Los acad¨¦micos y las acad¨¦micas discuten sobre sexismo ling¨¹¨ªstico
La forma de abordar la creciente tendencia pol¨ªtica y social a diferenciar masculino y femenino y prescindir de nombres gen¨¦ricos provoca un debate en la RAE
En los pasados Juegos Ol¨ªmpicos de Rio de Janeiro, Jorge Due?as, el entrenador de la selecci¨®n femenina espa?ola de balonmano, sorprend¨ªa al realizar sus declaraciones en televisi¨®n despu¨¦s de cualquier partido. A cada paso, con una voz varonil de a¨²pa, soltaba: ¡°Nosotras¡¡±. Se trataba de una situaci¨®n natural, aunque ling¨¹¨ªsticamente extra?a. En los ¨¢mbitos donde existe una mayor¨ªa preponderante de mujeres, ?conviene seguir utilizando el masculino?
Dentro de su contexto, Due?as y otros muchos entrenadores, ante sus chicas, se diluyen en un pronombre femenino. Es una de las cuestiones que desde hace a?os preocupa de una manera creciente en la Real Academia Espa?ola (RAE), donde las tendencias sociales y pol¨ªticas partidarias de eliminar lo que consideran un uso sexista del lenguaje ponen en jaque la estructura del idioma.
No es que quite el sue?o este caso espec¨ªfico, si no que en aras de una correcci¨®n pol¨ªtica o de apoyar a colectivos que dicen sentirse discriminados, se propongan usos de g¨¦nero diferenciados: compa?eros y compa?eras; candidatos y candidatas... La cuesti¨®n entre los acad¨¦micos es candente: ?deben entrar como instituci¨®n en una creciente tendencia p¨²blica alimentada por movimientos pol¨ªticos y sociales o deben mantenerse al margen?
Hace cuatro a?os, el ling¨¹ista y acad¨¦mico Ignacio Bosque public¨® un informe, firmado por todos los miembros de la RAE, titulado Sexismo ling¨¹¨ªstico y visibilidad de la mujer. Desde entonces, el debate no ha cesado. En la calle, en las instituciones y, dicen, en menor intensidad pero a veces con virulencia, dentro de la misma instituci¨®n. Un art¨ªculo firmado por el escritor y tambi¨¦n acad¨¦mico Arturo P¨¦rez-Reverte el 2 de octubre en su secci¨®n Patente de Corso, del XL Semanal, lo pon¨ªa de manifiesto e invitaba a no permanecer pasivos ante las peticiones ¡°de amparo ante unas normas que pueden obligar a los profesores, en clase, a utilizar el rid¨ªculo desdoblamiento de g¨¦nero¡±.
Le respondi¨® en una carta abierta un compa?ero de la instituci¨®n, el fil¨®logo Juan Gil, quien le dijo que la RAE no es ¡°el Constitucional¡± y no puede dar ¡°amparo a nadie¡±. ¡°La cuesti¨®n que se debate es pol¨ªtica, y la respuesta, si es que se le debe dar respuesta, debe ser asimismo pol¨ªtica¡±, a?ad¨ªa.
La econom¨ªa del lenguaje y los acuerdos de paz en Colombia
En tiempos que tienden a la s¨ªntesis, las tesis de la doble utilizaci¨®n de g¨¦nero a?ade otro problema. En opini¨®n de Pedro ?lvarez de Miranda, ¡°los desdobles van en contra de la econom¨ªa de lenguaje¡±. Para el catedr¨¢tico y lexic¨®grafo resultan agotadores. ¡°Otra cosa¡±, a?ade, ¡°es que, en ciertos ¨¢mbitos y contextos se realicen matices conscientes. Alg¨²n alumno m¨ªo me apuntaba que en su clase del colegio hab¨ªa profesores que, ante una mayor¨ªa de n¨²mero femenina en su aula, se dirig¨ªa a todos como: ¡®ni?as¡¡¯. Puede ser una soluci¨®n, aunque nunca impuesta¡±.
En Colombia, algunos profesores han hecho pruebas concretas sobre documentos bien calientes. Es el caso del profesor y fil¨®logo Rodrigo Galarza. Seg¨²n la revista Semana, ¨¦ste se dedic¨® a examinar las 297 p¨¢ginas del acuerdo de paz firmado entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC en La Habana y a eliminar todos los adjetivos tendentes a dejar patente un lenguaje incluyente. Despu¨¦s de prescindir de un buen n¨²mero de "guerrilleros y guerrilleras" a la par, el texto del acuerdo qued¨® en 204 p¨¢ginas, 93 menos.
