El serio compromiso de Roca Rey tiene premio en la feria de Vitoria

La primera tarde de la Feria de Vitoria deja un nombre claro: Andr¨¦s Roca Rey. Dos orejas, una a cada toro, por lo que no le sirvi¨® para salir en hombros seg¨²n el reglamento del Pa¨ªs Vasco, que exige dos a un mismo animal, pero s¨ª para encandilar a unos tendidos que se entregaron al peruano desde el primer momento.

Era su presentaci¨®n en el cubierto coso del Iradier Arena y le bastaron cuatro lances de capote para que el p¨²blico cambiase el semblante. Una inoportuna vuelta de campana del tercer toro estuvo a punto de dar al traste con la buena condici¨®n del astado, pero el de Jandilla aunque con poca fuerza aguant¨® el compromiso. Roca Rey lo cit¨® en los medios y con una naturalidad que llama la atenci¨®n se pas¨® al toro por delante y por detr¨¢s cuantas veces quiso.

S¨®lo fue el inicio. No pudo apretar al toro, pues se ca¨ªa, pero el peruano no cambia el gesto cuando torea; irradia naturalidad y frescura. Nunca parece estar haciendo un esfuerzo, ni un gesto ni una voz, todo despacio, con pausa, como si no se pudiera hacer otra cosa que estar a cent¨ªmetros de los pitones y cambiar al toro en el ¨²ltimo segundo. Y mientras pudo, tanto en el flojo tercero como en el deslucido sexto, lo embarc¨® adelante y lo remat¨® atr¨¢s.

Roca Rey vino a triunfar en Vitoria y lo consigui¨®. Cuesti¨®n de compromiso y el p¨²blico se lo agradeci¨® sin mesura. Le pidieron las dos orejas en ambos toros, y aunque no las mereci¨® en ninguno da la sensaci¨®n de que desborda savia nueva en cada acci¨®n.

Bastante est¨¢ sufriendo la afici¨®n a los toros en Vitoria con las amenazas de los antitaurinos y pol¨ªticos para acabar con la feria, como para no agradecer que un torero derroche ganas de agradar. Con la actitud del peruano se puede levantar la afici¨®n y el deseo de ir a la plaza.

Diferente fue la actitud de Alejandro Talavante. Extremadamente fr¨ªo, pech¨® con dos astados deslucidos; el primero manse¨® y apenas tuvo transmisi¨®n, pero se dej¨® dar una infinidad de muletazos sin ton ni son, y ante el sobrero, excesivamente peque?o para esta plaza, el extreme?o no supo corregir la inc¨®moda embestida, ni perderle los pasos necesarios para ligar dos muletazos. Talavante se dej¨® ir hasta en la suerte suprema y acab¨® silenciado y casi olvidado.

La primera oreja de la tarde la cort¨® Diego Urdiales, quien no se entendi¨® con el que abri¨® plaza, un excelente ejemplar de Vegahermosa, bravo y que repiti¨® hasta la saciedad en la muleta, con fijeza y largura que no fueron vaciadas por el torero por m¨¢s que en algunos pasajes sueltos que sirvieron para dejar constancia de lo que pudo haber sido y no fue. Despu¨¦s lleg¨® el manso cuarto, que no quiso ni luchar con el riojano en la puerta de chiqueros.