La elegancia de M Ward se impone en el Dcode
Eagles of Death Metal se llevan la mayor ovaci¨®n del festival. Tambi¨¦n destacan Bear¡¯s Den, Jimmy Eat Word y Bunbury
Existen especies extra?as y M Ward es una de ellas. A estas alturas del siglo XXI, en el que todo parece inventado en el mundo del rock, este compositor de Portland no se puede catalogar en ninguna especie musical determinada. Demasiado cl¨¢sico para lo indie, demasiado indie para los m¨¢s convencionales, M Ward muestra el perfil de un m¨²sico peculiar y exquisito, con una elegancia supina en todo lo que toca.
Con sonrisa torcida y gafas de sol, salt¨® a las 16.45 al escenario dos del festival Dcode, que se celebra en la Ciudad Universitaria de Madrid. Lo hizo a medio fuelle, como si fuera incapaz de imponerse al aplastante calor de la sofocante tarde. Era tarea ardua. Casi imposible, viendo como parec¨ªan derretirse los m¨¢s atrevidos que se acercaban a los escenarios en la primera tanda de conciertos del certamen. Pero consigui¨® sobreponerse, marcando una l¨ªnea ascendente desde que arranc¨® con una ap¨¢tica For Beginners. Fue un primer paso titubeante. M Ward y su banda cogieron r¨¢pidamente el tono y el cantante estadounidense despleg¨® ya todo un muestrario de virtudes en Confession, perteneciente a su ¨²ltimo ¨¢lbum More Rain, publicado este mismo a?o y que no alcanza el nivel primoroso de antecesores como A Wasteland Companion, Hold Time o Post-War.
Hay algo deliciosamente extra?o en su m¨²sica enso?adora. M Ward no tiene nada de crooner, en el concepto cl¨¢sico del t¨¦rmino, pero desprende un romanticismo personal¨ªsimo. Canta con un logrado abandono, con cierto recreo dulce en su lamento. Aupado por melod¨ªas fin¨ªsimas, el m¨²sico ofrece canciones redondas y elegantes, que sobre el escenario del Dcode sonaron m¨¢s sucias, algo m¨¢s desgarradas, bajo ese br¨ªo que le da ¨¦l mismo a la guitarra con pasajes el¨¦ctricos concisos y potentes y la fuerza instrumental que aporta un peso pesado de las cuerdas el¨¦ctricas como Scott McCaughey, que tambi¨¦n ha prestado sus servicios en R.E.M. Con su caracter¨ªstica gorra, aut¨¦ntica se?a de identidad de este portento mel¨®dico, McCaughey lidera los notables The Young Fresh Fellows, formaci¨®n de Seattle que se arrima al power-pop, pero tambi¨¦n se ha hecho fuerte en The Minus 5, otro grupo reivindicable para las maravillas mel¨®dicas.
El resultado fue un M Ward, al que tambi¨¦n se le conoce el interesante proyecto de She & Him con la cantante Zooey Deschanel, llevando su cancionero a un terreno m¨¢s rock, dejando por el camino su agradecida fragilidad pop. Es otra de las virtudes de su m¨²sica, que, sin caer en lo retro ni el mimetismo, destapa esencias del mejor pasado. En su caso, adem¨¢s de su cara casi de baladista, m¨¢s bien de confesor, algunas de sus mejores composiciones se asientan en el rock¡¯n¡¯roll de los cincuenta. As¨ª se comprob¨® con todas de la ley en Temptation, incluida en su ¨²ltimo disco. Especie extra?a la de M Ward, pero especie a proteger.
Algo parecido sucede con Bear¡¯s Den, un grupo de Londres que apuesta por un folk-rock contempor¨¢neo y que est¨¢ llamado a hacer algo grande como sus compatriotas Mumford & Sons, con los que suelen compartir cartel. Tocaron antes que M Ward y ya anticiparon que la tarde en el Dcode iba a estar protagonizada por la elegancia instrumental. Aunque contaban con un banjo haciendo filigranas, su sonido llegaba por momentos a una t¨ªmida ¨¦pica pop.
