L.E.V., una d¨¦cada de vanguardia electr¨®nica
El festival de Gij¨®n celebra su d¨¦cimo aniversario, convertido en referente internacional en el arte musical y visual avanzado
Nada menos emocionante que un p¨ªxel y un ruido blanco, como el de la nieve en los televisores de antes. Y sin embargo, el japon¨¦s Hiroaki Umeda logr¨® el viernes, con esos mimbres y su propio cuerpo, arrancar al auditorio del Teatro de La Laboral, en Gij¨®n, gritos, aplausos y jaleos m¨¢s propios de un tablao flamenco que de una performance de arte contempor¨¢neo. Umeda es uno de los m¨¢s de 30 artistas que el L.E.V. Festival ha reunido este fin de semana en Asturias en su d¨¦cima edici¨®n, y su espect¨¢culo sintetiza en cierto modo el af¨¢n detr¨¢s de esta iniciativa.
El certamen, que naci¨® en 2007, al mismo tiempo que el Gobierno regional asturiano empezaba a transformar la antigua e inmensa Universidad Laboral en la Ciudad de la Cultura, con su Centro de Arte y Creaci¨®n Industrial, se ha dedicado a explorar desde entonces el territorio de vanguardia donde se cruzan la m¨²sica electr¨®nica y las artes visuales. Y lo ha hecho bajando a todos esos creadores del pedestal de las salas de arte contempor¨¢neo para ponerlos al nivel de club y nave industrial de fiest¨®n electr¨®nico.
El resultado es un p¨²blico fiel, un 60% de fuera de la regi¨®n y bastantes extranjeros, que agota todas las entradas y abonos en un contexto de aforo reducido (de 1.400 a 1.700 localidades seg¨²n los horarios), con una media de edad entre los cuarenta y los cincuenta a?os, cierto aire tardopunk y capaz de disfrutar sin esnobismo ni complejos tanto de la ¨²ltima instalaci¨®n con l¨¢ser de Robert Henke como de una poderosa sesi¨®n de avant-techno de Komatassu.
Ese fue el p¨²blico que el viernes enloqueci¨® con el Holistic Strata de Umeda. El artista japon¨¦s sali¨® al escenario y expuso su cuerpo a una lluvia de p¨ªxeles que evoluciona en marea, tormenta y tempestad acompa?ada de barridos de frecuencias imposibles, errores digitales que explotan en subgraves o se disparan muy cerca del ultrasonido. El componente f¨ªsico de su danza depura elementos de la cultura urbana y el ballet cl¨¢sico en busca de un lenguaje esencial. En el fondo, la mayor¨ªa de los artistas de estas disciplinas con las que trabaja el L.E.V. tienen esa dimensi¨®n ontol¨®gica. Como las impactantes texturas visuales desplegadas a continuaci¨®n por el holand¨¦s Tarik Barri con las bases de Paul Jebanasam. Su Continuum, lo m¨¢s parecido a una cosmogon¨ªa digital, propici¨® otras tantas epifan¨ªas en el patio de butacas.
Detr¨¢s de todas estas propuestas hay tambi¨¦n un alarde tecnol¨®gico y cierto componente de truco, como si el L.E.V. fuera un espect¨¢culo de magia para modernos. Esta idea se plasma, por ejemplo, en las instalaciones con las que el festival, en este d¨¦cimo aniversario, ha querido extender su programaci¨®n a las calles de Gij¨®n, desbordando as¨ª los l¨ªmites geogr¨¢ficos de La Laboral, en la localidad de Cabue?es, a seis kil¨®metros del centro. En la ciudad, la capilla barroca del museo Barjola acoge el Wall Drawing de Joanie Lemercier. El artista franc¨¦s, uno de los m¨¢s destacados en el arte digital experimental, dibuja en la pared una malla de pol¨ªgonos, hace un mapeo digital y logra con los proyectores hacerla crecer en poliedros, desdibujarse, mutar y viajar por el espacio. Arte de magia pero tambi¨¦n un verdadero retablo digital m¨¢s conmovedor si cabe que una piedad, como reafirmaba alguien entre el p¨²blico al apuntar: ¡°Como todo esto lo coja una nueva religi¨®n¡¡±.
Por las noches, las experiencias trascendentales siguen en el L.E.V. en doble formato. Los conciertos, fuera la delicada sesi¨®n de Biosphere basada en su cl¨¢sico trabajo de 1994 Patashnik o el techno envolvente de Monolake, precipitaron el viernes el ejercicio colectivo de danza tribal al que lleva la m¨²sica electr¨®nica. Y promet¨ªan repetir el ritual ayer de madrugada de la mano del techno minimalista del brit¨¢nico Kuedo o del romanticismo electr¨®nico del alem¨¢n Robert Lippok. Pero el L.E.V. permiti¨® tambi¨¦n a su p¨²blico tomarse un respiro entre pase y pase, salir a la terraza y adentrarse en otra de las naves para ensimismarse en la contemplaci¨®n de Fall, instalaci¨®n del alem¨¢n Robert Henke, un estreno mundial inspirado en un pueblecito b¨¢varo desaparecido bajo las aguas. Arriba, proyectores l¨¢ser recrean ese mundo sumergido atravesando cubos de tela. Abajo, el p¨²blico se deja caer en las colchonetas, el suelo, los sillones, y descansa, flipa o graba con el m¨®vil.
El L.E.V. es tambi¨¦n una comunidad de artistas que empezaron siendo pioneros y compa?eros y hoy son viejos amigos que celebran la consolidaci¨®n de una escena. Por eso los organizadores del festival, el colectivo Datatron, formado por Cristina de Silva y Nacho de la Vega, no han dejado de incluir a algunos artistas que crecieron a su lado estos a?os. Es el caso de las LCC, dos asturianas cuyo primer LP en 2014 con el prestigioso sello Mego las ha situado en la primera divisi¨®n de la electr¨®nica experimental. Ayer actuaron en otro de los escenarios especiales, el Bot¨¢nico de Gij¨®n, muy cerca de La Laboral, en horario y con clima propicio para que el p¨²blico del festival se multiplicara en familias, ni?os y verm¨².
Algo parecido suceder¨¢ hoy, ya fuera de La Laboral, con actividades gratuitas por todo Gij¨®n al o largo de todo el d¨ªa, entre las que destaca ?scar Mulero haciendo una sesi¨®n de techno denso y oscuro en la Colegiata del Palacio de Revillagigedo. Con ¨¦l y la fiesta de clausura, el L.E.V. apagar¨¢ la ¨²ltima vela de su d¨¦cimo aniversario convertido en un referente internacional en su g¨¦nero y preparado para crecer sin perder su tama?o otros diez a?os m¨¢s. Siempre avanzando.
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