La danza entra en el Museo del Prado
Como celebraci¨®n al d¨ªa mundial de la especialidad la sala de las Musas acogi¨® tres escenas de baile de diferentes estilos
El D¨ªa Internacional de la Danza se ha celebrado hoy por todo lo alto en el Museo del Prado con una iniciativa de Margaret Jova que sigue la estela de lo hecho en 2015, cuando se celebr¨® un baile el 29 de abril frente al Guernica de Picasso en el Museo Reina Sof¨ªa. Faltaba el Museo del Prado, donde tantas obras tienen referencias directas o indirectas al llamado arte terpsicoreo.
La jornada comenz¨® con dos bailarines del Ballet de la Comunidad de Madrid que dirige V¨ªctor Ullate y que interpretaron un fragmento de su coreograf¨ªa Pastoral; los artistas Marlene Fuerte y Josu¨¦ Ullate ofrecieron el d¨²o que simboliza el amor joven. La jornada la cerr¨® Mar¨ªa Pag¨¦s con su pieza Conciencia y deseo, sobre m¨²sica de Rub¨¦n Levaniegos, una coreograf¨ªa que narra la b¨²squeda del deseo como compromiso ¨¦tico con la vida. Para Pag¨¦s, es una danza conceptual. La artista ley¨® el poema del bailar¨ªn y core¨®grafo Lemi Ponifasio, ideado como mensaje del D¨ªa Internacional de la Danza y comisionado por la Unesco.
La pieza central de esta excepcional funci¨®n corri¨® a cargo de cuatro bailarines de la Compa?¨ªa Nacional de Danza que a la vez son miembros del grupo Kor¡¯sia, un laboratorio de experimentaci¨®n cor¨¦utica que comienza ya a dar unos rese?ables frutos art¨ªsticos. La coreograf¨ªa Axonometric projection fue redactada por Mattia Russo y Antonio da Rosa, que bailaron junto a Agnes L¨®pez R¨ªo y Mar Aquil¨®. Los cuatro aparecieron vestidos con sobrias mallas integrales blancas, llegando a sugerir que se trataba de los propios fantasmas de las esculturas animados por las muy sugerentes m¨²sicas de Arvo P?rt y John Tavener; no era una met¨¢fora intencionada ni estaba en el libreto, pero la abstracci¨®n de una danza de gestos precisos, arm¨®nicos y complejos, bord¨® esa idea tan po¨¦tica como recurrente.
El lugar escogido para la ocasi¨®n parec¨ªa el ideal, casi escenogr¨¢fico y muy teatral, remit¨ªa tanto a la antig¨¹edad cl¨¢sica como a los teatros palladianos. La sala de las Musas donde, sobre sus pedestales, est¨¢n esas famosas ocho esculturas llenas de leyenda y de belleza (a algunas de ellas les han cambiado la cabeza varias veces o arrancado el a?adido de un brazo en los tiempos del barroco): proceden estas estatuas de la colecci¨®n de la reina Cristina de Suecia y en origen son de la ¨¦poca del emperador Adriano, donde, se dice, decoraron un teatro. Euterpe, Tal¨ªa, Cal¨ªope, Erato, Urania, Cl¨ªo, Polimnia y Terps¨ªcore volv¨ªan por unas horas con este acto a su origen decorativo inicial, ofrec¨ªan un decorado perfecto para el baile ya fuera de car¨¢cter contempor¨¢neo como hace Kor¡¯sia, cl¨¢sico actual como hacen los bailarines de Ullate o de ballet flamenco moderno como ofrece Mar¨ªa Pag¨¦s.
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