?picos fueron, sin duda, Jimmy Eat World, el grupo que desde Arizona se col¨® en los radiales estadounidenses a finales de los noventa con su propuesta de guitarras rozando el EMO. Fue con su aclamado disco Bleed American, en 2001, cuando su f¨®rmula de pildorazos guitarreros, simples e hinchados, alcanz¨® todo el m¨²sculo triunfante. En el festival madrile?o defendieron su propuesta con tablas y el carisma de su cantante Jim Adkins. Encaran las composiciones siempre en un punto alto, muy hiperestimulado todo. Pueden llegar a resultar cansinos en el concepto, pero cuando dan en la diana resultan explosivos. Sucedi¨® con la canci¨®n Bleed American, que son¨® contundente y despert¨® una gran ovaci¨®n.
Pero la mayor ovaci¨®n corri¨® a cargo de Eagles of Death Metal, que triunf¨® por todo lo alto tras tener que suspender el a?o pasado sus conciertos de Madrid y Barcelona por el schock del atentado terrorista en la sala Bataclan, en Par¨ªs, donde sufrieron en primera persona la violencia yihadista. Toda la banda es un show en s¨ª misma con ese look rompedor que se queda peque?o ante su rock may¨²sculo y vitaminado, que tanto bebi¨® desde sus comienzos a finales del siglo pasado de la escena de Los ?ngeles. Rug¨ªan salvajes las guitarras en esa l¨ªnea desert rock tan impactante mientras Jesse Hughes demostraba ser un frontman ingobernable y ¨²nico.
Otro frontman de talla es Bunbury, que ofreci¨® una actuaci¨®n directa al hueso donde repas¨® parte de su cancionero m¨¢s celebrado, como El extranjero y El club de los imposibles, pero se llev¨® al p¨²blico de calle cuando interpret¨®, arropado por un grupo m¨¢s que notable y contundente, canciones como Avalancha y Maldito duende, de su etapa en H¨¦roes del Silencio. El m¨²sico zaragozano ha recuperado temas de H¨¦roes de Silencio, cosa que no siempre es tan normal en sus giras en solitario. Ah¨ª, entonces, y fue evidente, jug¨® en casa.
Jugaban tambi¨¦n en casa Love of Lesbian, que antes que Bunbury saltaron al escenario del Dcode con el p¨²blico entregado. Tras un verano repleto de actuaciones en festivales, la banda ha encontrado el punto exacto de su directo, donde la celebraci¨®n propia de un evento social como un festival se combina sin fisuras con las reflexiones sentimentales de sus composiciones. Carla Morrison, toda una celebridad en M¨¦xico, sali¨® a cantar con ellos y estuvieron correctos sin lanzar cohetes. Aprovecharon al final de su actuaci¨®n para lanzar un mensaje de apoyo a Supersubmarina.
Eagles of Death Metal, reyes del ping pong
Que los Eagles of Death Metal son una banda medi¨¢tica no deber¨ªa ser por su desgraciada presencia en los tr¨¢gicos atentados de Par¨ªs del a?o pasado. Ellos, que ven¨ªan labr¨¢ndose una carrera s¨®lida con discos de rock duro desde que se formaron en 1998 en Palm Desert, en California, saben ganarse a la prensa con sus buenas dosis de humor, pol¨¦mica y aut¨¦ntica rock'n'roll life.
En el Dcode no solo el p¨²blico ped¨ªa otra con fervor ayer, sino tambi¨¦n hab¨ªa que ver c¨®mo engatusaron a los periodistas en la zona de prensa concediendo entrevistas a bombo y platillo mientras bromeaban con sus pintas de rockeros de vieja escuela. De hecho, llamaron la atenci¨®n de todos cuando se pusieron a jugar al ping pong con garbo y cachondeo. El carisma medi¨¢tico les sobra. Ning¨²n m¨²sico se hizo m¨¢s fotos que ellos, que posaban con gui?os y tatuajes. Algunos dijeron que Jesse Hughes y los suyos no se recuperar¨ªan del shock de Par¨ªs, pero lo han conseguido. Ayer lo comentaban: quer¨ªan pasarlo bien y conseguir que sus fans y cualquiera que se acercase a verlos por curiosidad saliese de su actuaci¨®n con ganas de procrear. "Fuck", dec¨ªa en ingl¨¦s duro Hughes. A la vista de los resultados, ayer muchos se fueron a casa con idea de ponerse a ello.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.