El ¡°tango alegre¡± e in¨¦dito de Borges se hace libro
Despu¨¦s de 14 a?os de peripecias, se publican unas conferencias sobre el origen de la c¨¦lebre m¨²sica argentina que dict¨® el escritor en Buenos Aires en 1965
El tango no es triste, ni popular, ni arrabalero. O al menos no naci¨® as¨ª. ¡°El tango surge de la milonga, y es al principio valeroso y feliz. Y luego va languideciendo y entristeci¨¦ndose¡±. Lo cuenta alguien con la autoridad de haber nacido casi al mismo tiempo que el tango: Jorge Luis Borges. Por improbable que parezca, el escritor argentino, nacido hace 117 a?os y fallecido hace 30, a¨²n tiene obra in¨¦dita. Y se acaba de publicar en Espa?a: El tango, cuatro conferencias (Lumen). En ella hace un recorrido por la historia de una m¨²sica que identifica en el mundo a su pa¨ªs.
La g¨¦nesis de esta obra dar¨ªa para un cuento, la especialidad del argentino: el escritor imparti¨® unas conferencias sobre el tango en 1965 en Buenos Aires, que son casi un tratado que mezcla erudici¨®n, sabidur¨ªa popular y humor para hablar no solo de la m¨²sica sino sobre todo de su ciudad, de Argentina, de la vida de esos ¡°guapos" (pendencieros) que protagonizan las letras tangueras.
Esa sabidur¨ªa que disfrutaron solo los asistentes se habr¨ªa perdido si no fuera porque alguien las grab¨®, y casi 50 a?os despu¨¦s esas cintas de casetes llegaron por una carambola al escritor Bernardo Atxaga, que las arregl¨® y las don¨® para que, 16 a?os despu¨¦s de escucharlas por primera vez, se hayan convertido en un libro ¨²nico.
Ley¨¦ndolo uno puede imaginar a un Borges burl¨®n que se anima incluso a cantar con tono varonil ante el p¨²blico para desacreditar a Gardel, a quien culpa de haber alterado el esp¨ªritu de la m¨²sica. ¡°El tango no es triste, melanc¨®lico, nost¨¢lgico, llor¨®n. El tango es alegre¡±, se desga?ita. ¡°Gardel tom¨® la letra del tango y la convirti¨® en una breve escena dram¨¢tica, en la cual un hombre abandonado por una mujer se queja, en la que se habla de la decadencia f¨ªsica de una mujer¡±, se enfada. Tambi¨¦n rechaza la tesis de que al tango lo hicieron llor¨®n los emigrantes italianos. ¡°No puedo aceptar esa teor¨ªa racista de que el tango fue pendenciero, porque era criollo, y luego se entristeci¨® en el barrio italiano de La Boca¡±.
¡°A Borges le gustaban los tangos de la guardia vieja, los que hab¨ªa escuchado en su infancia, porque no eran pat¨¦ticos. Ten¨ªan letras alegres, p¨ªcaras. ?l pensaba que Gardel lo hab¨ªa arruinado¡±, explica Mar¨ªa Kodama, viuda del autor, que sigue custodiando su obra aunque desconoc¨ªa la existencia de estas conferencias hasta que Atxaga se las pas¨® a C¨¦sar Antonio Molina y este las comparti¨® con ella para confirmar que eran aut¨¦nticas.
Kodama asegura que el escritor no escuchaba mucho tango pero le fascinaba el origen de la m¨²sica que marc¨® su infancia. Borges naci¨® en 1899 y en sus conferencias coloca en 1880 la creaci¨®n de la nueva m¨²sica.
Acercarse a Borges con ideas preconcebidas es peligroso. Lo m¨¢s probable es que las desmienta todas y lleve al lector a sentirse un ignorante. Lo har¨¢ con sutileza y sentido del humor, pero con efectos devastadores. Tambi¨¦n sucede con el tango. No solo no era triste. Tampoco popular. No surge en los barrios bajos, sino en los prost¨ªbulos, las ¡°casas malas¡±, donde hab¨ªa ¡°compadritos¡±, de origen humilde, pero tambi¨¦n ¡°ni?os bien¡± buscando diversi¨®n. ¡°Los primeros tangos se tocaban con piano, flauta y viol¨ªn. Despu¨¦s se agreg¨® el bandone¨®n, de origen alem¨¢n. Si el tango hubiera sido orillero, popular, entonces el instrumento habr¨ªa sido el instrumento popular por excelencia: la guitarra¡±, asegura.
