Hoy es m¨¢s f¨¢cil ser astronauta que telefonista
La demanda de personas que sepan leer y escribir es cada d¨ªa mayor, porque el que sabe leer y escribir domina la realidad
El asombro es patente: nadie les hab¨ªa dicho hasta ese instante que se pod¨ªa ganar dinero leyendo, pero es as¨ª. Y se lo explico. Les explico que es absurdo el disgusto que se llevan muchos padres cuando alguno de sus hijos dice que quiere estudiar Humanidades. Quiz¨¢ ese disgusto ten¨ªa raz¨®n de ser en otros tiempos; ahora no. Las carreras tradicionalmente bien consideradas, porque quienes las estudiaban se situaban muy bien en la vida, est¨¢n hoy en declive, al menos en el mundo del que procedo. Hay demasiados arquitectos o ingenieros en paro o subempleados. En cambio, la demanda de personas que sepan leer y escribir es cada d¨ªa mayor, porque el que sabe leer y escribir, como dec¨ªamos antes, domina la realidad. Las salidas profesionales para esta clase de personas son numeros¨ªsimas. Un buen creativo de publicidad, incluso uno mediocre, se puede ganar mejor la vida que un matem¨¢tico, sin duda alguna. Y quien dice un creativo de publicidad dice un guionista de radio o de televisi¨®n o de cine, un editor de textos, un autor de reportajes, un escritor de conferencias para jefes de Estado, para ministros, o para abrir cursos universitarios.
Si algo necesita el mundo actual es lo que desde hace alg¨²n tiempo venimos llamando ¡°proveedores de contenidos¡±. El desarrollo de la industria del ocio y sus alrededores ha llevado a la situaci¨®n de que disponemos de gigantescos conductos (emisoras de radio o televisi¨®n, Internet) por los que de momento solo discurre un hilo de talento. Estamos de acuerdo en que llenar cien o doscientos canales de televisi¨®n de talento es muy dif¨ªcil. Pero hay que llenarlos de algo, porque de momento van pr¨¢cticamente vac¨ªos, cuando no son meros dispensadores de materia fecal. Pues bien: ?qui¨¦nes son las personas con capacidad para proveer de contenidos esas enormes tuber¨ªas? La gente que sabe leer y escribir, sin duda. Y la demanda de este tipo de profesionales es tan grande que algunas de las personas que viven instaladas en la industria del ocio, incluso en la industria cultural, no han tenido m¨¢s remedio que recurrir al plagio para satisfacer la demanda creciente de sus compradores.
Todo esto que digo, en fin, es f¨¢cilmente demostrable, pero por si quedara alguna duda, pongo a los alumnos un ejemplo extra¨ªdo de la vida real: hace unos a?os, sali¨® en la prensa un anuncio por el que la Comunidad de Madrid convocaba seis o siete plazas de telefonista. Se presentaron del orden de las sesenta o las setenta mil personas para disputar esas plazas. Pueden ustedes imaginarse que entre los opositores hab¨ªa miles de titulados de todas las clases, desde ingenieros nucleares a arquitectos, pasando por ginec¨®logos, pediatras, marinos mercantes y abogados. No hay que hacer muchos n¨²meros para advertir que, estad¨ªsticamente hablando, hoy es mucho m¨¢s f¨¢cil ser astronauta que ser telefonista de la Comunidad de Madrid. Pero ahora viene lo m¨¢s espectacular: tambi¨¦n desde el punto de vista estad¨ªstico, cualquier espa?ol que sepa leer y escribir tiene much¨ªsimas m¨¢s posibilidades de ganar el premio Planeta que de obtener una plaza de telefonista. ?Cu¨¢ntas vidas habr¨ªa que permanecer pegado a los mandos de una centralita para conseguir esa cantidad?
Cuando yo era joven, explico a los alumnos, y le dec¨ªas a tu padre que quer¨ªas ser escritor, lo normal es que te diera una torta. Pero si se trataba de un padre tolerante, adem¨¢s de la torta te daba un consejo.
¡ªHijo, no te digo que renuncies a escribir si es lo que verdaderamente te gusta, pero de eso no se vive, por lo que te aconsejo que hagas una oposici¨®n a Correos para disfrutar de un sueldo seguro. Luego, por las tardes, si tienes verdadera vocaci¨®n, te dedicas a escribir.
Hoy, esa conversaci¨®n no ser¨ªa posible. O habr¨ªa que darle la vuelta. Si un hijo te dice que quiere ser telefonista de la Comunidad de Madrid, tendr¨ªas que darle una torta y, si eres un padre tolerante, a?adir un consejo:
¡ªHijo m¨ªo, eso es m¨¢s dif¨ªcil que ser astronauta. Para cubrir las ¨²ltimas siete plazas que salieron a concurso se presentaron sesenta o setenta mil personas, muchas de ellas con varias carreras y dominando seis o siete idiomas. Te aconsejo que te hagas escritor y luego, por las tardes, si de verdad tienes vocaci¨®n de telefonista, yo mismo te regalo una centralita y te pasas la tarde cambiando las clavijas de sitio.
