El cuento de lo dif¨ªcil
Es una etiqueta que suele colocarse por motivos diametralmente opuestos: unos la usan para darse pisto; otros, para evitarse la molestia de pensar en algo
La semana pasada muri¨® Michel Butor y hace dos se cumpli¨® un a?o de la muerte de Rafael Chirbes. En ambos casos se invoc¨® una palabra que conviene manejar con pinzas: dif¨ªcil, como si leer un mon¨®logo en segunda persona (La modificaci¨®n) necesitase un m¨¢ster. Butor era el superviviente de la ¨²ltima vanguardia con ¨¢nimo de serlo ¡ªel nouveau roman¡ª, una corriente canonizada con el Nobel de 1985 a Claude Simon justo cuando el p¨¦ndulo literario empezaba a olvidarse de una de las grandes lecciones del siglo XX ¡ªla s¨ªntesis entre narrativa, poes¨ªa y ensayo¡ª y las novelas volv¨ªan a llenarse de marquesas a las cinco de la tarde y detectives a las cinco de la ma?ana. Los experimentos, con gaseosa. Chirbes, mientras, no dej¨® de disparar con fuego real, por eso algunos dicen que su estilo se fue complicando. Hay que decir que es falso. La complicaci¨®n de En la orilla o Crematorio¡ªdignamente domesticada para la televisi¨®n¡ª reside en el uso de varias voces que completan la historia desde diferentes puntos de vista. Seguirla no requiere m¨¢s que atenci¨®n y paciencia. M¨¢s dif¨ªcil era programar el v¨ªdeo.
Dif¨ªcil es una etiqueta que suele colocarse por motivos diametralmente opuestos: unos la usan para darse pisto; otros, para evitarse la molestia de pensar en algo. Los primeros son los que dicen de un novelista que es escritor para escritores (Thomas Bernhard) o de otro que es herm¨¦tico (Beckett), confundiendo relatos con latas de sardinas. Lo que quieren decirnos es que ellos, al contrario que usted, est¨¢n en la pomada. Cuando t¨² vas a C¨¦line, otro falso dif¨ªcil, yo vengo. Luego est¨¢n los que afirman que hay libros que se leen como una novela. Y lo afirman, me temo, como un elogio. Lo que quieren decir es que leerlos no necesita esfuerzo. Muy bien, no hace falta recrearse en el sacrificio. La vista desde la Torre Eiffel no cambia si subes en ascensor en lugar de hacerlo por las escaleras, pero en ocasiones lo de menos es el final del libro.
Sabemos que si una obra es demasiado imprevisible produce frustraci¨®n lo mismo que si es excesivamente previsible produce aburrimiento. Es lo que va de ciertas piezas de m¨²sica contempor¨¢nea a una canci¨®n de Melendi, pero lo que ha sido concebido por una mente humana puede ser descifrado por otra. Ya conocen la definici¨®n cl¨¢sica de Northrop Frye: una obra maestra es aquella cuya visi¨®n del mundo es m¨¢s amplia que la del mejor de sus lectores. A veces nos cuesta reconocer que no estamos entre los mejores, por eso despachamos un libro diciendo que es dif¨ªcil.
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