Agon¨ªa y muerte de una pareja

Un nombre m¨¢s que a?adir a la ya larga y excelente lista de nuevos directores argentinos que, con un cine rabioso y ambiguo, penetrante y adscrito a la realidad cotidiana, traspasa fronteras. Juan Schnitman, en su debut en solitario en el largo de ficci¨®n tras un par de pel¨ªculas dirigidas en compa?¨ªa, ha compuesto en El incendio la agon¨ªa y (quiz¨¢) muerte de una pareja. Una de tantas, de las que vive con tal intensidad su existencia que, con la sociedad y ellos mismos como mochila cargada de explosivos emocionales, est¨¢ a punto de explotar.

Transcurrida buena parte del metraje de El incendio a¨²n no se sabe hacia d¨®nde se dirige la pel¨ªcula, ?hacia el thriller, hacia el drama social, hacia la tragedia sentimental?, y eso es buen¨ªsimo en una ¨¦poca de cine mayoritariamente predigerido. Schnitman y su guionista, Agustina Liendo, eligen dos de las situaciones cotidianas que m¨¢s estr¨¦s pueden producir, una mudanza y la firma de una nueva vivienda, con la hipoteca como s¨ªmbolo de la futura c¨¢rcel, y la visceralidad en las conversaciones, las de ellos, las de sus lugares de trabajo (un colegio, un restaurante), las de la sociedad al completo, va dando paso a un extra?a liturgia de violencia f¨ªsica, desconcertante y atroz, que se va contagiando desde el dominador hasta el dominado. Con largas tomas con c¨¢mara al hombro, aunque sin pasarse de nervio y movimiento, y una pareja de soberbios int¨¦rpretes, Pilar Gamboa y Juan Barberini, la pel¨ªcula muestra lo complejo que puede ser juzgar actitudes que no son blancas ni negras sino muy grises. Y aunque se caiga en una secuencia un tanto forzada y ret¨®rica, la del m¨¦dico, en la que se da demasiada informaci¨®n solo para que el conocimiento del espectador, El incendio trasciende a sus protagonistas para alcanzarnos a (casi) todos en una ¨¦poca de continuos pu?etazos verbales, en p¨²blico y en privado.