El silencio insondable
Una partida a 'The Last Guardian' pone en perspectiva la impronta de los anteriores trabajos de Team Ico
En un reciente post de este blog -que m¨¢s que cr¨ªtica era declaraci¨®n de intenciones, y situaba el list¨®n de la exigencia impuesta- habl¨¢bamos de uno de esos juegos que nos vuelven locos. Un exponente de ese pu?ado de juegos que van un paso m¨¢s all¨¢ a la hora de establecer el videojuego como entidad cultural e incluso art¨ªstica.
En 2001, la compa?¨ªa japonesa Team Ico sac¨® al mercado un extra?o y hermoso juego llamado Ico, y en 2006 apareci¨® en Europa Shadow of the Colossus. Ambos, para la plataforma Play Station 2. Un ni?o con cuernos que lleva de la mano a una chica luminosa; un hombre que da muerte a criaturas prohibidas que no le han causado mal alguno a cambio del alma de su amada. Si el primero de estos juegos dirigidos por el japon¨¦s Fumito Ueda llamaba a la puerta, el segundo cruzaba el umbral y entraba (como el juego de Naughty Dog) en esa estancia reservada a las creaciones destinadas a perdurar.
Era Shadow of the Colossus un juego que alcanzaba la categor¨ªa art¨ªstica por su perfecta conjunci¨®n de fondo y forma. F¨®rmula est¨¢ muy cacareada (la de fondo y forma), que en el mundo de los videojuegos no es sino la mezcla entre narrativa y mec¨¢nica, cosa que en el citado juego era insuperable: mejores gr¨¢ficos no mejorar¨ªan la experiencia de juego, como tampoco la mejorar¨ªa una mayor libertad de movimientos o m¨¢s variedad de personajes. Lo que hab¨ªa era lo justo para servir al prop¨®sito final del propio juego, que cristalizaba en una entidad ¨²nica y, adem¨¢s, con un sabor inconfundible. Por si fuera poco, contaba con el a?adido de una banda sonora de gran calidad y en perfecta simbiosis con la propuesta.
En fin, por no liarnos demasiado, que el dichoso Shadow of the Colossus daba un paso m¨¢s en la mutaci¨®n del videojuego en arte porque constitu¨ªa una experiencia art¨ªstica que solo pod¨ªa filtrarse en nosotros por medio de la interactividad de un videojuego. Nada que no fuera la propia experiencia de jugarlo podr¨ªa reflejar su experiencia jugable.
En el a?o 2011 Ueda abandonar¨ªa Sony, pero seguir¨ªa desarrollando un proyecto ya anunciado en 2007: The Last Guardian. Ahora hemos tenido la oportunidad de jugarlo, antes de que salga el pr¨®ximo mes de octubre para Play Station 4.
La sensaci¨®n desubicada pero coherente de pertenecer a algo grande, un mundo silente cuyas leyes desconocemos, pero cuyo peso sentimos, sigue presente. En este caso adoptamos el rol de otro joven, que despierta (es su voz futura, presumiblemente, la que narra los sucesos) encadenado y cubierto de tatuajes junto a una criatura. La relaci¨®n con esta bestia, una inmensa mezcla de rat¨®n, gato y gallina, promete ser el pilar fundamental en que se base el juego. Y lo cierto es que la presencia de la criatura se siente de forma plena. Entre amenazante e imponente, el animal desprende cierta magia hipn¨®tica. Los puzles que hemos resuelto ayudados de su emplumada figura parecen ser el preludio de algo grande, que llevamos mucho, quiz¨¢ demasiado, tiempo esperando.
Es solo un anticipo, lo que hemos podido ver. Convengamos que el juego promete. Convengamos, tambi¨¦n, que tiene un list¨®n muy alto que superar. Y confiemos.
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