Los aplausos y el muermo

Hay muchos cronistas del Festival de Cannes que aseguran ver por sistema seis pel¨ªculas al d¨ªa. Les envidio, ya que al parecer compaginan el placer con la obligaci¨®n. Lo que no entiendo es de d¨®nde sacan el tiempo para su fervoroso trabajo, ya que tambi¨¦n inundan las redes sociales (eso me lo han contado, sigo virgen) con sus comentarios sobre ellas, cubren ruedas de prensa, hacen entrevistas y no s¨¦ cu¨¢ntas cosas m¨¢s. Y as¨ª durante trece d¨ªas. Por mi parte, veo tres pel¨ªculas entre el cine a concurso y alg¨²n evento especial, pero acabo agotado. Por ello, es muy agradecible llegar con una m¨ªnima parte de tus deberes hechos. O sea, haber tenido la posibilidad de ver antes en los pases de prensa en Espa?a pel¨ªculas que se van a exhibir aqu¨ª. Quiero decir: poder despertarte alg¨²n d¨ªa a las nueve de la ma?ana en vez de a las seis y media.

Pero este a?o no ha habido suerte. La ¨²nica pel¨ªcula que hab¨ªa visto es Julieta, del ¨ªnclito Pedro Almod¨®var. Y ya he contado numerosas veces que el medio, el lugar y las circunstancias pueden influir en tu juicio precipitado sobre una pel¨ªcula, que lo que m¨¢s me ha agobiado o no he comprendido en un festival me puede sorprender o fascinar cuando lo reviso a las cuatro de la tarde en un cine de Madrid. Y al rev¨¦s. Hay ocasiones en las que los festivales te tienen tan hastiado que cuando aparece algo interesante lo colocas directamente en un altar. Y al revisarla en plan relajado descubres que no era para tanto.

En fin, que no madrugo por Julieta. Despu¨¦s me informan de que la proyecci¨®n para la prensa ha finalizado con aplausos breves aunque rotundos. Pues celebro que los cr¨ªticos hayan disfrutado tanto con la ¨²ltima obra de este cineasta universal. Si alguien siente curiosidad por mi opini¨®n le remito a lo que escrib¨ª y habl¨¦ cuando se estren¨® en Espa?a.

Ayer les hablaba del subid¨®n que aportaron Jarmusch y Nichols a la secci¨®n competitiva. Pero el muermo ha retornado. El muy prestigioso director franc¨¦s Olivier Assayas demuestra una enfermiza tendencia al delirio en la grotesca Personal Shopper, habitada por esp¨ªritus y una m¨¦dium. Y no s¨¦ si existen, pero los de esta trama son tan incre¨ªbles como tediosos. Adem¨¢s, se manifiestan enviando mensajes en las redes sociales, lo cual le permite al director dedicar gran parte del metraje a algo tan pesado como el intercambio de whatsapps entre una chica que usa todo tipo de instrumentos tecnol¨®gicos y el protector esp¨ªritu de su gemelo y difunto hermano. Como cine de terror no asusta. No hay l¨®gica. Ni el director comprende su historia. Imag¨ªnense el espectador.

La brasile?a Aquarius intenta sostenerse con la presencia de Sonia Braga, una mujer que fue muy hermosa y un permanente icono del cine brasile?o. Ella merec¨ªa que le hubieran ofrecido un guion en el que ocurriera algo interesante. Interpreta a una sesentona cr¨ªtica de m¨²sica, que recuerda su pasado, es viuda, debido al c¨¢ncer le cortaron un pecho, se distrae con sus amigos, lleva bien su soledad y se niega a vender su casa a una inmobiliaria. ?Y qu¨¦ m¨¢s? Pues nada.