La conexi¨®n suiza de Eduardo Arroyo
El Kunstmuseum de Thun (Berna) consagra una retrospectiva mayor al artista espa?ol. La muestra explora la influencia de Suiza, sus mitos y sus creadores en la obra de Arroyo
Es muy posible que Suiza no sea lo primero que se nos viene a la cabeza al pensar en la obra de Eduardo Arroyo, pero la naci¨®n alpina ha ejercido una influencia significativa a lo largo de su carrera. Y es esta curiosa relaci¨®n de d¨¦cadas la que ha decidido explorar el Kunstmuseum de Thun.
Esta instituci¨®n (situada a unos 20 minutos de Berna) est¨¢ consagrada a la preservaci¨®n del arte suizo, desde el periodo cl¨¢sico hasta nuestros d¨ªas, y cuenta con m¨¢s de 7000 obras en su colecci¨®n permanente. Hace tres a?os Helen Hirsch, directora del Kunstmuseum Thun, decidi¨® presentar Eduardo Arroyo: The Swiss Chapters, la primera retrospectiva que un museo estatal suizo dedica a la obra del creador madrile?o nacido en 1937.
La imponente muestra abarca una planta entera del museo y presenta esculturas, pinturas, dibujos y litograf¨ªas. El nombre The Swiss Chapters viene de la doble influencia de la cultura suiza y de sus creadores. En Thun se descubren obras de Arroyo que toman prestados referentes de la mitolog¨ªa suiza, como Guillermo Tell, junto a referencias a los bancos, los Alpes, el chocolate y todos los elementos que suelen conformar la Suiza eterna en el imaginario colectivo. A ellos se suman sus caracter¨ªsticos deshollinadores, boxeadores y obras en papel de lija,
Pero lo m¨¢s inhabitual de The Swiss Chapters es que presenta la obra de Eduardo Arroyo ¡°enfrentada¡± a piezas de artistas suizos que han influido en su carrera, ya sea a nivel est¨¦tico, o personal. ¡°Es bastante ins¨®lito que un artista acepta ceder el protagonismo de su propia retrospectiva a otros artistas, pero estoy contento del resultado¡±, comenta Arroyo, quien estuvo presente en la inauguraci¨®n.
Adem¨¢s del trabajo de Arroyo, The Swiss Chapters propone desde un mural monumental de Tinguely, prestado especialmente para esta ocasi¨®n, hasta dibujos de Alberto Giacometti, pasando por referencias a la obra literaria de Robert Walser, piezas de Meret Oppenheim o cuadros del hist¨®rico pintor suizo Felix Vallotton. Tal como explica el propio interesado, su primer contacto con Suiza fue en 1965. ¡°Vine para preparar una exposici¨®n, y adem¨¢s ten¨ªa ganas de ver la casa de Lenin en Z¨²rich para ver si me inspiraba algo¡±, explica con un gui?o. ¡°Luego he vuelto a Berna, donde me interesaba una escuela de boxeo con la que he colaborado. Adem¨¢s, Suiza me resultaba atractiva dada su proximidad, dado que yo viv¨ªa en Mil¨¢n en esos tiempos¡±.
La relaci¨®n con Suiza se fue profundizando gracias a galeristas y coleccionistas que se interesaron en su trabajo. ¡°Desde un principio, me atrajeron los mitos y leyendas suizos. Pero creo que lo m¨¢s me ha interesado de este pa¨ªs fue su originalidad respecto a los dem¨¢s pa¨ªses de Europa. Siempre he pensado que los intelectuales suizos son m¨¢s interesantes que el resto, sobre todo porque hablan tres o cuatro idiomas sin problemas. Esta verdadera rareza los hace ser ¨²nicos y muy abiertos¡±.
Arroyo recuerda una an¨¦cdota sobre sus amistades suizas: ¡°Yo era amigo de Alberto Giacometti, pues com¨ªamos en el mismo restaurante de Montparnasse. Me apreciaba mucho por el hecho de ser espa?ol. Nos ten¨ªa totalmente idealizados a causa de la Guerra Civil. Pero lo gracioso es que, a pesar de tratarnos durante mucho tiempo, Giacometti nunca supo que yo era artista. No me atrev¨ªa a dec¨ªrselo pues su prestigio me intimidaba¡±.
Eduardo Arroyo presenta tambi¨¦n estos d¨ªas el libro de memorias Bambalinas. La muestra Eduardo Arroyo: The Swiss Chapters puede ser visitada hasta el 7 de agosto.
Babelia
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