Ins¨®litos humos de verano
Una peque?a lista de sugerencias para lecturas y relecturas de libros que, afortunadamente, siguen vivos
Hac¨ªa tiempo que no me fumaba un canuto. De joven fum¨¦ lo m¨ªo (y lo de algunos otros) pero, parafraseando al poeta, de todo lo importante hace ya muchos a?os. Como ya no estoy acostumbrado, me dio nost¨¢lgica, y hasta me puse a escuchar Welcome to the Machine, un tema de los Pink Floyd que volvi¨® a subirme a las inconsistentes nubes a las que se refiere Baudelaire en uno de sus mejores Peque?os poemas en prosa. Baj¨¦ de ellas abruptamente, gracias al timbre de la puerta, cuya insistente vibraci¨®n confund¨ª en primera instancia con otro hallazgo ac¨²stico del sintetizador de Rick Wright. Me incorpor¨¦ del sill¨®n con flojera y, cuando abr¨ª y repar¨¦ en aquellos dos individuos de pie sobre el felpudo, pens¨¦ que se trataba de un par de mormones que ven¨ªan a venderme al dios del profeta Joseph Smith, pero enseguida me di cuenta de que ninguno llevaba corbata ni el cabello cortado al cepillo, ambos ten¨ªan ojos de loco, y uno llevaba el brazo izquierdo m¨¢s tatuado que Queequeg, el arponero can¨ªbal que se enrol¨® en el Pequod para perseguir a la n¨¦mesis de Achab. Adem¨¢s, sosten¨ªan en sus manos sendos smartphones con la pantalla iluminada. Cuando me solicitaron, esbozando sonrisas bobas y mim¨¦ticas, permiso para entrar en casa y capturar a un pok¨¦mon que, por lo visto, se hab¨ªa refugiado en ella, tuve la sensaci¨®n de que con los psicotr¨®picos naturales solo podr¨ªa lograr un pobre remedo de la realidad aumentada puesta al alcance de (casi) todos por John Henke, el creador del videojuego que impulsa a cientos de miles de personas a cazar criaturas que no tienen sangre y no les han hecho nada (mejor, en todo caso, que matar elefantes). Delante de aquellos dos pasmarotes, not¨¦ que el cabreo me sub¨ªa directamente de los pies a la cabeza, como cuando el gato Jinks se irritaba por alguna putada de los ratones Pixie y Dixie. Ellos debieron de percibirlo, porque no insistieron con el timbre despu¨¦s de que les diera con la puerta en las narices. Luego me di una ducha fr¨ªa, me prepar¨¦ un emparedado de sardinas picantes con una capa de chutney de melocot¨®n (ya saben: la marihuana engorda) y, para despejarme, me puse a releer la edici¨®n de El amante de Lady Chatterley, de D.?H. Lawrence, que ha publicado Sexto Piso en traducci¨®n de Carmen M. C¨¢ceres y Andr¨¦s Barba. Alg¨²n d¨ªa tengo que escribir algo acerca de los incipit novelescos que m¨¢s me han inquietado: por ejemplo, los de Anna Karenina, de Tolst¨®i (¡°Todas las familias felices se parecen...¡±); Historia de dos ciudades, de Dickens (¡°Eran los mejores tiempos, eran los peores tiempos...¡±); Malone muere, de Bec?kett (¡°Pronto, a pesar de todo, estar¨¦ por fin completamente muerto..¡±); Ma?ana en la batalla piensa en m¨ª, de Mar¨ªas (¡°Nadie piensa nunca que pueda ir a encontrarse con una muerta entre los brazos...