La valent¨ªa, la inspiraci¨®n¡ y las orejas
Dign¨ªsimas actuaciones de Roca Rey y Talavante ante una muy noble y blanda corrida de Zalduendo
Valiente de verdad se le vio a Roca Rey ante su primero. Tras un quite por tafalleras de Castella, el joven matador se fue a los medios, se ech¨® el capote a la espalda y cit¨® al toro que estaba en la raya del tercio. Acudi¨® el animal al trote, y el torero zigzage¨® la tela, movimientos ondulantes que hizo el toro en su recorrido, la tensi¨®n subi¨® en d¨¦cimas de segundo y, al final, cuando la voltereta se dibujaba, surgi¨® el chispazo alentador de un capotazo de frente por detr¨¢s con el que respir¨® toda la plaza. Y ese no fue m¨¢s que el principio. Comenz¨® el ¨²ltimo tercio con tres pases cambiados por la espalda, una arrucina y un pase de pecho que llenaron los tendidos de esperanza. Despu¨¦s, el animal no colabor¨®, y Roca Rey tuvo que apostar por el arrim¨®n. Fue una encomiable labor de torero joven, temerario, sin aparente conciencia del peligro, que llega con facilidad a los tendidos y lucha con tes¨®n por alcanzar el triunfo. Pero el presidente solo le concedi¨® una oreja a pesar de la insistente petici¨®n de la segunda.
Si Roca puso sobre la mesa su valent¨ªa, Talavante fue la inspiraci¨®n en el segundo de la tarde. Todo sucedi¨® en el tercio final. El inicio fue espectacular: ayudados por alto, un molinete y un pase de pecho, largo, de pit¨®n a rabo, como r¨²brica de sensibilidad. Despu¨¦s, naturales a pies juntos, de mejor preparaci¨®n que ejecuci¨®n por la claudicante actitud del toro; muletazos desmayados trazados con empaque, a continuaci¨®n. Adornos varios, arrucina, cambios de manos, y un desplante final sin muleta ni espada en las manos. Y otra sola oreja, a pesar del griter¨ªo.
Zalduendo/Castella, Talavante, Roca Rey
Toros de Zalduendo, correctamente presentados, mansos, blandos y muy nobles. Inv¨¢lido el cuarto.
Sebasti¨¢n Castella: tres pinchazos y un descabello (ovaci¨®n); dos pinchazos y estocada (silencio).
Alejandro Talavante: estocada (oreja); dos pinchazos, media _aviso_ y un descabello (ovaci¨®n).
Roca Rey: estocada (oreja); estocada (oreja).
Plaza de toros de Illumbe. Tercera corrida de feria. 15 de agosto. Lleno. Asisti¨® la Infanta Elena, acompa?ada por sus hijos.
Es imaginable que el presidente se gan¨® dos sonoras broncas por su actitud exigente; pero acert¨®. Una oreja cortada en plaza de primera tiene un m¨¦rito extraordinario y denota el poder¨ªo, la t¨¦cnica y la torer¨ªa del lidiador. Dos son palabras mayores y deben ser consecuencia de una obra maestra, redonda, maciza y conmocionante. Ninguna de las dos lo fue, y no por culpa de Roca y Talavante, cierto es, sino porque no lo permitieron los toros. Hizo bien el presidente y su decisi¨®n honra a la plaza, a la afici¨®n y a los toreros. La bronca va, pues, en el cargo.
Volvi¨® Talavante a las andadas de empaque y bellos pasajes aislados ante el quinto, un toro blando que solo colabor¨® lo que su gran nobleza le permiti¨®. Pinch¨® y le ahorr¨® la tensi¨®n al presidente.
Roca insisti¨® en su actitud valerosa ante el sexto en un quite por tafalleras y gaoneras; continu¨® por ce?idos estatuarios, y aprovech¨® la corta codicia del animal con largos naturales y nuevos alardes de desprecio a su integridad.
Y Castella se enfrent¨® a un primer toro de generosa bondad, fijeza y recorrido y desperdici¨® la ocasi¨®n con un toreo despegado, en l¨ªnea recta y vac¨ªo de contenido. El toro fue de menos a m¨¢s, y el torero no super¨® el menos. El cuarto se derrumb¨® varias veces y ah¨ª acab¨® su historia.
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