Evan Ratliff: ¡°El periodismo siempre cuesta dinero¡±
Uno de los nombres m¨¢s interesantes en el paisaje medi¨¢tico de EE UU, su trayectoria combina el trabajo como reportero con la tarea de emprendedor
En 2009 la revista Wired ofreci¨® 5.000 d¨®lares a sus lectores si lograban cazar a Evan Ratliff (Atlanta, 1976). El periodista hab¨ªa aceptado el reto de desaparecer del mapa y durante varias semanas fue dejando mensajes y dando noticias, cambiando su aspecto como un fugitivo, hasta que fue descubierto por un grupo de seguidores en Nueva Orleans. El reportaje resultante qued¨® finalista en los National Magazine Awards, pero aquel no fue ni el primero ni el ¨²ltimo experimento period¨ªstico de Ratliff, uno de los nombres m¨¢s interesantes en el paisaje medi¨¢tico estadounidense, cuya trayectoria combina su trabajo como reportero con una incesante tarea de emprendedor. Uno de sus primeros proyectos fue Pop -Up Magazine, que surgi¨® al comentar con un amigo en San Francisco lo decepcionantes que resultaban las lecturas p¨²blicas y la inexistencia de eventos con ¡°periodismo contado en vivo¡±. Decidieron montar esta revista en directo en la que escritores, fot¨®grafos y cineastas exponen en un teatro un contenido que nunca llega a publicarse, ni queda filmado, ni recogido en una web. Las 3.000 entradas para el ¨²ltimo n¨²mero se vendieron en 5 minutos.
En 2011 Ratliff y el editor web de The New Yorker Nick Thompson lanzaron The Atavist, una publicaci¨®n exclusivamente digital que apuesta por las cr¨®nicas y los reportajes de largo aliento que venden uno a uno. El proyecto fue saludado con genuino entusiasmo, entre otros, por el legendario David Carr.
El periodismo inmersivo que emplea 3D est¨¢ atrayendo a muchas publicaciones y llev¨¢ndose muchos recursos
Evan Ratliff
La ¨²ltima aventura de Ratliff ha sido el reportaje serializado Mastermind, sobre Paul Le Roux un programador, jefe de un cartel que a pesar de las condenas acab¨® siendo fichado como agente de la Agencia Antidroga estadounidense (DEA). En las siete semana que dur¨® la serie tuvo una apabullante audiencia. Con aire m¨¢s de reportero que de empresario, el afable y t¨ªmido Ratliff, sentado en un caf¨¦ de Brooklyn, cuenta que ahora prepara un libro donde reunir¨¢ y ampliar¨¢ este ¨²ltimo reportaje.
Pregunta. Su revista The Atavist apost¨® por los cl¨¢sicos reportajes largos. ?Qu¨¦ novedad aport¨®?
Respuesta. Cuando arrancamos nadie publicaba cr¨®nicas largas exclusivamente en formato digital. Adem¨¢s el modelo econ¨®mico que propusimos para la revista estaba a medio camino entre los libros y las revistas porque a los autores les pagamos una tarifa y luego les damos royalties. Las historias se venden una a una o por subscripci¨®n. Adem¨¢s, desde el punto de vista del dise?o, en 2011 la idea de que lo digital fuera lo primero y que estos art¨ªculos incoporasen v¨ªdeo, audio y grandes im¨¢genes y gr¨¢ficos era algo que simplemente no se hac¨ªa.
P. ?Por falta de costumbre?
R. Bueno con la explosi¨®n de Twitter en 2007 los editores pensaban que todo deb¨ªa ser m¨¢s breve. Nosostros apostamos por lo contrario, aunque cuando lanzamos The Atavist ni siquiera exist¨ªan las tabletas, s¨®lo hab¨ªa tel¨¦fonos y ordenadores para leer los reportajes que public¨¢bamos.
P. ?C¨®mo ha evolucionado su proyecto?
R. El modelo de dise?o del que hablaba, y por el que apostamos, est¨¢ ahora en todas partes. Hemos forcejeado mucho con la idea de si necesit¨¢bamos ser novedosos, innovar s¨®lo por el mero hecho de hacerlo. Pero al final lo que queremos es seguir contando el tipo de historias que hemos publicado: art¨ªculos por encima de las 10.000 palabras, que llevan un largo trabajo de edici¨®n multimedia.
P. ?A qu¨¦ han renunciado?
R. Bueno, los reportajes de realidad virtual ¡ªel llamado periodismo inmersivo que emplea 3D¡ª desde 2014 est¨¢n atrayendo a muchas publicaciones y llev¨¢ndose muchos recursos, porque es algo realmente caro. Grandes cabeceras como The New York Times han entrado en ello, pero nosotros somos una compa?¨ªa peque?a y hemos decidido no meternos con eso.
P. Poco despu¨¦s de empezar la revista lanzaron un sello de libros electr¨®nicos, pero cerraron en 2014 ?qu¨¦ pas¨®?
R. Las plataformas editoriales de libros electr¨®nicos cortos como los nuestros necesitan mucho m¨¢rquetin; era muy complicado que fueran rese?ados y tuvieran difusi¨®n. Aceptamos de muy buen grado ser solo una revista. En cuatro a?os recibimos media docena de nominaciones a los National Magazine Awards, y en 2015 ganamos.
P. Su ¨²ltimo ¨¦xito, con m¨¢s de un mill¨®n de lectores-seguidores, ha sido el reportaje serializado sobre el criminal Paul Calder Le Roux. ?Este formato de serie es una innovaci¨®n?
