Viaje a la mente de Cervantes
Jordi Gracia narra la experiencia vital y el proceso intelectual del creador de ¡®El Quijote' en una biograf¨ªa
![Carles Geli](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fa9b22405-2109-4118-ae48-4425d7e9347c.jpg?auth=e66ff8a8789b201bc53443e4032a94c14f0b0a3ebb67ab75853a065c687a63ea&width=100&height=100&smart=true)
![Jordi Gracia, fotografiado en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WJSWSGPFM6RBBNARVLTMXFMFKE.jpg?auth=186e717e83b13929f6f97637962a834e651ca73af2b054459aac8a3928a2c827&width=414)
Ni solo botarate, ni solo autor de una obra c¨®mica popular; tambi¨¦n el ¡°raro inventor¡± que ambicion¨® ser con novelas extravagantes, sin argumento, como Rinconete y Cortadillo, o como en El coloquio de los perros... As¨ª se defiende Cervantes del menosprecio del mundo de la academia y de la nobleza con el que despacha su rompedor El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha. Pero la voz no es la del escritor si no la del profesor de la Universidad de Barcelona y ensayista Jordi Gracia (1965), quien, en un pasmoso ejercicio biogr¨¢fico como si de una c¨¢mara subjetiva se tratara, se mete en la mente del inventor de la novela moderna y primer gran escritor espa?ol en Miguel de Cervantes. La conquista de la iron¨ªa (Taurus).
¡°Se trataba de comprender en directo qu¨¦ experiencia vital y qu¨¦ proceso mental llev¨® a alguien a imaginar una obra tan revolucionaria, respetando la maduraci¨®n del sujeto¡±, dice Gracia sobre su particular contribuci¨®n a los 400 a?os de la muerte del escritor para explicar, por ejemplo, por qu¨¦ El Quijote no aparece hasta la p¨¢gina 250 de las 468 de la biograf¨ªa. Una obra donde sorprende intuir los raciocinios que igual realiz¨® el escritor, como en un mon¨®logo interior se tratara a pesar de ser, en forma y fondo, una biograf¨ªa interpretativa. Pero tan riguroso como el particular tr¨ªptico que ya ha compuesto, con la biograf¨ªa del primer gran pensador del siglo XX espa?ol, Jos¨¦ Ortega y Gasset (2014), o la de Dionisio Ridruejo (2009).
La pasi¨®n del bi¨®grafo (tras leer la integridad de lo que escribi¨® Cervantes, que ha traducido en 15 libretas a rebosar de anotaciones; para Ortega requiri¨® 23) va pareja a la de un Cervantes soldado de los tercios a los 20 a?os, que a pesar de temblar como una hoja por un estado febril que arrastra desde hace d¨ªas, pide que se le coloque en el esquife del barco cuando la batalla de Lepanto, con las sabidas consecuencias: tres balazos, seis meses sangr¨¢ndole la herida y una mano izquierda in¨²til para siempre.
Episodios e ideas clave de una obra
Miguel de Cervantes, a pesar de la repetitiva imagen que se ha dado de ¨¦l como taciturno y desafortunado, fue un hombre feliz: las adversidades no arruinaron nunca su jovialidad y alegr¨ªa vital.
Sin las armas y la fe dogm¨¢tica que le caracterizaron de joven, sin la convicci¨®n, voluntad de liderazgo y de rebeld¨ªa, como demostr¨® en la batalla de Lepanto o durante su cautiverio en Argel pero que mantendr¨ªa an¨ªmicamente despu¨¦s, no habr¨ªa existido la voluntad de crear una obra transgresora como El Quijote.
Tanto en El Quijote como en buena parte de sus Novelas ejemplares, el escritor se muestra como el mayor defensor, en las letras espa?olas, de la autonom¨ªa de las mujeres.
La muerte de sus mejores amigos, del propio Felipe II y el sentirse "un semidifunto", junto a la aparici¨®n de Guzm¨¢n de Alfarache (que le servir¨¢ de contrapunto) explican que Cervantes se planteara una obra como El Quijote.
Cervantes y El Quijote profetizan uno de los aspectos claves de la modernidad: la iron¨ªa.
