G¨¹nter Grass se burla de la actualidad y del futuro
¡®De la finitud¡¯, su poemario p¨®stumo, se publica en espa?ol
El pasado mi¨¦rcoles, hizo un a?o de la muerte s¨²bita de G¨¹nter Grass, aunque los s¨ªntomas del final le llegaron pronto. No era un hombre sentimental, o as¨ª no se expresaba, pero ten¨ªa un humor corrosivo e implacable, tambi¨¦n contra s¨ª mismo. Con esa distancia que ten¨ªa para todo, incluida su persona, escribi¨® antes del fin un libro de poemas que acababa de corregir cuando lo llevaron al hospital cerca de su casa, en L¨¹beck (Alemania). Ten¨ªa 87 a?os y fue premio Nobel de Literatura en 1999 y premio Pr¨ªncipe de Asturias el mismo a?o. Fue el autor de El tambor de hojalata,su obra m¨¢xima.
Ese libro que Grass escribi¨® poco antes de morir se titula De la finitud, ha sido publicado por su editorial, Alfaguara, y se presenta esta tarde en el Instituto Goethe de Madrid en un acto en el que intervendr¨¢n su traductor, Miguel S¨¢enz, poeta y acad¨¦mico, y el tambi¨¦n acad¨¦mico Jos¨¦ Luis G¨®mez, actor que se form¨® en Alemania. G¨®mez leer¨¢ versos de este inquietante, sat¨ªrico, rabiosamente autobiogr¨¢fico poemario.
En De la finitud Grass describe la actualidad para quitarle toda sustancia dram¨¢tica, como si estuviera ocurriendo en otro territorio y en otro tiempo. Las guerras que dominan el mundo hoy le evocan al Nobel de Pelando la cebolla las mismas maldades que conoci¨® de joven, cuando ¨¦l mismo fue reclutado, de adolescente, para participar en el drama m¨¢s sanguinario del siglo, cometido en nombre de la xenofobia nazi. Y aqu¨ª de nuevo, la xenofobia, esta vez la xenofobia europea, que salt¨® otra vez al escenario continental antes de que ¨¦l muriera, es materia de su iron¨ªa, de su rabia o de su distanciamiento. Como el futuro, que ya ve como un claroscuro rid¨ªculo e innecesario.
Ya es tan consciente de que no va a seguir viendo dramas as¨ª, o comedias de la magnitud de las que suceden en el mundo, que cuenta, en una larga narraci¨®n-poema, la decisi¨®n com¨²n, de su esposa, Ute, y de ¨¦l mismo, de buscar los ata¨²des adecuados para el t¨¦rmino que a los dos, mayores ya, se les acerca. Encuentran al fin la madera adecuada, distinta para cada uno; acuerda con un ebanista el tama?o preciso para ambos y, finalmente, esas dos cajas reposan en un s¨®tano. Hasta que los ladrones saquean la casa, se las llevan con otros objetos y las devuelven en una sucesi¨®n inquietante que ¨¦l va contando como quien clava alfileres en el oc¨¦ano.
Minuciosidad y hechos
El libro entero, incluido ese suceso que aparece en su mitad como un s¨ªmbolo del resto, est¨¢ dibujado con la minuciosidad con que narra cada uno de los hechos que suscitan su curiosidad o su espada. El Grass poeta y narrador se sirve de su pincel oscuro para trasladar su visi¨®n de la naturaleza, sobre todo, pero no deja que de ese universo se escape ¨¦l mismo, su rostro desdentado, del que se burla como si estuviera tachando su espejo y ri¨¦ndose de ¨¦l.
Hay algunos elementos de nostalgia, sin embargo; de Portugal, por ejemplo, en cuya casa de Faro se desprend¨ªa de los dolores o de las ansiedades de Europa, mirando hacia Marruecos. Espa?a est¨¢ tambi¨¦n presente, entre otras cosas porque de aqu¨ª eran los estudiantes que en un momento determinado le proveyeron de las cintas con las que alimentaba su insaciable (hasta que lleg¨® el fin) Olivetti, la m¨¢quina de escribir que vivi¨® con ¨¦l como una amante hasta que ya no pudo m¨¢s. Los hijos, los nietos, el paisaje, el sol, el hombre roto por la edad, el desdentado abuelo que come almendras tostadas con los m¨¢s peque?os de la familia... todo ello est¨¢ en De la finitud, un libro del que se sale conociendo a un cascarrabias que aqu¨ª se presenta tambi¨¦n como un hombre capaz de ver su sombra como si fuera la de un ¨¢rbol en decadencia.
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