La sombra a la vista
Lo que propone 'Elle' es una mirada a una nueva moral, levantada sobre la convicci¨®n de que todos somos, en mayor o menor medida, monstruos
ELLE
Direcci¨®n: Paul Verhoeven.
Int¨¦rpretes: Isabelle Huppert, Laurent Lafitte, Anne Consigny, Charles Berling.
G¨¦nero: comedia. Francia, 2016.
Duraci¨®n: 130 minutos.
Cuando los circuitos de exhibici¨®n se dejaban intoxicar por los vientos libertarios de la contracultura, una modesta pel¨ªcula holandesa marc¨® la diferencia con su desinhibida celebraci¨®n del cuerpo y su exploraci¨®n de los claroscuros del placer: era Delicias turcas (1973) de Paul Verhoeven. Nadie hubiese podido prever que ese cineasta acabar¨ªa integrado en la maquinaria de Hollywood sin comprometer su abrasiva identidad: Desaf¨ªo total (1990), Showgirls (1995) y Starship Troopers (1997) son perdurables testimonios de disfuncionalidad en el contexto del cine de consumo. La gran industria, no obstante, termin¨® por expulsar a ese cuerpo extra?o. Verhoeven podr¨ªa haber perdido mordiente con el paso de los a?os, pero su encuentro con una novela de Philippe Djian, autor que inspir¨® Betty Blue (1986) y El amor es un crimen perfecto (2013), ha dado como resultado una pel¨ªcula que es suma y psicoan¨¢lisis de toda su po¨¦tica: Elle supone la conquista de una cumbre expresiva, donde el gusto por la provocaci¨®n del holand¨¦s encuentra su manifestaci¨®n m¨¢s retorcida, serena y sutil.
Definir esta esquiva pel¨ªcula como un thriller y, t¨¢citamente, asociarla a Instinto b¨¢sico (1992) es hacerle un flaco favor a su naturaleza, porque si Elle se parece a algo es a las ceremonias de la transgresi¨®n que tramaron Bu?uel y Carri¨¨re: El discreto encanto de la burgues¨ªa (1972) y El fantasma de la libertad (1974) presiden el ¨¢rbol geneal¨®gico del que brota esta pel¨ªcula donde una mujer reacciona con perturbadora gelidez a su violaci¨®n y donde la sorprendente raza de un reci¨¦n nacido no lleva a su supuesto padre a sumar dos y dos.
Con unos personajes que parecen lucir sus respectivas sombras jungianas como quien lleva un broche de oro en la solapa, Elle habla de la gesti¨®n personal de la propia monstruosidad: una monstruosidad que, aparentemente, distingue a esa protagonista que proporciona a Isabelle Huppert uno de sus papeles de alto riesgo pero que, poco a poco, acaba definiendo a todos. No es casual que aparezca como tel¨®n de fondo la industria del videojuego, entendido como una tecnolog¨ªa al servicio de las pulsiones inconscientes. No era el prop¨®sito de Djian elaborar una s¨¢tira sobre la instituci¨®n familiar, ni moralizar. Tampoco es ese el prop¨®sito de Verhoeven. Lo que propone Elle es una mirada a una nueva moral, levantada sobre la convicci¨®n de que todos somos, en mayor o menor medida, monstruos. Porque deseamos. Y el deseo es un animal salvaje.
Babelia
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