Morante, el embrujo sevillano
El torero corta las dos orejas de un torete blando y nobil¨ªsimo y enloquece a la plaza de la Maestranza
Cuvillo / Morante, El Juli, Rey
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, justos de presentaci¨®n, mansos, inv¨¢lidos y muy nobles.
Morante de la Puebla: dos pinchazos, media y tres descabellos (silencio); estocada (dos orejas).
El Juli: estocada trasera y ca¨ªda (ovaci¨®n); dos pinchazos y casi entera (gran ovaci¨®n). Result¨® corneado por el quinto y se le apreci¨® una herida en la regi¨®n gl¨²tea de 15 cent¨ªmetros, de pron¨®stico grave.
Roca Rey: estocada baja (oreja); dos pinchazos y un descabello (ovaci¨®n).
Plaza de la Maestranza. Decimotercera corrida de feria. 15 de abril. Lleno.
La Maestranza se volvi¨® loca, presa del embrujo y el delirio provocados por un torero en estado de gracia que en la ¨²ltima carta de su ¨²ltima corrida de la feria se encontr¨® con un torete inv¨¢lido, un tesoro de nobleza, con el recorrido justo, y dibuj¨® una de esas faenas so?adas, pre?ada de armon¨ªa y plasticidad, que solo se puede hacer realidad con un animal de laboratorio, bondadoso hasta la exageraci¨®n.
La plaza enloqueci¨® de felicidad y pidi¨® casi de forma un¨¢nime las dos orejas, que Morante de la Puebla ¡ªno pod¨ªa ser otro¡ª pase¨® sonriente.
Todo hab¨ªa comenzado con una buena media ver¨®nica tras un intento bald¨ªo con el capote, cuando ya el animal mostr¨® su evidente carencia de fuerzas, que arreci¨® en el caballo, y aprob¨® el examen para ser devuelto a los corrales por su manifiesta invalidez. Las protestas casi ni se notaron, Carretero se luci¨® en un buen par de banderillas, y Morante tom¨® la muleta, se coloc¨® al hilo de las tablas y pleg¨® el enga?o el estilo del famoso cartucho de pescao. Vaci¨® la embestida primera por fuera y por alto, continu¨® por ayudados y cerr¨® el preludio con un largo pase de pecho.
Se fue al centro del anillo, y all¨ª dibuj¨® ¡ªas¨ª fue¡ª grandes muletazos con la mano derecha, suaves, lent¨ªsimos, plenos de empaque y aroma del mejor toreo. Para entonces, la Maestranza ya daba muestras de un frenes¨ª progresivo.
Muleta en la mano zurda. El animal hace ¨ªmprobos esfuerzos para superar su modorra, surge un natural y otro de pecho en el aire de una prestancia sin igual. Lo intenta de nuevo con la derecha, el toro se defiende y desarma al torero. La m¨²sica est¨¢ sonando, los tendidos embriagados y Morante reacciona con una velocidad inusitada para recoger el enga?o y que no se rompiera el encanto. Toma la muleta del suelo, la agarra con las dos manos y, as¨ª, a modo de capote, traza un molinete preciosista y un desplante para gloria de los fot¨®grafos.
A estas alturas, el panorama era ya indescriptible porque el barroquismo tan personal de este torero se hab¨ªa expandido por todos los rincones de la plaza. Aun quedaban dos redondos largos antes de montar la espada ¡ªno se oye una mosca y hasta los vencejos han detenido su vuelo para ser testigos del momento¡ª y Morante la entierra hasta la empu?adura y el p¨²blico vibra de incontenida emoci¨®n.
Fue el toro ideal, perfecto para el toreo de Morante de la Puebla, tan grande como irregular artista; el toro moderno, sin trap¨ªo y ayuno de codicia y bravura, pero el m¨¢s adecuado para el toreo que hoy encandila a los p¨²blicos. No es cuesti¨®n de restar m¨¦ritos a quien tan grandes cualidades posee, pero el toro bravo es otra cosa.
Su primero, por ejemplo, tuvo m¨¢s vida, y Morante nunca se acopl¨® a su embestida. Lo intent¨® por ambas manos, pero los muletazos surgieron siempre enganchados. Todos tuvieron un inicio de dulce y un desenlace desigual. Hab¨ªa recibido al toro con un par de ver¨®nicas de categor¨ªa, pero a la faena de muleta le falt¨® consistencia, unidad y templanza. Vamos, que estuvo por debajo de las condiciones de su oponente.
No vino de paseo El Juli, aunque la ganader¨ªa elegida ¡ªc¨®moda entre las c¨®modas¡ª as¨ª lo aireara. El joven Roca Rey hizo un quite por tafalleras y gaoneras en el segundo toro de la tarde, y el se?or L¨®pez le replic¨® con otro por chicuelinas, cerradas con dos medias y una revolera, que fueron muy jaleadas. Despu¨¦s, muleta en mano, el asunto cambi¨®; otro toro desbordante de nobleza que no fue aprovechado como su condici¨®n requer¨ªa. El Juli lo cit¨® siempre al hilo del pit¨®n y las tandas resultaron poco vistosas. El ¨¢nimo del animal se fue agotando en la misma medida que la esperanza de los tendidos. Inv¨¢lido tambi¨¦n fue el quinto, sos¨ªsimo, por otra parte; un animal sin aparente peligro. El Juli le arranc¨® un par de tandas de naturales muy estimables y, al final, lleg¨® una voltereta que le produjo una grave herida en el gl¨²teo. Con la plaza rendida, fall¨® con la espada y no pudo pasear un trofeo que tuvo alcance de la mano.
Y Roca Rey, el joven torero peruano, es un torbellino de ilusionada valent¨ªa. Ejecuta un toreo acelerado y destemplado, pero conecta con rapidez con los tendidos y no da por perdido un lance. Participa en quites y exprime a sus oponentes en la b¨²squeda desesperada del triunfo. Esper¨® a su primero con una larga cambiada en el tercio, y porfi¨® con el cansino animal hasta conseguir que sonara la m¨²sica a su valor, porque toreo hubo poco. A pesar de todo, le concedieron una oreja sin motivo aparente. Deslucido y aplomado result¨® el sexto; sali¨® a por todas el torero: lo esper¨® en el centro con tres muletazos cambiados por la espalda y lo intent¨® con pasi¨®n hasta los pinchazos finales. No pudo ser porque el toro no lo permiti¨®.
La corrida de hoy
16 de abril. Decimocuarta corrida de feria. Toros de Fuente Ymbro, para Finito de C¨®rdoba, Juan Jos¨¦ Padilla y El Fandi.
Babelia
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