Dos cabalgan juntos, pero no revueltos
Bien vengan los aniversarios si sirven, al menos, para reavivar miradas individuales y colectivas sobre lo que importa
Es muy posible que, a estas alturas de Babelia, mis improbables lectores se encuentren saciados de tanto bardo y tanto ingenio. Semejante (sobre)cargamento interpretativo y bibliogr¨¢fico, unido al que desde este Sill¨®n de Orejas he ido suministrando desde principios del a?o del cuatricentenario de sendos gloriosos fallecidos (¡°hombres oc¨¦ano¡±, los llam¨® Victor Hugo), me invita a ser prudente. Para empezar, bien vengan los aniversarios si sirven, al menos, para reavivar miradas individuales y colectivas sobre lo que importa. En el caso de nuestros dos amigos ¡ª?como los llamar¨ªa Henry James, de quien se hablar¨¢ m¨¢s abajo¡ª se ha producido en el ¨²ltimo lustro, en los mundos hisp¨¢nico y anglohablante (es decir, en una nada despreciable porci¨®n del planeta), tal avalancha de nuevas publicaciones (de cejas altas, medias y bajas) que su mera ficha bibliogr¨¢fica requerir¨ªa un suplemento con tantas p¨¢ginas como ¨¦ste. Eso sin contar las reelaboraciones y reescrituras que, como un reto, los editores han encargado a shakespearianos y cervantinos, y de las que ofrece un ejemplo significativo el desigual, pero en conjunto recomendable, Lun¨¢ticos, amantes y poetas (Galaxia Gutenberg), una selecci¨®n de relatos inspirados en las vidas, obras y personajes del manco y el bardo, compuestos por una docena de ¡°novelistas brillantes¡± de ambas lenguas. En todo caso, y como es sabido, la carga bibliogr¨¢fica m¨¢s apabullante va hacia el de Stratford, quiz¨¢s porque, como subraya el mexicano Julio Hubard en su art¨ªculo publicado en la ¨²ltima entrega de Letras Libres, la historia y la ¡°insolencia¡± de la lengua inglesa han jugado a su favor. Lo que no deja de ser curioso: Shakespeare, un personaje de cuya realidad hist¨®rica o de cuya autor¨ªa de las obras que se le atribuyen (y en las que otros ven la mano de Bacon, Marlowe, Fletcher, de Vere, Florio, etc¨¦tera) todav¨ªa hay quienes dudan, es, seguramente, el escritor de quien m¨¢s biograf¨ªas se han escrito (con, por otra parte, notable ¨¦xito de ventas). De nuestro Cervantes (desde aqu¨ª ya se salud¨® la ¨²ltima bio de Jordi Gracia), de cuya existencia nadie ha dudado nunca y del que se sabe bastante m¨¢s, muchas menos.
Escenas
Lo primero que le¨ª de Shakespeare ¡ªy perdonen el recurso autobiogr¨¢fico¡ª fue Macbeth, una historia ¡°pegajosa y espesa como el barro y la sangre¡±, seg¨²n dice el polaco Jan Kott en Shakespeare, nuestro contempor¨¢neo (Alba), un libro antiguo (1965) y de ¡°fondo de armario¡± shakespeariano, imprescindible para comprender el universo dram¨¢tico del autor. A la edad en que la le¨ª, esa tragedia noir y g¨®tica avant la page, pre?ada de asesinatos, muertos que regresan, ominosos aldabonazos, bosques que se mueven, brujas y sentimientos desaforados, ten¨ªa todo para fascinarme. Mac?beth fue, antes que el Quijote (que ¡ªay¡ª le¨ª mucho m¨¢s tarde), mi rito de paso literario (junto con Robinson Crusoe). Lo le¨ª, adem¨¢s, en el espa?ol castizo y posrom¨¢ntico de Luis Astrana Mar¨ªn, que, a pesar de posteriores buenas traducciones shakespearianas (Valverde, Conejero, Pujante, Molina Foix, Garc¨ªa Calvo, me vienen a la cabeza), sigue enterrado en mi consciencia, incluso cuando lo leo (no tan bien como quisiera) en ingl¨¦s. Recuerdo, por ejemplo, el modo en que Astrana traduc¨ªa el expeditivo exorcismo (Aroint thee, witch!) que la mujer de un marinero dirige a una de las brujas (acto I, escena III): ¡°?Arredro vayas, bruja!