J¨®venes airados: el vendaval de los cincuenta
Con la muerte del dramaturgo Arnold Wesker, desaparece el ¨²ltimo de los ¡®angry young man¡¯ de Londres
A finales de los cincuenta, un grupo de artistas brit¨¢nicos (escritores, dramaturgos, cineastas) decidieron ¡°contar lo que sent¨ªan, no lo que deb¨ªan decir¡±, como Edgar al final de El rey Lear, mostrando una realidad que no aparec¨ªa en las fotos oficiales. Seg¨²n las cr¨®nicas, el disparo de salida tuvo lugar la noche del estreno en el Royal Court londinense, en mayo de 1956, de Mirando hacia atr¨¢s con ira, de John Osborne, que proclamaba la necesidad del realismo contra el inmovilismo de la escena teatral. Lo del disparo de salida era muy relativo. Para Michael Billington, por ejemplo, el vendaval airado comenz¨® a soplar ese a?o pero m¨¢s lejos, en el Theatre Workshop, del barrio de Stratford East, cuando la gran Joan Littlewood y su compa?¨ªa estrenaron de The Quare Fellow, del irland¨¦s Brendan Behan, una furiosa y enloquecida farsa sobre la pena de muerte. Sin embargo, Mirando hacia atr¨¢s con ira cont¨® con un valedor capital, Kenneth Tynan, el cr¨ªtico de moda, que en su columna del The Observer escribi¨®: ¡°No puedo querer a quien no quiera ver esta obra".
El t¨¦rmino angry young man (j¨®venes airados), que aparec¨ªa en el programa de mano, sirvi¨® para bautizar a un grupo del que, como suele suceder, ninguno se sinti¨® integrante. El sentimiento com¨²n exist¨ªa, al igual que el odio a la etiqueta conjunta, pero las divergencias eran considerables. Osborne, por ejemplo, consideraba a Coward y Rattigan como santones a abatir, mientras que su colega Harold Pinter siempre reconoci¨® la influencia de ambos. Y poco le interes¨® a Pinter, sin duda el dramaturgo m¨¢s original y poderoso de su generaci¨®n, la reivindicaci¨®n realista: cuando le preguntaban, dec¨ªa que el tema de sus obras era ¡°la comadreja bajo el mueble bar¡±. Sin embargo, el realismo y la descripci¨®n de ambientes de clase obrera y media-baja, escasamente presentes en el teatro, la narrativa y el cine de la ¨¦poca, se convirti¨® en la baza definitoria de los angry: a eso se refiere el denigratorio t¨¦rmino kitchen sink plays (obras de fregadero), que hace pensar en una nariz arrugada y bastante clasista. No hay que olvidar que la aparici¨®n de una tabla de planchar en el decorado de Mirando hacia atr¨¢s con ira levant¨® tambi¨¦n m¨¢s de una ceja cr¨ªtica, aunque hoy cueste creerlo.
Entre 1956 y 1960 puede establecerse una cartograf¨ªa (telegr¨¢fica) de la constelaci¨®n airada. En 1956, Colin Wilson publica el ensayo The Outsider, que se convertir¨¢ en una suerte de biblia te¨®rica del movimiento.
Pinter arranca en 1957 con La fiesta de cumplea?os. Lo de arranca es un decir: masiva hostilidad cr¨ªtica (solo el veterano Harold Hobson le salva de la quema). En el negociado novel¨ªstico, el inmediato precursor de los angry bien podr¨ªa ser Kingsley Amis, que en 1954 pega un bombazo con la s¨¢tira antiacad¨¦mica Lucky Jim. Poeta angry ser¨ªa, en su primera ¨¦poca, el no menos grande Philip Larkin, que comienza a cantar con su propia voz en Enga?os (1955), y d¨¦cadas m¨¢s tarde definir¨¢ a la perfecci¨®n el aire de la ¨¦poca en Annus Mirabilis o escribir¨¢ el poema m¨¢s angry (y m¨¢s punk) de la historia, This be the verse, que comienza con un rotundo ¡°They fuck you up, your mum and dad¡± (Te jodieron bien tus papis). John Braine, amigo de Amis y Larkin, publica Fango en la cumbre, en 1957, y Alan Sillitoe, quiz¨¢s el escritor airado por excelencia, se da a conocer entre el 58 y 59 con S¨¢bado noche, domingo ma?ana y el soberbio relato La soledad del corredor de fondo. Los textos de Sillitoe, que convertir¨¢ en guiones por encargo de Karel Reisz y Tony Richardson, ser¨¢n piedras angulares del naciente Free Cinema, impregnado de esencia angry. Richardson, que hab¨ªa montado Mirando hacia atr¨¢s con ira en el Court, la llevar¨¢ a la pantalla en 1958. Ese mismo a?o, dirigida por Joan Littlewood en el Theatre Workshop, se estrena con ¨¦xito Sabor a miel, de Shelagh Delaney, etiquetada como ¡°la dramaturga angry¡±, aunque el programa de mano se apresuraba a se?alar que ¡°no ten¨ªa nada que ver con ellos¡±.
Para cerrar este apresurado repaso hay que hablar de Arnold Wesker, que muri¨® el pasado d¨ªa 12 y fue uno de los autores que mejor retrat¨® a la clase trabajadora de la ¨¦poca. Fue descubierto por George Devine, el director art¨ªstico del Royal Court, que con la English Stage Company monta La cocina (1957) y Ra¨ªces (1959). Ra¨ªces, que cuenta con una gran protagonista femenina, el personaje de Beatie Bryant, es la pieza central de una notable trilog¨ªa completada por Sopa de pollo con cebada (1958) y Estoy hablando de Jerusalen (1960). Todo con patatas (1962), que trata sobre la neutralizaci¨®n de la protesta, fue quiz¨¢s su ¨²ltimo ¨¦xito, pero no por ello dej¨® de escribir: a su muerte contaba con cincuenta piezas publicadas, adem¨¢s de novelas y poes¨ªa.
Un hijo posible de los angry es Edward Bond, cuyo Salvados arm¨® un buen esc¨¢ndalo en el teatro brit¨¢nico de mediados de los sesenta, y tampoco hay que olvidar la ferocidad, en clave de comedia negra, de Joe Orton, con t¨ªtulos como Entertaining mr Sloane (1964), El bot¨ªn (1965) o la p¨®stuma Lo que vio el mayordomo (1969). En los noventa, el cr¨ªtico Aleks Sierz bautiz¨® como ¡°In-Yer-Face-Theatre¡± a la muy airada generaci¨®n de Sarah Kane, Mark Ravenhill, Joe Penhall y Martin McDonagh. La recient¨ªsima y exitosa Hangmen, de este ¨²ltimo, tiene no pocos ecos de Orton y del primer John Osborne.
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