R. En digital otra gente ya hab¨ªa probado los textos serializados, por ejemplo Amazon. Por supuesto tambi¨¦n est¨¢n los reportajes de investigaci¨®n serializados en televisi¨®n y los podcast que indagan en un solo caso, que me encantan, y me hicieron preguntarme c¨®mo har¨ªa yo algo as¨ª. Y adoro los reportajes de las revistas, un formato del que estoy enamorado. El reto era juntar las dos cosas, y crear el mismo tipo de cuelgue que producen series como The Wire, en las que necesitas ver qu¨¦ pasa a continuaci¨®n.
Coordenadas
Un libro. Negroland de Margo Jefferson es el que m¨¢s me gust¨® en 2015. Pero tambi¨¦n quiero mencionar la primera antolog¨ªa de textos de nuestra revista Love and Ruin. The Atavist Collection, que publica Norton a finales de julio.
Una idea. La adicci¨®n de los medios digitales a la "escala" y la medici¨®n que acabar¨¢ por destruirlos en gran medida.
Una certeza. El negocio del periodiasmo siempre ser¨¢ desgarrador.
Una voz que merece ser escuchada. La de la ensayista y cr¨ªtica Rachel Kaadzi Ghansah.
P. ?Trasladar la fiebre por las series al periodismo?
R. Eso es lo que hizo el podcast Serial y lo que quise llevar al medio escrito. Intent¨¦ empaparme del suspense, la intriga.
P. ?C¨®mo lo hizo?
R. Me marqu¨¦ un plan para hacer cada episodio en una semana de principio a fin, toda la investigaci¨®n y toda la escritura, y esto me permit¨ªa continuar la historia e incorporar lo que acababa de descubrir. Fue complicado, cerraba el domingo la historia de unas 7.000 palabras que sal¨ªa el lunes y ese mismo d¨ªa ya estaba reportajeando el siguiente. Ten¨ªa que incluir tambi¨¦n lo que me iba llegando, por ejemplo, las fotos que un familiar me mand¨®.
P. Prepara un libro y ha vendido los derechos del reportaje a Hollywood. ?Qu¨¦ conclusi¨®n ha sacado de este ¨¦xito?
R. Lo primero es que es muy dif¨ªcil toparte con este tipo de historia. Las hay pero cuesta encontrarlas.
P. Curiosamente, aunque los reportajes de The Atavist en un principio contaban con una versi¨®n audio ahora han renunciado a ello.
R. Es cierto que ahora todo lo relacionado con el audio y los podcast est¨¢ viviendo un gran auge y se ha sofisticado, pero precisamente por eso es un error pensar que algo que ha funcionado en un medio ir¨¢ igual de bien en otro.
P. ?Lleg¨® la fiebre de los podcast y se acab¨® el gran momento digital de los reportajes largos?
R. Es incre¨ªble, el apogeo del periodismo digital de ese tipo de largas cr¨®nicas multimedia ha pasado, aunque por otro lado el formato es onmipresente, est¨¢ en todas partes. Es cierto que la narraci¨®n de un reportaje en audio resulta m¨¢s ¨ªntima, m¨¢s cercana, m¨¢s fresca. Pero aunque esto atraiga a mucho p¨²blico, siempre hay lectores para reportajes largos.
P. ?Qu¨¦ otras cosas cree que son inmutables en el mundo period¨ªstico?
R. Siempre ha sido y es dif¨ªcil hacer dinero, y esto, aunque nos parezca incre¨ªble, no es tan diferente de como sol¨ªa ser anta?o. Siempre surgen nuevos medios y experimentos. Otra cosa que no cambia es que el periodismo cuesta dinero y no se puede hacer de forma barata: la no ficci¨®n inteligente vende y hay lectores, si est¨¢ bien hecha.
P. ?Entonces el discurso generalizado peca de pesimista?
R. Yo veo que las mismas publicaciones que en Estados Unidos publicaban excelentes trabajos period¨ªsticos en los noventa lo siguen haciendo. Adem¨¢s hay nuevos proyectos para promover y financiar el periodismo de investigaci¨®n, sitios como ProPublica o The Marshall Project, fundaciones con un modelo distinto del nuestro.
P. ?Qu¨¦ ha fallado entre Trump y los medios?
R. El ascenso del candidato republicano es algo que muchos reporteros y periodistas no han logrado comprender porque no salen ah¨ª fuera. El fen¨®meno de Trump tiene que ver con los programas de radio derechistas, algo que les es ajeno, que no conocen. A m¨ª no me sorprende que alguien as¨ª haya acabado por salir.
P. La cobertura que se ha hecho de Trump parece haber estado guiada s¨®lo por los ¨ªndices de audiencia. ?Otra vuelta de la tuerca a la pol¨ªtica como entretenimiento?
R. Es que el modelo para las noticias digitales es el televisivo. Publicaron lo que la gente pinchaba, y as¨ª sacaron hasta 15 historias en un mismo d¨ªa sobre Trump. El paisaje medi¨¢tico se convirti¨® en mero entreteniemiento.
P. Y a Hilary Clinton ?c¨®mo la est¨¢n tratando?
R. El seguimiento que est¨¢n haciendo de su campa?a es como el que se ha hecho anteriormente a otros candidatos. Pasan por alto algunas cosas que no deber¨ªan, y se ponen duros en temas en los que quiz¨¢ no deber¨ªan. Todo esto entra dentro de lo normal; pero la cobertura pol¨ªtica es generalmente mala, que no me sorprende. La diferencia respecto a Trump es que ¨¦l no es un candidato t¨ªpico, ¨¦l ha jugado con los medios como si fueran tontos y ha ganado.
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