El Yiyo ha vuelto a morir
El hijo del banderillero que asisti¨® a la muerte de Jos¨¦ Cubero en Colmenar llev¨® a V¨ªctor Barrio a la enfermer¨ªa de Teruel
Los turistas que recalan en Sep¨²lveda preguntan qu¨¦ hace un capote colgando en la torre del reloj. Y qui¨¦n es V¨ªctor Barrio. Y por qu¨¦ hay tantos periodistas en la plaza. La respuesta puede aclararse en la edici¨®n dominical de El Adelantado, cuya portada recrea la tragedia de Teruel. Que pod¨ªa ser una pintura de Caravaggio en su "terribilit¨¤" y que expone al torero muerto sobre la arena, ex¨¢nime, abandonado de vida.
Le han hecho la autopsia en Teruel como si fuera la muerte de Barrio un misterio. Y no hay otro misterio que el sacerdocio de la tauromaquia. Ni otra explicaci¨®n que la cornada silenciosa de Lorenzo, cuyo pit¨®n izquierdo alcanz¨® el coraz¨®n de Barrio como el escarpelo de un cirujano, y como Burlero hizo con El Yiyo.
No se restringe la fatalidad a los matices del parte m¨¦dico ni a la correlaci¨®n hist¨®rica. Impresiona m¨¢s todav¨ªa el tributo que una y otra tragedia le ha exigido a la familia de los Saugar, linaje de banderilleros abnegados que han llevado en sus brazos como si fueran la Piet¨¤ a los m¨¢rtires del coraz¨®n partido. "Pali, este toro me ha matado", murmur¨® El Yiyo a su pe¨®n de confianza antes desmayarse como una marioneta sin hilos.
Y ha vuelto a ocurrir. Ha sucedido que el hijo de El Pali, Pablo Saugar se llama, recogi¨® entre sus brazos el cuerpo sin vida de Barrio. Y lo llev¨® hasta la enfermer¨ªa con sus compa?eros, sabiendo los unos y los otros que el matador de Sep¨²lveda estaba amortajado en su traje de luces, l¨ªvido como la estatua de un cementerio.
Y le lloran sus vecinos sepulvedanos. No metaf¨®ricamente. Una funcionaria de la Oficina de Turismo se desmorona delante de los turistas. Y nos exige respeto: "Por favor, escriban que V¨ªctor fue torero desde que naci¨® y ha muerto torero".
Que V¨ªctor Barrio muri¨® torero no admite dudas. Y que naci¨® torero casi lo demuestra el primer disfraz que se puso a los tres a?os. Se lo regal¨® su primo, Jos¨¦ Luis Marug¨¢n, alias Cuchareta. Y no se arrepiente de haberle inculcado el oficio, aunque los padres del torero, que regentan una panader¨ªa y un bar, trataron de disuadirlo. Quer¨ªan que el chico estudiara. Y que se ganara la vida con normalidad fuera de los ruedos.
Cuchareta se ha vestido de negro esta ma?ana. Y ha adquirido el aspecto de un torero solanesco, caballero de la triste figura que amontona p¨¦sames y recuerdos como si fueran un exorcismo. Fotograf¨ªas del chaval. Lagrimones furtivos. "No hay derecho, no hay derecho. V¨ªctor Barrio era la reencarnaci¨®n de Manolete. Alto, espigado, vertical. Era una fotocopia, pero nunca pens¨¦ que iban a parecerse en la muerte".
Tratan los sepulvedanos de disimular la tragedia. Est¨¢n llenos lo bares. Y aparenta el pueblo ¡ª1.000 habitantes¡ª una incr¨¦dula normalidad. A las siete de la tarde, a las siete en sombra de la tarde, peregrinar¨¢n hacia el pabell¨®n de deportes los vecinos como una procesi¨®n pagana. Se ha instalado all¨ª la capilla ardiente. Se le ha vestido a V¨ªctor Barrio de luces. Y se han apagado los ojos del se?or alcalde. "V¨ªctor era V¨ªctor. Ni torero, ni nada. V¨ªctor era como nosotros, uno de los nuestros", musita Ram¨®n L¨®pez.
Es del PSOE, pero las siglas no representan a nadie en la conmoci¨®n del luto. Ni siquiera representan a Raquel Sanz, concejal del PP... y esposa de V¨ªctor Barrio, en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los ha separado.
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