Eso explica, seg¨²n el escritor, por qu¨¦ al principio solo se bailaba entre hombres. ¡°A comienzos de siglo, siendo chico, yo vi a parejas de hombres bailando el tango, digamos al carnicero, a un carrero, acaso con un clavel en la oreja alguno, bailando el tango al comp¨¢s del organito. Porque las mujeres conoc¨ªan la ra¨ªz infame del tango y no quer¨ªan bailarlo¡±.
El tango era algo oculto, clandestino. Hasta que lleg¨® a Par¨ªs, la ciudad a la siempre mir¨® Buenos Aires. ¡°Contrariamente a esa suerte de novela sentimental que han hecho los films, el pueblo no inventa el tango, no impone el tango a la gente bien. Ocurre lo contrario. Y luego los ni?os bien, patoteros, que eran gente de armas llevar, o de pu?os llevar, porque fueron los primeros boxeadores del pa¨ªs, lo llevaron a Par¨ªs. Y cuando el baile fue aprobado y adecentado en Par¨ªs, entonces el Barrio Norte, digamos, lo impuso a Buenos Aires¡±, cuenta Borges.
Pero el tango es sobre todo una excusa para hablar de una Argentina desaparecida y contar an¨¦cdotas que explican m¨¢s que los libros de historia. De esa vida de los guapos que matan y mueren solo para mantener su fama de valientes, obligados a aceptar cualquier duelo. Y de un pa¨ªs que crec¨ªa y asombraba al mundo. Y ya est¨¢ en 1965 la melancol¨ªa de la oportunidad perdida que a¨²n invade todo en Argentina.
Es la condena del alma argentina, que vive lamentando lo que pudo haber sido y no fue y confort¨¢ndose con la idea de que est¨¢ condenada a un ¨¦xito que nunca llega. Borges habla de 1910, el momento de la expansi¨®n mundial del tango, y dice que entonces Buenos Aires ¡°era la capital de un pa¨ªs creciente, donde la pobreza era una cuesti¨®n de una generaci¨®n, a lo sumo¡±. En 1965 ya se ve su nostalgia al hablar de ¡°ese pa¨ªs que fuimos hasta hace poco¡±. 50 a?os despu¨¦s, la discusi¨®n es similar. Por eso Borges recomienda refugiarse en la m¨²sica. ¡°El tango nos da a todos un pasado imaginario, todos sentimos que, de un modo m¨¢gico, hemos muerto peleando en una esquina del suburbio¡±.
¡°Carancanfunca¡±, la prueba de que era un texto in¨¦dito
Bernardo Atxaga parece liberado despu¨¦s del largo periplo que acab¨® en libro. "Ya era hora de que se publicara. No soy nada fetichista ni buen investigador, pero me hac¨ªa ilusi¨®n haber descubierto algo in¨¦dito de Borges", cuenta. Desde 2002, cuando el actor Jose Manuel Goikoetxea, Goiko,amigo suyo, le pas¨® las cassettes casi inaudibles, las conferencias han sobrevidido de milagro al olvido.
Una palabra fue clave en todo el tortuoso proceso: "carancanfunca". Est¨¢ en uno de los tangos antiguos que tanto le gustaban a Borges, El Choclo. Y la cita en una conferencia. ¡°Me interes¨® mucho esa palabra. Cuando lo marqu¨¦ en el ordenador y me dio cero resultados, supe que ten¨ªa en casa el ¨²nico documento que exist¨ªa de las conferencias¡±, explica Atxaga. Borges la explica a su estilo. ¡°Recuerdo haberle preguntado a un amigo m¨ªo, Eduardo Avellaneda, qu¨¦ significaba carancanfunca y me dijo que carancanfunca significaba el estado de ¨¢nimo de un hombre que se siente carancanfunca. Luego, no s¨¦ si conoc¨ªa el adagio latino de que lo definido no debe entrar en la definici¨®n porque as¨ª todo puede definirse, ?no? Y entonces me dijo, bueno, con ganas de hacer barullo y romper faroles¡±.
Goiko hab¨ªa recibido las cassettes de un gallego que vivi¨® en Argentina, Manuel Rom¨¢n Rivas, que se las entreg¨® como agradecimiento por haberlo acogido en su casa en tiempos dif¨ªciles. Pero Atxaga no dio con nadie interesado en ellas y quedaron en un caj¨®n. Hasta que a?os despu¨¦s, en una conferencia en Oxford, se cruz¨® con Edwin Williamson, bi¨®grafo de Borges. ?l confirm¨® la existencia de esas conferencias, que todos cre¨ªan perdidas. ¡°Cuando se las mand¨¦ a Williamson se qued¨® de piedra¡±, recuerda Atxaga. Fue en 2012. Cuatro a?os despu¨¦s, todos pueden al fin leerlas.
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