Gentilicios
Los gentilicios son como esos carteles con una cifra bajo el nombre de la ciudad, una apostilla cient¨ªfica que lo precisa
Los gentilicios son como esos carteles con una cifra bajo el nombre de la ciudad, una apostilla cient¨ªfica que lo precisa: Pueblo de San Tal, poblaci¨®n: tanta. A veces la cifra no s¨®lo enuncia cientos o decenas si no incluye unidades, digamos 256, 584. Son c¨¢lidos esos ¨²ltimos d¨ªgitos, casi parecen referirse a una persona en particular (?qui¨¦nes son esos ¨²ltimos cuatro en ser contados? ?los contaron saliendo de un bar? ?puede uno poner el d¨ªgito que le corresponde en una tarjeta de presentaci¨®n? ¡°Fulano, profesor y n¨²mero doscientos cincuenta y seis mil quinientos ochenta y cuatro, a mucha honra¡±). Sobre todo, los carteles crean una ilusi¨®n de permanencia: estos somos, ni m¨¢s ni menos. La cifra y el gentilicio congelan una identidad en el tiempo. Pero los censos y los nombres de las gentes son incapaces de dar cuenta de que la identidad es menos una fotograf¨ªa que una traves¨ªa.
Las ciudades hoy son constantemente alteradas por masas de personas camino de otro lugar, frecuentemente sin saber cu¨¢l es ese otro lugar al que se dirigen, a veces por decisi¨®n propia y otras huyendo del horror: porque sus lugares han desaparecido, o porque los que ellos eran en ese lugar han desaparecido. Y as¨ª cada ciudad por la que pasan se transforma aunque los que hab¨ªan sido contados en el censo no reparen inmediatamente en ello.
Ya no somos de un solo lugar, a¨²n si somos los que nos quedamos en ¨¦l. Porque los lugares los hace la gente, y las ciudades adem¨¢s de ser una residencia, son tambi¨¦n estaci¨®n de paso, refugio, escondite, punto de encuentro. Siempre lo han sido, pero hoy de manera m¨¢s visible que nunca. Los conservadores y los xen¨®fobos quisieran que las ciudades fueran no-lugares para los que ¡°no son de aqu¨ª¡±, pero ese ¡°ser de aqu¨ª¡± ya no es tan transparente. Nuestro nombre est¨¢ en el lugar donde nacimos, tanto como en los lugares que cruzamos, como en la manera en que tratamos a los visitantes.
Soy de tal lugar, de tales trayectos, de tales hospitalidades. Esos tambi¨¦n son nuestros nombres. Soy atlantiqu¨ª, soy deserte?o, soy aeroportuense, soy itinerante. Soy como me nombraron y tambi¨¦n soy ese que pronto ser¨¢ nombrado por un desconocido.
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