¡±; algo arcaico, sin duda, pero, para mi gusto, con mayor expresividad que los ¡°quita de ah¨ª, bruja¡± (Valverde), ¡°atr¨¢s, bruja¡± (Conejero) o ¡°atr¨¢s, so bruja¡± (Pujante), y que ¨²nicamente recoge Garc¨ªa Calvo en su traducci¨®n de la tragedia (¡°?Arredro, bruja¡±!). En todo caso, del mismo modo que Cervantes es la piedra angular del arte de contar historias, nadie iguala a Shakespeare en la escena: ah¨ª y en la poes¨ªa lleva ventaja sobre su contempor¨¢neo espa?ol, como se comprueba repasando (por citar libros recientes) los dos estupendos vol¨²menes (uno de notas, comentarios y testimonios) de Comedias y tragedias (al cuidado de Luis G¨®mez Canseco) publicado por la RAE, o el manejable tomito de Poes¨ªas (edici¨®n de Adri¨¢n J. S¨¢ez) de C¨¢tedra. Por cierto que C¨¢tedra, que tiene un buen cat¨¢logo de ambos autores, ha publicado recientemente, adem¨¢s del volumen de ensayos y art¨ªculos breves de asunto shakespeariano Las burbujas de la tierra, de Ignacio Gracia Noriega, El a?o de Lear; Shakespeare en 1606, de James Shapiro, un estupendo ensayo biogr¨¢fico que viene a complementar otro anterior del autor compuesto con igual planteamiento transversal: 1599, un a?o en la vida de William Shakespeare, publicado por Siruela.
Industria
Es un truismo afirmar que ambos autores se han convertido, adem¨¢s, en sendas industrias ad majorem gloriam (y beneficio) de sus respectivos idiomas. M¨¢s en un caso que en otro, claro, como tambi¨¦n queda expl¨ªcito en el distinto planteamiento y nervio con los que Reino Unido (y su ¨¢mbito ling¨¹¨ªstico) y Espa?a (y el suyo) enfrentan el cuatricentenario. La industria de Shakespeare sigue proporcionando ping¨¹es beneficios, empezando por esa meca de peregrinos que es Stratford-upon-Avon, uno de los lugares m¨¢s visitados de la isla brit¨¢nica. All¨ª, a lo largo de los a?os, y en torno a la pretendida casa en que naci¨® W.?S., ha ido creciendo un complejo formado por otras viviendas atribuidas a familiares del bardo, y que, ?desde 1847!, est¨¢ gestionado por el Shakespeare Birthplace Trust. Por cierto que Henry James, de cuya muerte tambi¨¦n se conmemora este a?o el centenario, fue en su tiempo uno de los esc¨¦pticos m¨¢s militantes respecto a la autor¨ªa de las obras de Shakespeare. Incluso lleg¨® a escribir (en carta a Violet Hunt) que el bueno de William era un aut¨¦ntico fraude. De hecho, James public¨® en 1903 (el mismo a?o que la genial Los embajadores, Penguin Cl¨¢sicos) el que para m¨ª es uno de sus mejores relatos de media extensi¨®n y, sin duda, la mejor s¨¢tira literaria contra los excesos e imposturas de la bardolatr¨ªa: El lugar de nacimiento (The Birthplace), traducido por Carmen Franc¨ª como La casa natal e incluido en el volumen de cuentos y novelas Lo m¨¢s selecto (Alba, 2005). El relato, que les recomiendo, no solo es una estupenda muestra del elaborado y mesmerizante fraseo jamesiano, sino un prodigio de penetraci¨®n y tierna iron¨ªa.
Coda
Recibo un gu¨¢sap con la foto del anuncio de una ¡°librer¨ªa low cost¡± (es decir, de segunda mano) cuyo texto me parece digno de tener en cuenta para futuras campa?as de est¨ªmulo a la lectura: ¡°Hay gente que quiere un romance como el de Romeo y Julieta sin saber que fue un romance de tres d¨ªas y seis muertos. ?Hay que leer!¡±. Pues eso: felices Sant Jordi y Noche de los Libros.
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