Su obra m¨¢s universal iba a ser una de sus Novelas ejemplares, que Cervantes deb¨ªa estar preparando en 1598. Lo hizo crecer con Sancho Panza, le cambi¨® el final y decidi¨®, incluso, acabar invent¨¢ndose los preliminares encomi¨¢sticos porque sab¨ªa que nadie se los har¨ªa.
?Un punto de fanatismo? ¡°Cervantes vive un momento heroico, que su paso como alumno en la escuela p¨²blica de Madrid acent¨²a al contactar con la periferia de la corte... De alguna manera, participa activamente de la ideolog¨ªa cat¨®lica y antimusulmana, aquello del ¡®perro moro¡±, enmarca el bi¨®grafo. Algo que Cervantes traducir¨¢ hasta en su obra literaria: ¡°La Galatea, novela pastoril, no deja de ser una apolog¨ªa de la literatura espa?ola, donde inventar¨ªa y elogia hasta un centenar de poetas, buenos y malos, un esc¨¢ner con voluntad patri¨®tica para demostrar que la espa?ola es homologable a la literatura italiana que, como buen lector compulsivo, ha devorado en sus much¨ªsimas horas muertas como soldado¡±.
Armas y letras son indisociables en Cervantes. ¡°Las letras van con las armas: para ser caballero completo debe ser as¨ª. Su pensamiento es que sin ej¨¦rcito no se puede imponer el bien y la cristiandad; ¨¦l nunca se arrepentir¨¢ ni olvidar¨¢ las armas, ni a sus compa?eros: pocos d¨ªas antes de morir a¨²n pedir¨¢ que no se abandone a los 20.000 cristianos cautivos en Argel¡±, apunta Gracia. Cervantes sab¨ªa bien de qu¨¦ hablaba, pues estuvo all¨ª preso cinco a?os (tantos como fue fiero soldado), protagonizando cuatro espectaculares intentos de fuga, todos fallidos, pero que en cambio no le comportaron la muerte, hecho que ha permitido la especulaci¨®n sobre si gozaba del favor de alg¨²n mandatario turco por temas de cama. ¡°Esa teor¨ªa es bastante rid¨ªcula: ?por qu¨¦ no pensar que es un personaje singular capaz de inventarse luego otro tan singular como el Quijote? En Cervantes hay una ¨¦tica de la convicci¨®n, del coraje; en Argelia est¨¢ cerca del h¨¦roe o as¨ª lo relatan sus compa?eros de presidio¡¡±. Y reflexiona Gracia: ¡°Es curioso: ejerce de l¨ªder subversivo pero despu¨¦s intenta cumplir todos los requisitos que pide la Corte para poder ingresar en el sistema, por eso su teatro ser¨¢ propaganda pol¨ªtica; todo es muy raro en la vida de Cervantes, quiz¨¢ porque fue muy larga¡±.
Esa larga vida dio para ser soldado, cautivo y una d¨¦cada m¨¢s como recaudador de trigo y aceite y de impuestos atrasados con los que fabricar los apestosos bizcochos y el material con el que se alimentar¨¢ y pertrechar¨¢ a la Armada que ha de invadir al ¡°vicioso luterano¡± ingl¨¦s en 1588. Eso deja poso: ¡°Esos a?os descubre la rutina de la adversidad y la desigualdad, sinti¨¦ndose a la vez responsable de la expoliaci¨®n: cree en su funci¨®n recaudadora pero a la vez es consciente de la inutilidad de esa funci¨®n, por el fracaso de la Armada y la visi¨®n de las v¨ªctimas de sus sacas; experimenta un proceso de desideologizaci¨®n de su perspectiva vital¡±, resume Gracia.
![El autor Jordi Gracia.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/WO4EIDLUTY7D7EFHL2JIEONVUU.jpg?auth=afd4f82909dd89bb20fcda5db1f9ef5b9d37e7a79eb9354f8f8fec189023360c&width=414)
S¨®lo faltaba el paso por presidio por unos desajustes contables confusos ("no creo que metiera mano en la caja, pero hay un l¨ªo con deudas personales y el juez confunde partidas", fija Gracia). Se acerca, en cualquier caso, el subt¨ªtulo de la biograf¨ªa: La conquista de la iron¨ªa. ¡°Descubre que las cosas son y no son a la vez, que el bien puede ser mal al mismo tiempo, que hay verdades que son simult¨¢neas e incompatibles... En definitiva, que un botarate rid¨ªculo puede ser a la vez inteligente y ecu¨¢nime¡ El Quijote, vamos¡±.
