'El Ministerio del Tiempo', a todo gui?o

A veces tengo la sensaci¨®n de que el mundo se acabar¨¢ cuando uno de los personajes de Cu¨¦ntame, probablemente Antonio, vea en la televisi¨®n el primer cap¨ªtulo de la serie. Se generar¨¢ entonces un bucle espacio-temporal ¡ªo como llamen esas cosas los f¨ªsicos; acontecimiento planetario, lo llamaron los socialistas¡ª que nos engullir¨¢ a todos. No s¨¦ si lo tiene previsto el Instituto para el Futuro de la Humanidad. Lo que s¨¦ es que eso no pasa en El Ministerio del Tiempo. Las autoreferencias est¨¢n a la orden del d¨ªa. Forman parte de esa que puede ser la mayor virtud de la serie y, a mi juicio, su mayor defecto, la abultada colecci¨®n de gui?os que es cada cap¨ªtulo. El primero de la segunda temporada era un no parar.

Comenzaba fuerte el cap¨ªtulo. Un caballero la emprend¨ªa a mandobles con una patrulla morisca hasta dejarlos a todos, salpicones de sangre mediante, atravesados. ?A todos? No, hab¨ªa un par de sujetos grabando la escena con un tomavistas, toma ya. La distracci¨®n de ver en el siglo XI a un tipo vestido de franciscano con una Super 8 es demasiado para el caballero, a la saz¨®n el espa?ol¨ªsimo M¨ªo Cid, que fenece atravesado por una lanza sarracena, cuyo lanzador es a su vez acribillado a tiros por uno de los frailes. Reacci¨®n del otro tonsurado: ¡°Eres mu tonto, Ortigosa, mu tonto¡±. Gui?o uno, a Jos¨¦ Mota y su hora.

A partir de ah¨ª, una tras otra. Parece uno de esos libros de Busca a Wally, no debe uno perderse la siguiente perla. Que si Sp¨ªnola, rendidor de Breda, suelta ¡°ese cabr¨®n de Olivares¡±, en alusi¨®n al famoso Conde-Duque, con quien rivaliz¨® en la corte del Rey Felipe III (casualmente, Olivares tambi¨¦n es el apellido de los creadores de la serie...). Que si el personaje de Jaime Blanch suelta que, de conocerse la existencia del Ministerio, ser¨ªa el colmo, har¨ªan una pel¨ªcula ¡°o peor a¨²n, una serie absurda¡± (perd¨®neseme si no es exacta la literalidad, que es muy furibunda la feligres¨ªa de MdT, minist¨¦ricos). As¨ª, hasta llegar a la obra cumbre de la sutileza referencio-gui?adora: cuando Sp¨ªnola, interpretado por Ram¨®n Langa, a la saz¨®n conocido por doblar desde siempre la voz de Bruce Willis, asediado por una horda musulmana, suelta eso de ¡°Yipiyahey, hideputas¡±, adaptaci¨®n siglo-de-oro de la famosa coletilla de La jungla de cristal, interpretada por el Willis, al que siempre puso voz. Enorme. No se puede abarcar m¨¢s con tan pocas letras.

Y que si un gui?o a Charlton Heston, presidente vitalicio de la asociaci¨®n nacional del Rifle, preguntando a Men¨¦ndez Pidal, nada menos, que si hab¨ªa rifles en la ¨¦poca del Cid; que si un gui?o a Saber y ganar, que si otro a Blade Runner, que si¡­ Un no parar, como dec¨ªa.

El problema es que para el que no tenga en la cabeza esas referencias, la serie puede perder mucha de la gracia que tiene y quedarse en eso, una cosa de aventuras que no pasar¨ªa de entretenida. Es cierto que siempre se puede recurrir a la masa tuitera, que no deja pasar una ¡ªanoche era un hervidero¡ª pero para el que vea la tele sin la tableta en las rodillas el Ministerio se resiente. A mi se?or padre le dejar¨ªa igual la aparici¨®n estelar de David Sainz, que llev¨® al paroxismo a muchos tuiteros cuando dijo que iba de guerra en guerra ¡°malviviendo¡±, nombre de la serie online con la que se hizo conocido. No pasar¨ªa de pensar que qu¨¦ raro pod¨ªa caer en el imperio romano un tipo que hablase lat¨ªn con acento canario.

En fin, como dijo alguien en el mentidero online: ¡°M¨¢s gui?os y se quedan ciegos. #VuelveMdT por todo lo alto¡±.