¡±); El extranjero, de Camus (¡°Hoy, mam¨¢ ha muerto. O tal vez ayer, no s¨¦). Primeras frases como aldabonazos, que ponen al lector en guardia y prometen algo que, finalmente, dan. El principio de la novela maldita de Lawrence tambi¨¦n est¨¢ en esa lista: ¡°Nuestra ¨¦poca es fundamentalmente tr¨¢gica, por eso nos negamos a tom¨¢rnosla tr¨¢gicamente¡±. En 1928, cuando se public¨® en Florencia para escapar a la censura (hasta 1960 no pudo leerse en Reino Unido), sus lectores quedaron fascinados o escandalizados porque en ella se hablaba (y con qu¨¦ lenguaje) de asuntos tab¨²: de sexo, de clase, de nuevas formas de relaci¨®n hombre-mujer. Le¨ªda hoy de nuevo, algunos de aquellos planteamientos (especialmente los que conciernen a la b¨²squeda de reconciliaci¨®n ¡°alma-cuerpo¡±: la apocat¨¢stasis que buscar¨ªan los hippies en los sesenta) que se desprenden de esa historia de pasi¨®n y enfrentamientos de clase entre una gran dama y un rudo guardabosques nos resultan un poco ingenuos. Pero el libro (que Lawrence pens¨® en titular Ternura) ha aguantado el paso del tiempo e, incluso, reviste en algunos aspectos una gran actualidad. Bueno, a lo tonto, y sin pretenderlo, me ha salido en este comentario una peque?a lista de sugerencia para lecturas y relecturas de libros que, afortunadamente, siguen vivos y les aguardan en las librer¨ªas f¨ªsicas y virtuales para que puedan llev¨¢rselos de vacaciones. No solo de novedades vivimos.
Pintores
Contin¨²a en el Museo Picasso de M¨¢laga la exposici¨®n en torno a Mural, uno de los m¨¢s conspicuos iconos del expresionismo abstracto estadounidense. La gran pintura (¡°una estampida de animales¡±, seg¨²n su autor) de Jackson Pollock podr¨¢ verse hasta el 11 de septiembre ¡ªcuando reanude su gira europea¡ª rodeada de de importantes cuadros de otros artistas que experimentaron su influencia o le brindan homenaje: Gottlieb, Lee Krasner, Matta, Motherwell, Usl¨¦, y otros. La Balsa de la Medusa, en colaboraci¨®n con el Museo Picasso, ha publicado, con motivo de la exposici¨®n, La energ¨ªa visible. Jackson Pollock, una completa antolog¨ªa (edici¨®n de Jos¨¦ Lebrero Stals) de entrevistas, ensayos y art¨ªculos de cr¨ªticos, historiadores, y especialistas centrados en la obra del pintor y los debates que ha suscitado. Por su parte, Goya en las literaturas (Marcial Pons), de Leonardo Romero Tovar, constituye un repaso cr¨ªtico y tem¨¢tico a los textos literarios (poes¨ªa, narrativa, teatro, ¨®pera) y a las pel¨ªculas que han explorado, comentado o recreado al pintor y su obra a lo largo del tiempo. Particularmente interesante me han resultado los cap¨ªtulos sobre Goya en la narrativa (relatos y novelas), desde Gil y Carrasco o Gald¨®s hasta Tabucchi. Un libro erudito y ameno que refleja el influjo literario e ic¨®nico de una figura central de la pintura moderna.
Ol¨ªmpicos
Los juegos ol¨ªmpicos ya no son lo que eran. Desde el d¨ªa 5, cuando vuelva a encenderse en Brasil el simb¨®lico pebetero, asistiremos no s¨®lo a la noble epopeya de superaci¨®n humana ¡ªm¨¢s r¨¢pido, m¨¢s alto, m¨¢s fuerte¡ª sino a uno de los m¨¢s colosales y rentables espect¨¢culos comerciales del mundo. Verso, una importante editorial brit¨¢nica escorada a la izquierda, ha publicado recientemente Power Games, de Jules Boykoff (que fue jugador de f¨²tbol profesional antes de convertirse en una referencia mundial de la literatura ol¨ªmpica), una breve, pero completa, historia pol¨ªtica de los Juegos Ol¨ªmpicos desde Pierre de Coubertin hasta Brasil 2016. Un libro importante que merecer¨ªa traducci¨®n espa?ola.
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