El S¨®nar m¨¢s bipolar
James Rhodes y Fatboy Slim marcaron la jornada inaugural de un d¨ªa en el que tambi¨¦n brillaron Acid Arab y Kelela
En su primera jornada el Sonar mostr¨® sus dos caras m¨¢s distantes. Si de d¨ªa fue el pianista James Rhodes quien alej¨® al festival del chip acun¨¢ndolo con Chopin, por la noche, en el concierto promocional auspiciado por una marca de cerveza, fue el ritmo de puchero y sartenazo de Fatboy Slim quien subi¨® al techo a una multitud en el Pol¨ªgono Pedrosa, donde s¨®lo se o¨ªa hablar en castellano. Adem¨¢s de estos artistas triunfaron en la jornada diurna Kelela, Nicola Cruz o Martin Messier.
Tras el silencio reverencial logrado por Rhodes en su escenario, s¨®lo roto por su piano y la presentaci¨®n de las obras que interpret¨®, la noche fue menos sutil. Fatboy Slim, camisa de turista, saltos de turista en pos de una sangr¨ªa, aplast¨® a la multitud con sus ritmos, m¨¢s gordos que la gravidez de un cet¨¢ceo, sus samplers y unos bombos que hasta Beethoven oir¨ªa. M¨²sica a granel para desgastar zapatillas y dar trabajo a los otorrinos.
Por su parte Rhodes vest¨ªa camiseta, pantalones negros y unas zapatillas que ni Gary Glitter. Se sorprendi¨® por estar all¨ª. ¡°Lang Lang deb¨ªa estar ocupado¡±, dijo tirando de un sentido del humor que le ha ayudado a sobrevivir a una infancia traum¨¢tica presidida por los abusos sexuales. Rhodes, que habla de sus compositores favoritos en t¨¦rminos como ¡°Liszt es el cabronazo responsable de que los pianistas tengan que ejecutar de memoria recitales de piano enteros¡± o que proclama que la pugna entre Scriabin y Rajm¨¢ninov ¡°fue la rivalidad entre Blur y Oasis del siglo XIX¡±, recre¨® la autobiograf¨ªa que le ha convertido en un personaje,?Instrumental, explicando en t¨¦rminos emocionales los porqu¨¦s de las piezas que interpret¨® y toc¨¢ndolas despu¨¦s con limpieza aunque con menos capacidad de emoci¨®n que la conseguida con sus propias palabras al presentarlas.
Antes de su actuaci¨®n el Sonar mostr¨® otras caras. Ya en la zona de acreditaciones un ruido de aeropuerto daba la bienvenida, aunque luego se descubri¨® que no era un Boeing, sino los subgraves de Mad Professor. Era la cuota jamaicana, luego explicada de forma desasosegante por King Midas Sound y Fennesz. Dub perezoso oreado con ruido, voces fumadas onda Massive Attack, bruma y oscuridad. Un cruce fant¨¢stico. Algo as¨ª como el de Nicola Cruz, un ecuatoriano que samplea m¨²sica popular latinoamericana a la que insufla graves que casan con el sonido de quenas, charangos y voces que cantan en castellano. No era m¨²sica bailable, pero casi, y en esa retenci¨®n estaba la gracia de la propuesta.
Gran men¨² m¨¢s all¨¢ del ¡®techno¡¯
El viernes es uno de los d¨ªas fuertes del S¨®nar. Estas son algunas de las recomendaciones:
Underground Resistance (19.10) Historia viva del techno de los ¨²ltimos 20 a?os.
Zero vs Chelis (21.45) Son dos de los pinchadiscos m¨¢s respetados y vers¨¢tiles del panorama nacional.
Jean Michel Jarre (22.30). Representante de lo mejor y de lo peor, el m¨²sico de los sintetizadores y de los conciertos multitudinarios, regresa por la puerta grande.
Anohni (22.50) Antony Hegarty ahora es Anohni. La diva neoyorquina, de origen ingl¨¦s, se ha lanzado sin ambages a la electr¨®nica experimental y quebrada de Hudson Mohawke y Oneohtrix Point Never.
Por el contrario, en el Village, era el Magreb el protagonista gracias a Acid Arab. La cosa es que dos disc-jockeys parisienses se sorprendieron en T¨²nez de la riqueza de la m¨²sica ¨¢rabe. En su boca abierta de turistas pasmados deb¨ªa caberles una darbuka de trav¨¦s. Metieron techno a esta m¨²sica y de cabeza al Sonar, logrando que all¨ª las alemanas bailasen como hur¨ªes. A todo esto, quien baila de forma llamativa tarda un beat en tener una c¨¢mara de tele mir¨¢ndole.
Pero para pasmo el espect¨¢culo de Martin Messier haciendo m¨²sica con campos electromagn¨¦ticos. En escena parec¨ªa una operadora manipulando una centralita telef¨®nica de los cincuenta en versi¨®n minimal, con un clavijero que ordenaba sonidos, interferencias e im¨¢genes que evocaban el paso de postes viajando en tren. Bello por sucinto.
Triunf¨® tambi¨¦n Kelela y su rhythm and blues sint¨¦tico, una suerte de Beyonc¨¦ digital que oscureci¨® a un Jamie Woon al que su escenario le qued¨® enorme, empeque?ecido por su clasicismo de soulmen con querencias modernas. El grime callejero y sucio de Lady Leshurr en una actuaci¨®n corta pero divertida marc¨® otro de los perfiles de este bazar de sonidos que es el S¨®nar. Ya est¨¢ de nuevo abierto.
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