Gombrowicz permanece
¡®Kronos¡¯, reci¨¦n editado en Par¨ªs, es el diario in¨¦dito de un cl¨¢sico de la literatura del siglo XX
Obs¨¦rvese que el mundo se ha convertido en una opereta de Gombrowicz, llena de seres grotescos a lo Trump. Hay un espectacular triunfo de la necedad y de la peluca imposible. Y eso que, tras los a?os sesenta, fue dejando de existir aquella rancia cultura de modelo aristocr¨¢tico y ret¨®rica rom¨¢ntica que Gombrowicz tanto satirizaba. Pero ahora, en t¨¦rminos generales, hay una sociedad aun m¨¢s risible.
En medio de tanta apoteosis zombi, consuelan ciertas noticias: el pasado 21 de septiembre se public¨® en Par¨ªs Kronos, el diario in¨¦dito de Gombrowicz.
?No hab¨ªa escrito ya un Diario, todo un cl¨¢sico de la literatura de la segunda mitad del siglo pasado? S¨ª, pero Kronos es, en cierto modo, la cara B o, mejor dicho, lo secos y fr¨ªos ¡°bajos fondos" de aquella obra maestra.
Diario surgi¨® de la lectura del Journal de Gide, libro en el que Gombrowicz encontr¨® la Forma, pues no importaba all¨ª demasiado lo que se contara (¡°Sin tanto nombre ilustre, Gide perder¨ªa buena parte de sus clientes¡±) y s¨ª la huida de los t¨®picos del g¨¦nero (peque?os secretos ali?ados con pedantes reflexiones) y sobre todo esa poderosa subjetividad reafirm¨¢ndose a cada p¨¢gina a trav¨¦s de una personalidad inventada ¡ªun diarista¡ª que creaba su vida, sin desfigurar jam¨¢s la intimidad del autor. Un diarista que opinaba que el arte es cuesti¨®n de genio, y puro cultivo de la originalidad, de la individualidad.
Curiosamente, al tiempo que iniciaba en 1952 su Diario, se lanz¨® a una empresa paralela, aunque opuesta: Kronos, la desabrida y fr¨ªa anotaci¨®n en estilo telegr¨¢fico ¡ªexento de cualquier tentaci¨®n literaria¡ª de los sucesos de su vida. Kronos es la dura reducci¨®n de su biograf¨ªa a unos simples datos: una existencia entera es resumida en m¨¢s de un millar de anotaciones que pueden leerse casi de un soplo, aunque sean 381 p¨¢ginas. Kronos es una vida escrita en notas m¨ªnimas en las que las dualidades vida y muerte y obra y vida se vuelven obsesivas, aunque no por ello el diarista de la cara B cede a la tentaci¨®n de hacer literatura, todo lo contrario: razona como el sepulturero de Hamlet, alej¨¢ndose del discurso del pr¨ªncipe.
Como ha se?alado Fr¨¦d¨¦ric Verger en Nouvelle Revue Fran?aise, si el Diario ofrece la puesta en escena est¨¦tica, espiritual, distinguida de la vida, Kronos nos entrega la sucesi¨®n ca¨®tica de experiencias de la que ¨¦sta surge. Y concluye: ¡°Quien no es capaz de mirar cara a cara a lo trivial, no es digno de afrontar el combate del arte¡±. La frase nos recuerda que Gombrowicz consideraba fundamental en un escritor la "superioridad espiritual", pues no ve¨ªa posible una reconciliaci¨®n entre la Forma y lo humano, sino una tensi¨®n constante, dolorosa, extenuante, y la ¡°superioridad espiritual¡± s¨®lo pod¨ªa consistir en afrontar esa tensi¨®n. En Kronos, Gombrowicz aborda, de modo excepcional, esa tensi¨®n, y acabamos comprendiendo por qu¨¦ sospechamos que en realidad este autor nunca se fue. No es que est¨¦ ahora de vuelta, sino que estuvo siempre ah¨ª, es un autor absolutamente central de la literatura de nuestros d¨ªas.
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