Vencer por agotamiento
Milex lo ten¨ªan todo para ganarse a los seguidores de Arctic Monkeys. Seis a?os despu¨¦s, no ha sucedido
Cuando surgieron en 2008, The Last Shadow Puppets se convirtieron en un peque?o curioso fen¨®meno. El d¨²o lo formaban, por una parte, Alex Turner, l¨ªder de Arctic Monkeys, banda indie cuyo ¨¦xito era algo que, en pleno siglo XXI, esa parte de la cr¨ªtica que lo pas¨® fatal durante el auge del britpop no estaba dispuesto a aceptar. Por otra, Miles Kane, un tipo desconocido al frente de un grupo llamado The Rascals, el en¨¦simo intento fallido y tard¨ªo de subirse al carro del supuesto resurgir del rock brit¨¢nico. Lo ten¨ªan todo para llevarse al catre, con suerte, a la mitad de los seguidores de Arctic Monkeys y a alg¨²n despistado que los escuchara sin saber de sus credenciales. Pero esa extra?a y tremendamente resultona mezcla entre Lee Hazlewood, Scott Walker y Joe Meek termin¨® por convencer a casi todo el mundo. Estaba claro: Alex Tuner iba a dejar Arctic Monkeys para concentrarse en este proyecto, y Miles Kane estaba a punto de convertirse en una de las m¨¢s respetadas voces del pop brit¨¢nico. Alex le ense?ar¨ªa a Miles a rimar y Miles le mostrar¨ªa a Alex c¨®mo combinar mejor los zapatos con las progresiones de acordes.
Seis a?os despu¨¦s nada de eso ha sucedido. Turner se ha convertido en una de las mayores estrellas del rock del planeta y Miles ha fracasado b¨ªblicamente en su intento de ser Paul Weller para gente que jam¨¢s ha escuchado a Paul Weller. Para gente que jam¨¢s ha visto una foto de Paul Weller. Alex sale en las listas de mejor vestidos. Miles, en las de peor vestidos.
As¨ª pues, la expectaci¨®n ante la nueva reuni¨®n de este par de colegas era alt¨ªsima. El primer single, ¡®Bad Habits¡¯, sonaba a obra peque?a orquestada por gente que se cree muy grande. Una vez ante el disco completo, el arranque con ¡®Aviation¡¯ nos coloca exactamente donde esper¨¢bamos estar. A partir de aqu¨ª, la pareja combina reproducciones de la f¨®rmula original con la inclusi¨®n ordenada y casi siempre efectiva de nuevos elementos, desde calcos de la Motown (¡®Miracle Aligner¡¯) hasta facs¨ªmiles de Phil Spector (¡®Sweet Dream, TN¡¯), pasando por ese casi obligatorio recuerdo a lo ¨²til que le ha resultado a muchos que Daft Punk llamaran a Nile Rodgers (¡®The Element of Surprise¡¯). El disco se convierte entonces en un equipo de f¨²tbol ingl¨¦s de toda la vida. Da la sensaci¨®n de que te est¨¢ avasallando porque no para de lanzar balones al ¨¢rea y provocar c¨®rneres. Parece que todo te est¨¢ gustando, pero, cada vez que vuelves a poner el disco, las canciones jam¨¢s son tan buenas como recordabas. El marcador sigue cero a cero. Aunque sabes que, tarde o temprano, se te escapar¨¢ este pensamiento: Alex debe dejar Arctic Monkeys y Miles es Paul Weller. Vencer por agotamiento tambi¨¦n es vencer. ?
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