El mensajero de la revoluci¨®n rusa
El pol¨ªtico y escritor franc¨¦s narra en primera persona c¨®mo fue el nacimiento del r¨¦gimen sovi¨¦tico
Mi querido amigo, sigue reinando un orden perfecto en Petrogrado, acabo de o¨ªr un tiroteo a lo lejos, en direcci¨®n a las f¨¢bricas Put¨ªlov. Larga entrevista con Trotski, que cada vez insiste m¨¢s para que acuda cada noche a charlar con ¨¦l. Me recibe, dejando de lado todo lo dem¨¢s. Sigo siendo el ¨²nico lazo de uni¨®n entre el Gobierno revolucionario y los aliados.
Trotski parece cansado, nervioso, y lo reconoce. Desde el 20 de octubre, no ha vuelto a su casa. Su mujer, amable peque?a militante, lozana, vivaz, agraciada, me dec¨ªa que los inquilinos de su casa amenazan con matar a su marido. Nadie es profeta en su barrio, pero ?no es gracioso pensar que este dictador implacable, este maestro de todas las Rusias no se atreve a dormir en su casa por miedo a la escoba de su portera?
Trotski tiene dos hijos encantadores, dos chicos de diez y doce a?os, que a veces vienen a molestar a su pap¨¢ y le manifiestan una admiraci¨®n visiblemente compartida por el temible l¨ªder.
Cartas desde la revoluci¨®n Bolchevique
Jacques Sadoul viaj¨® a Rusia durante la I Guerra Mundial como integrante de una comisi¨®n francesa que buscaba el apoyo militar de Mosc¨². En 1917 decidi¨® colaborar con el r¨¦gimen sovi¨¦tico (m¨¢s tarde fundar¨ªa el Partido Comunista Franc¨¦s). Desde all¨ª escribi¨® cartas, publicadas en 1919, en las que muestra c¨®mo era la Rusia bolchevique y la diplomacia europea. Con motivo del pr¨®ximo centenario de aquella revoluci¨®n, Turner publica el 5 octubre esas misivas en espa?ol, ¡®Cartas desde la revoluci¨®n bolchevique¡¯.
??Acaso este ¡°monstruo¡± tiene sentimientos humanos!!
Rara vez sale de Smolny, pasa sus noches sin sue?o y efect¨²a un trabajo formidable. Asume m¨¢s o menos solo la direcci¨®n y gesti¨®n del Gobierno revolucionario con la colaboraci¨®n de Lenin. Este asiste a menudo a nuestras conversaciones. Entiende bien el franc¨¦s, pero lo habla peor que Trotski, as¨ª que interviene poco.
Corre el rumor en los c¨ªrculos bien informados de que ayer le lleg¨® a Trotski un telegrama cifrado con la respuesta de Alemania a las propuestas de paz de los bolcheviques. Por otra parte, los peri¨®dicos han publicado esta ma?ana una nota que parece oficial anunciando que el Gobierno revolucionario, en caso de que la respuesta de los aliados a la proclamaci¨®n por la paz no llegara antes del 10 de noviembre, se reservaba el derecho o bien de concluir un armisticio, o incluso de firmar una paz separada.
¡°Comprender¨¢ ¡ªme dice Trotski¡ª que no le puedo contar todo, pero nunca le he enga?ado ni le enga?ar¨¦. Le anunci¨¦ nuestra intenci¨®n de enviar una nota diplom¨¢tica a los diferentes Gobiernos. Todav¨ªa no la hemos enviado. Por tanto, no se cumplir¨¢ ning¨²n ultim¨¢tum cuando expire el 10 de noviembre. Tambi¨¦n le repito que hasta ahora no hemos recibido ninguna respuesta directa o indirecta de Alemania¡±.
Pero el Gobierno bolchevique ha recibido a trav¨¦s de Estocolmo telegramas de simpat¨ªa y promesas de acci¨®n de los minoritarios y mayoritarios alemanes y de todos los partidos socialistas austriacos.
