Pero toro de esos que mantienen vivo el inter¨¦s de la gente: manso luchador. En banderillas sembr¨® el desconcierto, con trabajo extra para el pe¨®n Iv¨¢n Garc¨ªa y pasajes de precauci¨®n absoluta en los banderilleros. Un mitin, en fin. Por estatuarios abri¨® la faena Roca, y, al segundo, el toro ya busc¨® terreno de toriles. No import¨®. Roca dej¨® que el manso eligiera campo de juego. En el tercio, por los adentros, por donde fuera. La faena tuvo firmeza, seguridad, imaginaci¨®n, juegos malabares¡ Un dominio total de la situaci¨®n, con toro que le daba la espalda a la muleta y hu¨ªa de ella. Muy encerrado en tablas, Roca acab¨® por manoletinas. Aprovech¨® con habilidad la arrancada del toro y, a paso de banderillas, dej¨® la espada entera, aunque algo ca¨ªda.
La masclet¨¤ fallera la dispar¨® Roca Rey en el cuarto. Otro manso que renunci¨® a la lucha cara a cara. Pero no import¨®. La suerte estaba echada de parte del torero. Tres pases cambiados por la espalda, cosidos a una arrucina y dos trincherillas, ligado todo en un palmo de terreno. La faena tuvo muchas virtudes: conocimiento, seguridad, temple y versatilidad. Tambi¨¦n le dio a elegir al toro el campo de batalla. A renuncia del toro a los medios o en el tercio, los adentros fueron el terreno abonado para la causa. Entre tanto caudal, una serie con la izquierda result¨® monumental, por temple, mando y valor. En toriles, la querencia natural del astado, Roca se llev¨® a su particular huerto al manso. Lo fundamental, lo cl¨¢sico, o lo m¨¢s superficial, tambi¨¦n tuvo cabida. Y en la distancia corta o media, con una tremenda libertad de ideas. Dos arrucinas en bucle, con cambio de mano, uno de pecho de gran empaque y lo que se ha convertido en muletazo nuestro de cada d¨ªa, bernardinas, ofreciendo toda la ventaja al toro. Fulmin¨® al toro con la espada y puso la plaza en pie.
El sexto tampoco escondi¨® la condici¨®n com¨²n de toda la corrida: otro manso de libro de primera ense?anza. Tuvo su momento digno en varas: se emple¨® en el primer puyazo y no le hizo ascos al segundo. Pero ten¨ªa sus dotes contados para la muleta. Roca se plant¨® de rodillas, una trincherilla y por redondos convenci¨® al toro a seguir la muleta. El de Victoriano se vio ganado en la batalla y toc¨® a retirada. No import¨®. Roca volvi¨® a poner la inteligencia a favor de la lidia y dio el visto bueno al manso en su capricho por las tablas. Inteligente Roca, con la muleta muy en la cara del toro para que no volviera grupas, la faena fue un mandato firme. En su libre campar por la arena, el toro oblig¨® a que la faena cambiara de terrenos constantemente. Pero Roca nunca desmay¨® en su empe?o. El postre fue un espect¨¢culo: una serie de naturales con las dos rodillas en tierra. Una dimensi¨®n enorme de este torero.
CORT?S, DEL RIO / TALAVANTE, REY, MANO A MANO
Toros de Toros de Cort¨¦s -1?, 4?, 5?- y Victoriano del R¨ªo -2?, 3?, 6?-, bien presentados; corrida muy mansa, con un quinto menos malo pero venido a menos.
Alejandro Talavante: estocada pasada _aviso_ (saludos); tres pinchazos _aviso-, media perdiendo la muleta y descabello (silencio); entera ca¨ªda (oreja).
Roca Rey: estocada ca¨ªda (saludos); casi entera perdiendo la muleta (dos orejas); estocada _aviso_ (oreja). Sali¨® a hombros.
Plaza de Valencia. 17 de marzo. S¨¦ptima de abono. Casi tres cuartos. El banderillero Santi Acevedo, cogido por el primero, fue asistido en la enfermer¨ªa de una cornada en el gl¨²teo inferior izquierdo con una trayectoria ascendente de 25 cent¨ªmetros que diseca tejido celular.
La tarde comenz¨® con un susto, cuando, al salir de un par, el banderillero Santi Acevedo se trastabill¨®, perdi¨® el equilibrio y, ya una vez, en el suelo el toro hizo por ¨¦l. Por dos veces lo levant¨® con mucha violencia, sobre todo en la segunda embestida, cuando le dio la cornada. Hasta entonces el toro no hab¨ªa desarrollado nada alarmante, incluso floje¨® antes de acudir al caballo. Ese toro escondi¨® en sus entra?as un picante y mala uva que solo sacar¨ªa en momentos puntuales. As¨ª, durante la faena, Talavante tuvo que ser muy h¨¢bil para salvar tres coladas en las que el toro, caso de ser certero, no hubiera perdonado. Esa faena la comenz¨® Talavante en el centro del ruedo: muleta plegada, "cartucho de pescao", para llevarse al toro en dos primeras series con la izquierda. El toro fue manejable mientras Talavante guard¨® la distancia. En cuanto el torero descubr¨ªa alg¨²n punto d¨¦bil, el toro intentaba desmontar la faena. Sin gran entrega, punteando a la m¨ªnima, el toro se puso algo complicado. Talavante estuvo con ¨¦l irregular. Una labor de diente de sierra, en la que entraron muletazos de variada factura. No todos llevando dominado al toro.
El tercero tampoco se lo puso en bandeja a Talavante. Abri¨® por estatuarios la faena, con un toro que al tercer muletazo hac¨ªa hilo. No hubo acople en la primera parte, pero la tesoner¨ªa fue, en este caso, un argumento muy v¨¢lido. Se puso de cerca y se abri¨® un forcejeo con ganancia siempre del torero. Sin brillantez, pero con seguridad. Faena de m¨¢s fondo que de formas. El final fue un agobio por cercan¨ªas de Talavante, hacia un toro que tampoco tuvo ni entrega ni ganas de entrar en el juego.
El quinto pareci¨® mejor toro que los anteriores, pero tampoco rompi¨® del todo. Pero s¨ª que fue, con mucho, toro m¨¢s completo en varas. Derrib¨® en la primera entrada, tras levantar al caballo por el pecho, y se emple¨® en un segundo encuentro. Talavante, espoleado por lo vivido en el cuarto, plant¨® las rodillas en la arena para comenzar la faena. Le agobi¨® el toro tanto, que en el segundo pase tuvo que rectificar y ponerse en pie. Pero insisti¨® y volvi¨® a sentar sus rodillas en la arena. Ahora, s¨ª. Por redondos, muy templado el toro, y uno de pecho de igual guisa. Por el pit¨®n derecho, el toro result¨® obediente, pero reneg¨® lo suyo por el izquierdo. Por este lado sorte¨® Talavante alg¨²n apuro y un desarme. Cuando volvi¨® a la derecha, el toro ya no dispuso de tanta entrega y se vino a menos. Insisti¨® el torero y lo mejor lleg¨® con unos redondos a pies juntos, antes de cerrar por manoletinas.
Sensaci¨®n final: Talavante se vio arrastrado por un tsunami llamado Roca Rey, y quiso replicar, pero m¨¢s bien pareci¨® ir a remolque del peruano durante toda la tarde. Se agradeci¨®, no obstante, que los dos toreros compartieran quites en casi todos los toros.
Babelia
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