El ejemplo colombiano resume perfectamente otra de las tesis de Ignacio Bosque. "Los partidarios de doblar el g¨¦nero lo son en situaciones muy formales. Son asuntos que se esgrimen en forma de banderas, el problema con eso es que no puedes andar con una bandera puesta por la calle todos los d¨ªas". Y el lenguaje supone un uso permanente y cotidiano que no cae en la cuenta de determinadas posturas, por muy buenas intenciones que lleven. En eso, se rige por una ley propia, tan l¨®gica como insondable.
Frente a quienes desean llevar la discusi¨®n al campo de la esfera p¨²blica est¨¢n los que se centran en un debate ling¨¹¨ªstico. Bosque insiste: ¡°Con el pasado informe quer¨ªamos dejar clara nuestra postura, pero sab¨ªamos perfectamente que no se resolver¨ªa el asunto. M¨¢s cuando algunos se empe?an en llevarlo al plano pol¨ªtico. Simplemente digo que, antes de pasar al mismo, antes de saber en qu¨¦ campos o situaciones se producen discursos sexistas frente a los que todos estamos en contra, por supuesto, hay que entrar en los detalles ling¨¹¨ªsticos¡±.
Para empezar, la estructura de las lenguas rom¨¢nicas. Todas utilizan el masculino plural como gen¨¦rico para ambos sexos. Por motivos at¨¢vicos, patriarcales, antropol¨®gicos¡ Los que se quieran esgrimir, pero as¨ª es. ?A qu¨¦ precio se puede cambiar ese uso que se ha convertido desde hace siglos en natural? A un precio pol¨ªtico, creen muchos de los que observan con preocupaci¨®n que se quiera revertir de una forma impuesta y un tanto artificial. ¡°Va a ser imposible. Si alguien intenta as¨ª forzar la lengua est¨¢ abocado al fracaso¡±, advierte Pedro ?lvarez de Miranda, miembro de la RAE, fil¨®logo, lexic¨®grafo y catedr¨¢tico de la Aut¨®noma de Madrid.
El debate dentro de la academia se centra en responder ante ciertas iniciativas p¨²blicas ¨Csobre todo una promovida por la Junta de Andaluc¨ªa en varios ¨¢mbitos¡ª enviando cartas de recomendaci¨®n o no ante determinadas propuestas. Pero entre sus miembros existen diferentes sensibilidades, dentro del consenso que supuso el informe elaborado por Bosque. Aunque no existan discrepancias dram¨¢ticas, apuntan, s¨ª se presentan matices.
Estructuras f¨®siles
La fil¨®loga In¨¦s Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez, la m¨¢s joven de los miembros de la instituci¨®n, los pone de manifiesto: ¡°Existen numerosos colectivos que consideran al masculino un modo no inclusivo. Entre ellos, algunos proponen soluciones que no coinciden con los usos cl¨¢sicos del espa?ol. Por ejemplo, utilizar un t¨¦rmino neutro como profesorado en vez de los profesores¡±. Y prosigue: ¡°Es dif¨ªcil. En las lenguas, una vez que una estructura se fosiliza no es f¨¢cilmente reversible. En ciertos contextos, yo no usar¨ªa la diferenciaci¨®n candidatos y candidatas, pero no por eso desde la RAE debemos censurarlo¡±.
In¨¦s Fern¨¢ndez-Ord¨®?ez se muestra partidaria de abrazar y no rechazar: ¡°Las estructuras ling¨¹¨ªsticas son heredadas y no se pueden cambiar por decreto. A dichos colectivos se les ha hecho ver que la estructura de nuestra lengua funciona as¨ª, pero proponen cambiarla y, es m¨¢s, lo practican. Deben ser respetados. La lengua supone cambio permanente y lo mismo que si antes no se pod¨ªa convivir fuera del matrimonio y hoy solo el 20% de la poblaci¨®n se casa, debemos mostrarnos abiertos¡±.
?Tantos como para que se abandone el masculino como uso gen¨¦rico? ¡°No ha pasado y no creo que vaya a pasar¡±, apunta la fil¨®loga. ¡°Pero, lo mismo que en los ¨²ltimos a?os, en pos del panhispanismo, desde la academia se han aceptado como v¨¢lidos usos de cada pa¨ªs de habla hispana, debemos permanecer atentos y abiertos a todo cambio¡±.
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