Memorias del cantante erudito
Entre lo torrencial y lo pudoroso, Elvis Costello ha escrito una colosal autobiograf¨ªa, sustentada en su infinito amor por lo m¨²sica
Con sus memorias, Elvis Costello eleva el nivel de ese subg¨¦nero que son las autobiograf¨ªas del pop. Disculpen si eso suena como las frases promocionales que se ponen en las solapas de los libros, pero no exagero. ?Varios puntos dignos de destacar! En este tipo de tomos, la parte m¨¢s tediosa suele ser precisamente el inicio: el relato de sus primeros a?os, cuando el artista a¨²n no se ha emancipado y depende de sus mayores. Costello lo solventa renunciando a la ordenaci¨®n cronol¨®gica: la acci¨®n avanza y retrocede a capricho, manteniendo la curiosidad del lector.
Adem¨¢s, narradas por Elvis, las vivencias de sus antepasados resultan fascinantes. Sus abuelos participaron en la Gran Guerra y sobrevivieron. Su madre era una mujer segura de si misma: trabaj¨® como vendedora de discos e incluso tra¨ªa de contrabando referencias de jazz no disponibles en Inglaterra. Pero Ross MacManus, el padre, es el gran secundario de M¨²sica infiel y tinta invisible: un m¨²sico muy sociable y, vaya, muy mujeriego.
Como trompetista, dirigi¨® su propio quinteto cool hasta que comprendi¨® que el jazz dificilmenta daba para comer. En 1955, reconvertido en cantante, entr¨® en la orquesta de Joe Loss, que se beneficiaba de las imposiciones del Sindicato de M¨²sicos ¨Centonces radicalmente opuesto a los discos- y ten¨ªa hueco fijo en la BBC. Aunque su especialidad era el swing, la Joe Loss Orchestra tocaba todo lo que entraba en la zona alta de las listas. MacManus ten¨ªa acceso a las novedades discogr¨¢ficas; sin propon¨¦rserlo, proporcion¨® una extraordinaria cultura musical a su hijo; tambi¨¦n le introdujo en el lib¨¦rrimo modo de vida de la far¨¢ndula.
Por cierto: el nacimiento del futuro Elvis Costello fue noticia en el New Musical Express; se reproduce aqu¨ª el recorte. Esa atenci¨®n al detalle, esa devoci¨®n por el dato exacto, es tambi¨¦n otro de los valores del libro. Convendr¨ªa recalcar que Costello es un mel¨®mano obsesivo ¨Cno crean que esa es una caracter¨ªstica autom¨¢tica en las figuras del pop- y aqu¨ª nos deleita con incisivas narraciones de los encuentros con sus ilustres colegas.
Ocasionalmente, alguno -John Lydon, Willy de Ville, Eddie Money- se le atragantaba. En general, muestra enorme tolerancia por las peculiaridades ajenas: descacharrante la cr¨®nica de sus encuentros con Van Morrison, cuando ambos viv¨ªan en Notting Hill. Costello procur¨® colaborar con gigantes de otras m¨²sicas, aunque en aquel momento no cotizaran demasiado en el mercado de lo hip: Chet Baker, George Jones, Tony Benett, Allen Toussaint¡
Esa voracidad musical alimenta el eclecticismo de su discograf¨ªa. Se agradece la sinceridad con que reconoce las influencias, los reciclajes, los recorta-y-pega que forman parte del trabajo del creador de m¨²sica popular. Sin olvidar el arrepentimiento por aquella noche alcoh¨®lica de 1979 en que, en medio de una bronca con los m¨²sicos de Stephen Stills, lanz¨® ep¨ªtetos racistas contra Ray Charles y James Brown. Fue un patinazo que, asegura, tal vez le salv¨® la vida: lo de ¡°conquistar Am¨¦rica¡± estaba fuera de sus posibilidades. Algo en su actitud, en su forma de expresarse, creaba tensi¨®n en extra?os. Aparte, vista su discreci¨®n en asuntos amorosos, no podemos imaginarle soportando el acoso que sufren hoy los famosos.
Para cualquiera interesado en Costello, M¨²sica infiel¡ es el libro de claves: explica la g¨¦nesis de docenas de canciones. Y si le consideran un letrista opaco, sepan que lo pod¨ªa ser m¨¢s: inserta varios relatos breves, protagonizados por un tal Inch, inspirados en situaciones y ambientes que tambi¨¦n generaron canciones. Pasan d¨¦cadas hasta que, trabajando con Loretta Lynn, entiende que cuesta tanto componer una canci¨®n sencilla que una de las suyas, tan llena de ¡°elaborados artificios¡±.
M¨¢s all¨¢ de las andanzas con Bacharach, McCartney, Johnny Cash, Dylan y otros ilustres amigos, M¨²sica infiel¡ ofrece una gu¨ªa a los intr¨ªngulis del show business a ambos lados del Atl¨¢ntico durante una ¨¦poca dorada: ¡°ahora me doy cuenta de la suerte de haber trabajado en el negocio de la m¨²sica durante ese breve periodo de tiempo cuando te compraban las canciones por cincuenta d¨®lares o a cambio de las llaves de un Cadillac hasta ahora, cuando se supone que todo es gratis.¡±
Como es obligado, se resiste a la nostalgia: ¡°en la supuesta edad de oro tambi¨¦n hab¨ªa muchos estafadores, chalados e idiotas y tantos discos malos o m¨¢s.¡± Pero sugiere que ha pensado en renunciar a grabar y limitarse a dar conciertos. Sin publicitarlo, ese parece ser su actual modus operandi: en la presente d¨¦cada, solo ha lanzado un par de discos con canciones nuevas.
Resulta comprensible su frustraci¨®n. Como la nuestra al comprobar que la principal editorial de libros musicales en Espa?a todav¨ªa permita que se cuelen gazapos como traducir ¡°vamp¡± por ¡°vampiresa¡±, poner ¡°trompas¡± en vez de ¡°metales¡± o liarse con el doble sentido de ¡°cover¡± (¡°versi¨®n¡± o ¡°portada¡±). Tampoco luce bonito que se musculinice a la gloriosa Dusty Springfield.
M¨²sica infiel y tinta invisible. Elvis Costello. Traducci¨®n: Dami¨¤ Alou, Roc¨ªo G¨®mez de los Riscos y Antonio Padilla. Malpaso Ediciones. Barcelona, 2016. 778 p¨¢ginas. 29.90 euros.
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