?La justicia?

En medio de una cena, convenientemente regada, en San Sebasti¨¢n con Borja Hermoso y un amigo com¨²n, y despu¨¦s de haber saludado a un se?or encantador, normal en el mejor sentido del t¨¦rmino, imagino que de derechas, presidente del PP de Guipuzkoa, llamado Borja Semper, nos atac¨® un bombardero verbal excesivamente tosco de las tres se?oras que estaban en la mesa contigua. Sigo ignorando los motivos, pero recuerdo que nos identificaron sarc¨¢sticamente como izquierdosos (?o directamente rojos?) porque sab¨ªan que Borja y yo trabaj¨¢bamos en EL PA?S, y no s¨¦ cu¨¢ntas acusaciones m¨¢s.

Dado que las libaciones en ambas mesas pose¨ªan ya demasiados grados y uno ha sido testigo de alguna secuencia parecida en la que la agresividad oral deja paso a la f¨ªsica, ese incidente surrealista pod¨ªa transformarse en algo peligroso. Entonces nos revelaron amenazadoramente que eran jueces, no recuerdo si las tres, pero todas pertenec¨ªan al gremio. Nuestro amigo, que es un abogado muy racional, aplac¨® con su negociaci¨®n aquella insensata hoguera.

Pero nunca olvidar¨¦ esa identificaci¨®n que me recordaba aquello tan popularizado en el asqueroso franquismo de ¡°?sabe usted con qui¨¦n est¨¢ hablando, sabe que le puedo meter un puro?¡±. Qu¨¦ curioso que la palabra juez, que deber¨ªa otorgar seguridad y alivio al ciudadano com¨²n y decente, le provoque numerosas veces un escalofr¨ªo. A los grandes manguis no. Bueno, a algunos s¨ª. Depende del que te toque.

Quieren meter cuatro a?os y medio en el trullo a dos titiriteros que perpetraron un espect¨¢culo. Y no s¨¦ cu¨¢ntos pide la devota fiscal para esa se?ora tan atractiva del sujetador negro por su grotesco numerito en una capilla cat¨®lica de la Universidad. En un estado presuntamente laico. Vale lo del respeto al altar. Pero que tambi¨¦n instalen en las universidades mezquitas, sinagogas, templos satanistas... O todos o ninguno.