Urdiales, un olor que no embriaga
Casi lleno en Illumbe, y dos toros con clase de Fuente Ymbro, desaprovechados por sus matadores
Lo m¨¢s sobresaliente de la tarde, quiz¨¢, los miles de espectadores que casi llenaron el gran coso de Illumbe; y no es este un detalle balad¨ª en unos momentos en los que no son pocos los que en esta ciudad cuestionan la fiesta de los toros.
Lo que ocurri¨® en el ruedo tiene otras lecturas. Correctos de presentaci¨®n los toros de Fuente Ymbro, en el l¨ªmite del trap¨ªo exigido en una plaza de primera categor¨ªa; blandos y mansos en los caballos, donde una vez m¨¢s se simul¨® la suerte; y de variado juego en la muleta. Dos toros sobresalieron, primero y tercero, por su noble generosidad, y los dos fueron desaprovechados por sus matadores.
Fuente Ymbro/Urdiales, Ure?a, Adame
Toros de Fuente Ymbro, correctos de presentaci¨®n, mansos y blandos; nobles y con clase primero y tercero.
Diego Urdiales: media -aviso- (oreja); media atravesada y un descabello (ovaci¨®n).
Paco Ure?a: pinchazo, estocada baja -aviso- siete descabellos y el toro se echa (silencio); pinchazo y estocada ca¨ªda (palmas).
Joselito Adame: estocada y un descabello (oreja); estocada baja (silencio).
Plaza de toros de Illumbe. Primera corrida de feria. 13 de agosto. Casi lleno.
Abri¨® plaza Diego Urdiales, que naci¨® con esa torer¨ªa innata que desprende desde que hace el pase¨ªllo; pero quien le dio personalidad le rest¨® coraz¨®n, y sobresale m¨¢s su frialdad y aparente conformismo que su exquisitez. Se luci¨®, primero, en un par de ver¨®nicas de recibo y en un buen quite posterior por delantales. Muleta en mano dijo que sabe torear delante de un toro escaso de fuerzas pero de bondad infinita y embestida repetidora. Demostr¨® Urdiales que sus hechuras son de torero caro, que le sobran empaque y sensibilidad, pero dej¨® a los presentes con la miel en los labios. Dibuj¨® detalles, despleg¨® r¨¢fagas, destellos brillantes, quiz¨¢, pero la faena no alcanz¨® la altura requerida. No fue maciza y careci¨® de esencia. Una labor olorosa, pero no embriagadora; el torero se dej¨® ver como artista que es, pero no entusiasm¨®. Detalles, en fin, que supieron a poco. Chispazos a los que falt¨® luminosidad.
Ante el cuarto sufri¨® un revolc¨®n en los primeros muletazos y se levant¨® conmocionado y con el ¨¢nimo apocado. El toro no val¨ªa, y el torero mostr¨® sus carencias de coraz¨®n. Hay que exigirle m¨¢s a quien naci¨® con tal alto concepto de la torer¨ªa.
El otro toro bueno fue el tercero y el afortunado fue Joselito Adame, que no se dio por enterado del gran regalo que recibi¨®. Jug¨® bien los brazos en las hondas ver¨®nicas de recibo, brind¨® a la concurrencia y se esperaba faena grande, al hilo de la codicia encastada del toro. Y triunf¨®, vaya si triunf¨®; pero el de negro y cuatro patas, que no se cans¨® de embestir con fijeza los diez minutos que marca el reloj. Adame, por su parte, dio pases a diestro y siniestro, pero no tore¨®. Sin sosiego ni templanza, todo rapid¨ªsimo, sin tiempo para paladear, hasta ocho tandas se le contaron por ambas manos y todo su quehacer fue perfectamente olvidable, incoloro e ins¨ªpido. "Se va sin torear", se oy¨® desde el tendido, y era esa una gran verdad. Prueba de ello es que tras una buena estocada en la suerte de recibir, solo pase¨® una oreja cuando la calidad del animal exig¨ªa mucho, mucho m¨¢s. Complicado en el tercio final fue el sexto, de corto recorrido y entra?as poco nobles, ante el que torero se justific¨® con enorme voluntad.
No tuvo suerte Paco Ure?a con su lote. Se le vio muy firme, decidido, voluntarioso y muy valeroso, como siempre acostumbra este torero, pero soso y descastado fue su primero, al que exprimi¨® con buen ¨¢nimo su corta y desclasada embestida. El premio fue un revolc¨®n sin consecuencias a la hora de matar. Expuso tambi¨¦n ante el quinto, un animal dificultoso, que no le ofreci¨® posibilidades de triunfo.
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