Michael Moore, buf¨®n y arlequ¨ªn
El nuevo trabajo de Moore se centra en las mejorables condiciones de vida de los estadounidenses en comparaci¨®n con otros pa¨ªses del mundo
En la mejor ¨¦poca del cine de Michael Moore, la que va de Roger y yo (1989) a Fahrenheit 9/11 (2004), entre sus habituales virtudes, siempre hab¨ªa un momento en el que se colaba, como discordante nota de color, un dato chocante, una afirmaci¨®n maniquea, una situaci¨®n creada por el propio director que, con la intenci¨®n de provocar, estaba al borde de la desverg¨¹enza. Instantes m¨¢s pendientes del fuego de artificio que del vigor narrativo, que hac¨ªan tambalearse el andamio de interesantes verdades que sosten¨ªan sus pel¨ªculas de tesis.
?QU? INVADIMOS AHORA?
Direcci¨®n: Michael Moore.
G¨¦nero: documental. EE UU, 2015.
Duraci¨®n: 120 minutos.
Con el tiempo, esas grietas, a¨²n m¨¢s visibles en ensayos pol¨ªticos como Est¨²pidos hombres blancos, se fueron haciendo cada vez m¨¢s grandes, y su prestigio fue mermando (recordemos que Fahrenheit 9/11 lleg¨® a ser Palma de Oro en Cannes), tanto en Estados Unidos como en el extranjero. De hecho, en su pa¨ªs, a pesar de ganar el Oscar por Bowling for Columbine, una parte creciente de la opini¨®n p¨²blica, al principio de la derecha, m¨¢s tarde incluso del progresismo, lo fue viendo como un no demasiado influyente extremista con tendencia al espect¨¢culo.
Los primeros minutos de ?Qu¨¦ invadimos ahora?, el nuevo trabajo de Moore, centrado en las mejorables condiciones de vida de los estadounidenses en comparaci¨®n con otros pa¨ªses del mundo, sobre todo en Europa, llevan al extremo esa deriva que se ven¨ªa apuntando hacia la colorista pompa de jab¨®n y el imparable egocentrismo. Ciertas im¨¢genes de la parte inicial de la pel¨ªcula confirman que Moore se ha convertido en un clown al borde del sonrojo que, por sus m¨¦todos, acaba provocando un inevitable distanciamiento de sus teor¨ªas, dando la raz¨®n a los que, exageradamente en sus inicios, lo tildaban de buf¨®n cuando les escup¨ªa verdades al rostro. Sin embargo, incluso los payasos, entre dosis de humor, trazo grueso y datos elegidos convenientemente mientras otros son obviados, pueden mostrar aspectos interesantes de arlequ¨ªn. Y aqu¨ª los hay.
Con su habitual gusto por la iron¨ªa y su indiscutible capacidad para el montaje visual, musical y sonoro, ?Qu¨¦ invadimos ahora? es una especie de Salvados en versi¨®n global y de lujo, que va presentando algunas de las (presuntas) mejores virtudes de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial de nuestro continente, de sus sistemas educativo (la escuela finlandesa, la universidad eslovena), penitenciario (Noruega) o de memoria del pasado (Alemania). Y aunque no parezca el mejor momento para ensalzar el trabajo de la vieja Europa, se cuelan comparaciones, im¨¢genes y teor¨ªas de impacto. Tesis que, entre la sobredosis presencial de Moore y los datos a medias, quiz¨¢ no acaben de ser escuchadas por esos a los que el director precisamente denuncia.
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