Ning¨²n aliado ha dado se?ales de vida hasta ahora, menos los americanos y de forma muy oficiosa. Trotski me pregunta si no han querido tenderle una trampa. He aqu¨ª en qu¨¦ t¨¦rminos me ha contado esta extra?a propuesta: ¡°Si Rusia est¨¢ realmente fuera de combate ¡ªle ha dicho el enviado americano¡ª, si le es imposible retomar un combate efectivo sin arriesgarse a agravar mortalmente el estado an¨¢rquico interior, Estados Unidos no considerar¨¢ un acto inamistoso la firma de un armisticio ruso-alem¨¢n, a condici¨®n de que Rusia se comprometa, ante Estados Unidos, a no proporcionar ayuda de ning¨²n g¨¦nero y a no retomar las relaciones comerciales con los imperios centrales antes de que se concluya una paz general¡±.
Si esta propuesta ha sido efectuada, y lo creo, si es seria, y Trotski lo duda, prueba que los americanos realistas se resignan a esta penosa pero inmediata resoluci¨®n para bloquear el peligro de una paz bruscamente firmada con Alemania.
El estado de cosas es tal aqu¨ª, en efecto, que muchos suponen que, sin quererlo, el Gobierno ruso, sea cual sea, puede ser empujado muy r¨¢pidamente, bajo la presi¨®n popular, a una conclusi¨®n de este orden.
Trotski me afirma no haber contemplado nunca un armisticio sin la aceptaci¨®n previa por el enemigo de las bases de una paz democr¨¢tica y justa.
Pero ?cu¨¢nto tiempo esperar¨¢ el Gobierno revolucionario la respuesta de Alemania, que sin duda nunca llegar¨¢? Hasta el d¨ªa en que Alemania retome una actitud activa en el frente oriental, es decir, le hago observar a Trotski, cuando hayan terminado, con toda tranquilidad, gracias a la inacci¨®n rusa, las operaciones emprendidas en Occidente.
Trotski objeta que, actualmente, las tropas carecen de todo valor combativo. Solo un ataque alem¨¢n podr¨¢ hacer comprender al Ej¨¦rcito que, puesto que la discusi¨®n de los objetivos de guerra, claramente propuesta por Rusia, ha sido rechazada, las conquistas de la revoluci¨®n est¨¢n en peligro, y hay que defenderlas. Hasta ese momento, quiz¨¢ lejano, existir¨¢ pues un armisticio de hecho, pero aprovechar¨¢n este periodo para reorganizar el Ej¨¦rcito con las misiones aliadas, si ellas quieren.
He estado trabajando a Trotski en este sentido ?desde hace unos d¨ªas. El resultado se ha logrado. ?Trotski parece seguro de poder retener a las tropas en el frente todo el tiempo que ¨¦l quiera. Una vez m¨¢s, me habla de las numerosas delegaciones y de los innumerables despachos que proclaman la fe bolchevique de los soldados y su resoluci¨®n de emprender, si es necesario, la guerra revolucionaria contra el verdugo Guillermo II.
Me pregunto si Trotski no empieza a darse cuenta de que la paz inmediata implicar¨ªa la desmovilizaci¨®n sin preparaci¨®n de diez millones de hombres, lo cual afectar¨ªa profundamente al pa¨ªs y tambi¨¦n privar¨ªa al Gobierno revolucionario de los elementos que constituyen su fuerza esencial, los elementos militares.
En algunos puntos del frente, los alemanes les piden a los rusos que no olviden que les han permitido hacer la revoluci¨®n de febrero con toda tranquilidad. Como medida de reciprocidad, los rusos no deben atacar a los alemanes durante el invierno para que los trabajadores alemanes puedan preparar, ellos tambi¨¦n, un movimiento revolucionario.
Extracto de una carta fechada en Petrogrado (San Petersburgo) en noviembre de 1917 y dirigida al diputado franc¨¦s Albert Thomas.
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