Locas de azar

Los colores de la locura, entendida como extrav¨ªo del alma. Charli Levi Leroy, actor, director, autor y psic¨®logo, hace un breve mosaico de personajes aquejados de graves patolog¨ªas en La mirada interior, soliloquio de soliloquios interpretado por Raquel Arigita. En un cubo blanco inmaculado cuyas reducidas dimensiones evocan la habitaci¨®n de un psiqui¨¢trico (y el microapartamento de Metro c¨²bico, hilarante espect¨¢culo de Fernando S¨¢nchez-Cabezudo), la actriz encarna sucesivamente a siete mujeres que sufren trastornos psic¨®ticos: no figura ning¨²n psic¨®pata porque estos, desafortunadamente, siempre anduvieron sueltos, integrados y escalando posiciones fara¨®nicas en la pir¨¢mide social.

De la fijaci¨®n que los personajes tienen con sus amantes o con quienes abusaron sexualmente de ellas, podr¨ªa desprenderse que sus graves desequilibrios ps¨ªquicos son efecto de eso, pero m¨¢s bien creo que en todos los casos el incidente amatorio se convirti¨® en centro gravitacional nuevo de una patolog¨ªa anterior. De los siete, el texto con m¨¢s vuelo, el m¨¢s sugestivo y ambiguo, es el del enamorado ignorante de estarlo de dos gemelas que se turnan en sus citas, que podr¨ªan ser en realidad una sola mujer desdoblada cuyo brote alcanza la intensidad del que Polanski mostr¨® en Repulsi¨®n. Alguno de los soliloquios resulta binintencionado y predecible. Raquel Arigita los interpreta con voces y actitudes marcadamente diferentes, cargando las tintas en el de la lesbiana que evoca a su apedreada Mari-Gaila y en el de la asesina. La prefiero en sus registros m¨¢s naturales. Sobre todo en el mon¨®logo octavo, el de mayor extensi¨®n, de corte autoconfesional, en el que autor y actriz cosen sutilmente pasajes caracter¨ªsticos de los siete anteriores. Un buen final, llano y en alto, para un espect¨¢culo que har¨¢ temporada de verano en Buenos Aires.