En mi ¨¦poca, si le dec¨ªas a tu padre que quer¨ªas ser escritor te daba una torta
Como ver¨¢n, recurro a cualquier cosa para convencer a los alumnos de que lean, que es para lo que estoy all¨ª. Pero no les miento, o les miento poco. Casi todo lo que he dicho hasta ahora es verdad y ellos lo perciben como verdad. No quiero decir que salgan de mi charla y se vayan directamente a la biblioteca del centro, cuando la hay, entre otras cosas porque no sabr¨ªan por d¨®nde empezar. Quiz¨¢ hayan intuido que existe, en efecto, una conexi¨®n entre la lectura y la vida, pero algo les dice que la lectura no es una conquista f¨¢cil. Tampoco en esto les enga?o. No lo es. No es nada sencillo convertirse en lector, pero cuando uno lo logra, conquista al mismo tiempo una percepci¨®n de la realidad que jam¨¢s le abandona.
Cada oto?o de mi vida, desde hace muchos a?os, empiezo un curso de ingl¨¦s que abandono hacia las Navidades con id¨¦ntica regularidad. El resultado es que dentro de m¨ª ha ido creciendo un ingl¨¦s af¨¢sico que apenas es capaz de defenderse en los aeropuertos internacionales con cuatro frases que sirven para saber d¨®nde est¨¢ el cuarto de ba?o y poco m¨¢s. En mi interior vive, en fin, un se?or que sabe decir en ingl¨¦s buenos d¨ªas, buenas tardes, d¨®nde se coge el autob¨²s y a qu¨¦ hora sale el avi¨®n. Hablo mucho con ¨¦l, aunque su conversaci¨®n, como pueden comprender, no es muy variada. Esforz¨¢ndose de manera notable, puede hacer alg¨²n comentario sobre el tiempo y congratularse de que no hayan bajado las temperaturas o de que no llueva. Tambi¨¦n sabe en ingl¨¦s un par de cosas referidas a la comida. Dice que le gustan los macarrones, pero no estoy seguro de que diga la verdad. A lo mejor es que no conoce en ingl¨¦s otra comida. Yo odio los macarrones, pero es que yo, en castellano, puedo pedir un filete con patatas.
Este sujeto que aprende ingl¨¦s y yo nos encontramos con frecuencia, lo que resulta inevitable viviendo el uno dentro del otro. Normalmente vive ¨¦l dentro de m¨ª, pero cuando viajo a determinadas zonas del extranjero, soy yo el que se refugia en su interior. Y desde all¨ª observo sus dificultades. No es nada f¨¢cil entenderse con los taxistas ni con los camareros ni con los subsecretarios chapurreando cuatro palabras de ingl¨¦s. Por eso, cuando regresamos a casa, ¨¦l vuelve a sus profundidades y tomo yo el mando en castellano, sin dejar por eso de repasar los cursos de la BBC. Ahora nos estamos aprendiendo los verbos irregulares. Ya nos los aprendimos tambi¨¦n el a?o pasado y el anterior, pero al no usarlos nos olvidamos de ellos, como es l¨®gico.
En mi interior vive un se?or que sabe decir en ingl¨¦s buenos d¨ªas, buenas tardes
La convivencia con este pobre diablo medio analfabeto dura dos o tres meses al a?o. Es la cantidad m¨¢xima de tiempo que resisto estudiando ingl¨¦s. Luego ¨¦l se queda dormido en lo m¨¢s hondo de mi conciencia, como si invernara, y yo apenas le reclamo, de no ser que tenga un viaje al extranjero. No obstante, algunos d¨ªas, cuando me da un ataque de insomnio a media noche, me acuerdo de ¨¦l y le despierto.
¡ªWhat do you want? ¡ªdice sobresaltado.
Le digo en ingl¨¦s que quiero un vaso de agua o un vaso de leche, o que mi sastre es rico, cualquier cosa, en fin, por cumplir, y nos echamos a dormir los dos. Dicen que el que habla dos lenguas es como si tuviera dos almas. Yo tengo un alma m¨¢s o menos entera en castellano, pero en ingl¨¦s apenas tengo un 10% del alma. Mi yo anglosaj¨®n es un individuo torpe, sin criterio, que cada d¨ªa me da m¨¢s l¨¢stima. Este a?o lo encuentro un poco m¨¢s delgado de lo habitual. No s¨¦ c¨®mo va a salir adelante en la vida si me muero yo antes que ¨¦l.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.