Ensayando con Pasqual
Hablo con Joan Sol¨¦, uno de los seis actores de la nueva Joven Compa?¨ªa del Lliure, elegidos de entre cuatrocientos aspirantes. Acaban de estrenar La quinta del biber¨®, formidable espect¨¢culo. Me interesa saber c¨®mo trabaja Llu¨ªs Pasqual. De las dos horas de conversaci¨®n entresaco frases y destellos para la columna. ¡°Ha sido un subid¨®n m¨¢ximo¡±, me cuenta. ¡°Pasqual es un regalo; una escuela completa concentrada en una sola persona. Hay muchos motivos para admirarle. El primero, su sentido del riesgo: pod¨ªa haber escogido a actores hechos y confi¨® en nosotros. Empezamos en junio. Un mes de lecturas con ¨¦l. Monta?as de textos sobre la mesa. Libros de historia, testimonios¡ Luego nos llev¨® a recorrer lo que fue el frente del Ebro. ?Sabes lo que m¨¢s me llam¨® la atenci¨®n? La dureza, la sequedad del territorio. Entendimos muy bien, por ejemplo, que los soldados no pudieran enterrar a sus compa?eros. Sensaciones que luego te van a servir. Si nos dol¨ªa caminar por aquellas rocas, imaginamos lo que hab¨ªa sido para ellos hacerlo con alpargatas gastadas¡±.
A la vuelta comenzaron a ensayar. Me sorprende un detalle: a la manera de un sargento mayor, Pasqual les rap¨® a todos al cero con una maquinilla el¨¦ctrica. ¡°?Inmersi¨®n pura! He trabajado con directores te¨®ricos. En ¨¦l todo es visceral. Lo vive todo con el actor. Se implica f¨ªsicamente y acaba agotado. Su respiraci¨®n es la de cada uno. Si el actor llora, ¨¦l llora. Tiene algo militar, porque es un gran estratega, lo controla todo, las luces, las emociones, los tempos. En su cabeza hay un mapa de lo que est¨¢ pasando en el escenario a cada momento, con una memoria enorme y una sensibilidad incre¨ªble. Todo pasa por su experiencia. El Lliure, el Mar¨ªa Guerrero, el Od¨¦on de Par¨ªs¡ innumerables funciones y ¨®peras. Y la vida. Toda la belleza y todo el dolor que le ha dado la vida¡±.
Le pregunto a Sol¨¦ por las demandas espec¨ªficas del director: ¡°Al principio nos marcaba mucho los tonos, pero a medida que avanz¨¢bamos nos dio alas para que los encontr¨¢semos. Nos ped¨ªa que las frases nunca sonaran escritas, que no hubiera recitado. Y para eso nos guiaba, nos hac¨ªa ver todo lo que faltaba en cada escena. Te preguntaba: ¡®?Aqu¨¦l d¨ªa llov¨ªa? ?C¨®mo era el bar, c¨®mo eran sus ojos?¡¯. Quer¨ªa que tuvi¨¦ramos siempre muy claras las im¨¢genes. Nos dec¨ªa: ¡®Lo imaginario siempre ha de ser concreto. Es lo que hueles, lo que percibes. Si vas a la vida real ser¨¢s infalible, la organicidad saldr¨¢ sola".
Estrenaron en Girona, pero Pasqual sigui¨® ensayando, puliendo, probando. ¡°Para que no se perdiera la escucha entre nosotros. Y para evitar la mecanizaci¨®n de tonos y de gestos. Nos dec¨ªa: ¡®Ahora vamos a hacerlo a toda velocidad. Ahora a esta distancia, ¨ªntimo¡¯. Siempre busca los puntos altos de la emoci¨®n. Si la emoci¨®n no sube, Pasqual no la fuerza. Trata de encontrar la causa, pero conf¨ªa en el instinto del actor. Y allanar el camino. ?l habla de las 'piedrecitas', lo que impide la fluidez. A veces, al hacerlo r¨¢pido, detectas el bloqueo. O cuando no est¨¢ claro el paso de un pensamiento al siguiente, porque la piedra viene de m¨¢s atr¨¢s y frena el recorrido. Hablando de piedras, tiene una frase muy buena: ¡®Trabajar el texto es como picar piedra para que se convierta en agua".
Babelia
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