Deseo sobre la hierba

Lo primero que escuchamos en Un amor de verano es una frase que el padre dirige a la protagonista, Delphine, encarnada por una sutil Izia Higelin que levanta a su personaje sobre las fuerzas enfrentadas del descubrimiento vitalista y la ocultaci¨®n estrat¨¦gica. Es una frase aparentemente inofensiva, pronunciada con m¨¢s inercia que malicia, pero que agrede al personaje con el peso de una asfixiante tradici¨®n de roles preasignados de g¨¦nero. Delphine es una chica de campo. Y es lesbiana. En el primer tramo de la pel¨ªcula, una temporada en Par¨ªs no supondr¨¢ la reconciliaci¨®n con una identidad sexual ya perfectamente asumida, sino el encuentro con inesperadas complicidades, la emergencia de una conciencia pol¨ªtica y el nacimiento de la relaci¨®n que da t¨ªtulo a este noveno largometraje de Catherine Corsini.

Un amor de verano encuentra su justo tono cuando fija su atenci¨®n en las complejidades de esa historia pasional: la pel¨ªcula abandona entonces cierto impulso program¨¢tico y su ingenua fetichizaci¨®n de la nostalgia militante para explorar las vulnerabilidades que salen a la luz en esos dos cuerpos deseantes. Lidiando con la intolerancia de su entorno afectivo y con la dependencia sentimental de su amada, Delphine se acaba erigiendo en una figura casi heroica. A su lado, C¨¦cile de France, en la piel de Carole, ofrece un conmovedor recital en torno a la erosi¨®n de viejas certezas e identidades que todo amor verdadero conlleva. Corsini consigue algo realmente complejo: capturar una desbordante plenitud sensorial, sin negar, ni dramatizar su inevitable condici¨®n ef¨ªmera.