Dur¨ªsima corrida para toreros heroicos
Toros de p¨¦simo estilo de Puerto de San Lorenzo protagonizan una tarde con cinco volteretas
La plaza, puesta en pie y a¨²n sobrecogida, despidi¨® a Curro D¨ªaz y Jos¨¦ Garrido con una sentida ovaci¨®n en se?al de admiraci¨®n, respeto y alivio. Sobre todo, alivio porque se acababa de celebrar uno de los festejos m¨¢s duros y violentos de los ¨²ltimos a?os, y los dos toreros se marcharon por su propio pie. Doloridos, eso s¨ª, pero vivos, que no es poco.
Los culpables fueron seis toros de Puerto de San Lorenzo, mansos, descastados, ¨¢speros, broncos y del peor estilo imaginable. Toros imposibles para el toreo moderno, que exig¨ªan lidiadores heroicos; toros peligros¨ªsimos, que reba?aron, buscaron, persiguieron y voltearon de manera aparatosa y espeluznante a los dos toreros. Toros, en fin, que llevaron la angustia a los tendidos, poco acostumbrados ya a que este espect¨¢culo puede ser brutal y pavoroso al tiempo que se puede convertir en un destello de sensibilidad art¨ªstica.
El drama se hizo presente en el tercer toro, que enganch¨® de fea manera a Curro D¨ªaz en la primera tanda de muletazos con la mano derecha tras un inicio de faena pre?ado de torer¨ªa. Tras levantarle los pies, lo lanz¨® contra la arena y, una vez all¨ª, lo atropell¨® con la fuerza de un tren y lo dej¨® desmadejado. Hizo de tripas coraz¨®n el torero, que ha cumplido ya 42 a?os, y volvi¨® a la cara de su oponente con renovados br¨ªos. Un par de buenos derechazos dibuj¨® antes de volar de nuevo por los aires en otro volteret¨®n de miedo.
Esa fue la raci¨®n de Curro, pero el destino le ten¨ªa preparada a Garrido una m¨¢s que desagradable sorpresa. Todo ocurri¨® en el toro cuarto: lo derrib¨®, primero, cuando trataba de pasarlo con zurda. Tras una labor afanosa y larga, monta el torero la espada y el animal acude al encuentro con la cara por las nubes y con la expresa intenci¨®n de arrollar a su lidiador. Y vaya si lo arroll¨®. Se lo quiso comer, y le propin¨® una paliza de las que solo se aguantan con veinte a?os. Se dispuso Garrido a repetir la experiencia, pinch¨® de nuevo, y el toro lo persigui¨® con sa?a mientras el torero corr¨ªa al refugio de las tablas, hasta que el diestro opt¨® por tirarse al suelo y el animal pas¨® por encima y los pisote¨® de mala manera. Tan dolorido qued¨® el matador que pas¨® a la enfermer¨ªa, donde le diagnosticaron una herida de diez cent¨ªmetros en el gl¨²teo izquierdo y contusiones m¨²ltiples. Con la mano derecha vendada sali¨® a matar al sexto y pas¨® un quinario para realizar la suerte suprema.
San Lorenzo/D¨ªaz y Garrido, mano a mano
Toros de Puerto de San Lorenzo, correctos de presentaci¨®n, mansos, descastados, broncos, duros, muy peligrosos y de p¨¦simo estilo.
Curro D¨ªaz: casi entera (palmas); cuatro pinchazos y un descabello (ovaci¨®n); pinchazo, estocada y dos descabellos (ovaci¨®n).
Jos¨¦ Garrido: estocada (silencio); _aviso_, dos pinchazos _2? aviso_. Curro D¨ªaz acab¨® con el toro de tres descabellos (ovaci¨®n); pinchazo, _aviso_ tres pinchazos, _2? aviso_ y un descabello (ovaci¨®n de despedida).
Plaza de Las Ventas. Segunda corrida de la Feria de Oto?o. 1 de octubre. Casi lleno.
Curro tambi¨¦n visit¨® a los m¨¦dicos, que comprobaron m¨²ltiples contusiones y le aconsejaron un estudio radiogr¨¢fico. El ¨²nico que tuvo suerte fue el sobresaliente, el franc¨¦s Jeremy Banti, que pasar¨ªa un mal ante el panorama que se le ven¨ªa encima.
Entre voltereta y voltereta, D¨ªaz y Garrido dejaron sobre el albero el sello de los h¨¦roes. Solo un valiente no presenta en ese mismo momento su dimisi¨®n irrevocable y se ausenta con viento fresco. Curro D¨ªaz, adem¨¢s, volvi¨® a demostrar que encierra un ba¨²l de torer¨ªa. Elegant¨ªsimo su inicio de faena por alto al primero, de cort¨ªsimo recorrido; un par de derechazos de categor¨ªa, dos naturales desmayados y un pase del desprecio le rob¨® al peligroso tercero, y un trincherazo de cartel dibuj¨® ante el huidizo quinto.
Garrido, por su parte, dijo que le sobran pundonor, arrojo y entrega, y que quiere ser torero grande. Lo intent¨® sin mucho lucimiento con el capote en sus tres toros; por estatuarios comenz¨® la faena al segundo y su valiente labor no cogi¨® vuelo a causa de la mala condici¨®n del toro; muy entregado se mostr¨® con el cuarto, que lo vapule¨® con severidad, y tuvo la osad¨ªa de salir de la enfermer¨ªa para lidiar al sexto, menos complicado, pero igualmente soso y descastado. Los subalternos Javier Valdeoro y Antonio Chac¨®n destacaron, por su parte, en el tercio de banderillas.
La ovaci¨®n de despedida fue de alivio, pero tambi¨¦n de admiraci¨®n y respeto hacia los dos toreros. Ambos salvaron con dignidad tan dif¨ªcil papeleta en Madrid.
Y un apunte: el toro de lidia tambi¨¦n puede ser tan deslucido y peligroso como los de Puerto de San Lorenzo. Asunto distinto es que el espectador ya solo est¨¦ acostumbrado al torete de dulce condici¨®n.
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