Se une a todo ello lo biol¨®gico: el escritor ronda los 50 a?os (¡°como unos 70 de hoy¡±, equipara Gracia) y han muerto todos sus amigos, hasta Felipe II, y con ¨¦l cae el velo que tapaba la hipertrofia del poder. ?l mismo se tildar¨¢ de ¡°semidifunto¡±, de alguien que quiz¨¢ empeiza a estar en tiempo de descuento. Pero en su madurez descubrir¨¢ que ¡°disfruta como nunca como escritor¡±, incorporando a sus textos (las futuras Novelas ejemplares) el habla o las inquietudes de la nueva turbamulta de la ¡°tan viscosa como cosmopolita¡± Sevilla de la ¨¦poca.
La aparici¨®n del exitoso Guzm¨¢n de Alfarache, en 1599, de Mateo Alem¨¢n, ratifica al escritor en sus intuiciones. ¡°Sin Guzm¨¢n de Alfarache no habr¨ªa habido Quijote. Mateo Alem¨¢n y Cervantes tienen la misma edad, pero la obra del primero tiene un punto de predicador moral, de sermoneador, y Cervantes ya sabe que no ha de ser as¨ª, ya ha aprendido que la m¨¢scara de la literatura como instrucci¨®n moral puede servir a los ni?os pero no es la raz¨®n por la que uno escribe o lee¡±, sostiene el bi¨®grafo. Y lo remacha: ¡°Alem¨¢n es revolucionario y conservador; Cervantes, m¨¢s revolucionario; en el fondo, Cervantes es un Flaubert de los libros de caballer¨ªas: no prejuzga, no sermonea como el franc¨¦s tampoco lo hace en Madame Bovary; ¨¦l ya est¨¢ en otra era, la era moderna¡±.
Gracia defiende una vieja hip¨®tesis nunca ratificada: El Quijote naci¨® como cuento. ¡°Iba a ser una de sus Novelas ejemplares que fue creciendo, el personaje de una historia perge?ada en 1598 y que cautiva al autor: al cuento le da un final distinto con el escrutinio de los libros de caballer¨ªas, alarga la historia con la entrada de Sancho Panza y los preliminares encomi¨¢sticos se los acabar¨¢ inventando ¨¦l porque sabe que nadie se los har¨¢ y no tanto por lo que malintencionadamente dice Lope de Vega de que nadie quiere elogiar una obra como esa¡ Cervantes es un tipo muy excepcional¡±. S¨ª, un genio. Y ahora ya se puede saber qu¨¦ ten¨ªa en mente.
En la piel de las mujeres para defenderlas de las agresiones
El Quijote, cree Jordi Gracia, ha acabado devorando el resto de la obra cervantina, de la que el miembro 100 de la Asociaci¨®n Internacional de Cervantistas destaca "al menos cinco" de sus Novelas ejemplares, con las que el escritor, sostiene el bi¨®grafo, "env¨ªa un recado envenenado y socarr¨®n a la comunidad literaria: su lugar es la literatura seria, adem¨¢s de copar el ranking popular".
De entre aquellas, am¨¦n de El licenciado Vidriera, Rinconete y Cortadillo y El coloquio de los perros, cita La gitanilla, "una provocaci¨®n al elogiar el mundo gitano, pero que hace porque est¨¢ bien seguro de su pulso literario".
Gracia tambi¨¦n refleja una virtud semioculta del escritor: la defensa de la mujer. ¡°Nadie combati¨® la vejaci¨®n de las mujeres como Cervantes. No hay violaciones tan dolorosas en las letras espa?olas como las que describe ¨¦l, poni¨¦ndose en la piel de la mujer en una sociedad donde raptar, violar, hacerles un hijo, degradarlas en suma, era parte de la rutina tolerada¡±. Hay una explicaci¨®n biogr¨¢fica: Cervantes vive con sus hermanas y con su hija y sabe de esos tratos, ¡°pero hay tambi¨¦n la pulsi¨®n que prefigura a un sujeto moderno¡¡±.
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