¡®Insurrecci¨®n¡¯, el himno contra reloj de El ?ltimo de la Fila
La imagen de ese videoclip parece un bodeg¨®n delirante: un hombre con aires de Dal¨ª mirando al techo, una joven con unas gafas de sol estrafalarias y pajarita, un torero con melena Beatle, una mujer barbuda¡ todos ellos sentados a la mesa. Delante, unas ni?as juegan en el suelo a cualquier cosa y, en primer plano, ajenos a la surrealista escena, dos j¨®venes de pelo largo miran a la c¨¢mara. Uno lleva una guitarra y el otro entona los primeros versos de un cl¨¢sico del pop espa?ol: ¡°?D¨®nde estabas entonces, cuando tanto te necesit¨¦?¡±. Probablemente no hayan reconocido la escena del jugoso v¨ªdeo que acompa?a a la canci¨®n, pero seguro que bastan esas pocas palabras para saber de qu¨¦ tema estamos hablando: Insurrecci¨®n, el gran ¨¦xito de El ?ltimo de la Fila. Y el de factura m¨¢s r¨¢pida.
En 1986, Manolo Garc¨ªa y Quimi Portet ya hab¨ªan probado fortuna con Los R¨¢pidos y Los Burros, pero fue su tercera formaci¨®n la que cuaj¨® de forma definitiva. Sucedi¨® con su segundo disco, Enemigos de lo ajeno. Trabajaron el ¨¦l durante meses, atrincherados en un local que habitaban en un edificio industrial del barrio barcelon¨¦s de Poblenou. All¨ª establecieron su cuartel general, a pesar de la desconfianza de los due?os, para los que dos inquilinos de pelo largo y aspecto bohemio no supon¨ªan la mejor garant¨ªa. Pagando por adelantado para acabar con las suspicacias, se atrincheraron en su particular estudio, donde trabajaron a destajo para confeccionar su segundo elep¨¦ como d¨²o.
Madrugando Quimi y trasnochando Manolo, antagonistas en lo musical, pero complementarios en la creaci¨®n, continuamente se juntaban a a cruzar ideas, letras y melod¨ªas. Lograron una colecci¨®n bien interesante: Aviones plateados, Soy un accidente, No me acostumbro, Mi patria en mis zapatos¡ sin embargo, en la ¨²ltima jornada de grabaci¨®n sent¨ªan que el disco se les quedaba corto. Apenas ten¨ªan tiempo de reacci¨®n, pero cuando menos lo esperaban, sucedi¨® algo. Su guitarrista Marc Grau apareci¨® de visita en el estudio, y Quimi qued¨® fascinado por su guitarra de doce cuerdas. Al cogerla e improvisar con ella, surgi¨® un riff espont¨¢neo que les gust¨®. R¨¢pidamente pidieron al t¨¦cnico que lo grabase, y Manolo corri¨® a buscarle la letra apropiada, escondi¨¦ndose en el lugar m¨¢s tranquilo del estudio. Adivinen cu¨¢l: s¨ª, el cuarto de ba?o.
Mientras Quimi iba perge?ando la m¨²sica sobre la marcha, Manolo escuchaba el ritmo y escrib¨ªa a toda prisa. Unas frases esbozadas fugazmente en el papel acabar¨ªan constituyendo uno de los cl¨¢sicos m¨¢s imbatibles del pop espa?ol, ese que cualquiera en su juventud ha gritado alguna vez a pleno pulm¨®n: ¡°Barras de bar, vertederos de amor. Os ense?¨¦ mi trocito peor¡¡±. En poco m¨¢s de dos horas de estudio (seg¨²n Quimi, les bast¨® una) y en apenas dos minutos de canci¨®n, dieron vida a ese halc¨®n herido por las flechas de la incertidumbre y la insurrecci¨®n.
Treinta a?os despu¨¦s, a¨²n les divierte contar las entra?as de la composici¨®n de aquel raudo himno. La versi¨®n original acababa con un loop, un ritmo repetido sin variaci¨®n, que grabaron sin bater¨ªa, apunta Quimi, y en cuanto a la letra, Manolo escoge entre su cartera de respuestas la que m¨¢s le apetece, dependiendo de qui¨¦n y cu¨¢ndo le pregunte. Una de las que m¨¢s ha trascendido es que la escribi¨® como cr¨ªtica a la compa?¨ªa de discos, por racanearles el presupuesto para grabar el ¨¢lbum y obligarles a hacerlo en muy pocos d¨ªas, con poco m¨¢s que un bocata y una cerveza para comer. Fue ¡°una producci¨®n muy magra¡±, recuerda el compositor.
Cantada con furor sabe a venganza, pero sea cual sea el motivo que la origin¨®, la ¨²nica lectura real y universal de Insurrecci¨®n es concebirla como un grito a favor de la libertad. ¡°Es una historia de ¡°estoy hasta los cojones¡±, y ah¨ª iba nuestro mosqueo con la compa?¨ªa, con la sociedad¡¡±, afirma Manolo Garc¨ªa. Una letra guerrera y popular que dej¨® de ser suya para ser de todos. El pasado febrero volvieron a defenderla en directo, en la gira que les uni¨® para rescatar el repertorio de sus dos primeros grupos. Otra gira tan feliz como aquellos tiempos bohemios, de videoclips surrealistas y canciones a vuelapluma, aferr¨¢ndose a las musas que aparec¨ªan en el ¨²ltimo minuto. Peque?as -y certeras- tretas para continuar en la brecha, que dec¨ªan entonces.
Babelia
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