Espadas y mentiras
Carlos Hip¨®lito y Natalia Mill¨¢n protagonizan en Madrid 'La mentira', de Florian Zeller. En Barcelona, Dagoll Dagom presenta 'Scaramouche', de Bozzo y Guinovart
1 Alicia (Natalia Mill¨¢n) cree haber visto a Miguel (Armando del R¨ªo) enga?ando a su esposa, Laura (Mapi Sagaseta), y quiere revelarlo porque no soporta los enga?os. Pablo (Carlos Hip¨®lito) se opone rotundamente para no romper la relaci¨®n de sus amigos. La mentira, que se representa en el Maravillas con ¨¦xito, es un juguete c¨®mico de trasfondo amargo en torno a la vieja noci¨®n de que la mentira es un elemento esencial para la convivencia, tema que su autor, Florian Zeller, ya hab¨ªa abordado con mayor fuste en La verdad, montada por Flotats har¨¢ cuatro a?os en el Alc¨¢zar/Cofidis. Su nueva entrega sigue recordando una mixtura entre Rohmer y Guitry: arranca a toda velocidad, las r¨¦plicas son brillantes, pero a la tercera escena comienza a mostrar su mec¨¢nica y a marear en exceso la perdiz. La situaci¨®n gira y gira sobre s¨ª misma en torno a una ¨²nica pregunta (?qui¨¦n miente?), con quiebros algo previsibles y, para m¨ª lo mas interesante, el gancho del juego perverso que parece aflorar entre Pablo y Alicia. Uno est¨¢ acostumbrado a que el boulevard franc¨¦s tenga cierto grado de artificio, pero La mentira quiz¨¢s riza demasiado el rizo, y su final tiene un pie en la marruller¨ªa pura y simple. Me gustar¨ªa pensar que en una obra con el enga?o como eje, Zeller decidi¨® entrar como tah¨²r en la partida y escamotear una carta bajo la manga, aunque mejor habr¨ªa sido, desde luego, buscar una resoluci¨®n m¨¢s satisfactoria: dejarla, por ejemplo, en simple subtexto, no demasiado dif¨ªcil de pillar sumando dos y dos.
Dec¨ªa la semana pasada que, pese a mis reticencias hacia el texto, recomiendo la funci¨®n. Por las interpretaciones, por la fluid¨ªsima versi¨®n de David Serrano, y porque Claudio Tolcachir no afloja ni un instante la m¨¢quina del ritmo, aunque tal vez esa peliaguda ¨²ltima escena pod¨ªa haberse montado de otra manera. Un poco apretada ¡ªel escenario del Maravillas no da mucho de s¨ª¡ª la escenograf¨ªa de Elisa Sanz.
Dec¨ªa tambi¨¦n que Carlos Hip¨®lito vuelve a dar una clase magistral de interpretaci¨®n, de naturalidad, de saber colocar los matices m¨¢s sutiles, y que la danza con la el¨¦ctrica Natalia Mill¨¢n es un portento: no es cosa f¨¢cil averiguar qui¨¦n de los dos personajes lleva a qui¨¦n. Armando del R¨ªo y Mapi Sagaseta est¨¢n impecables en sus papeles; l¨¢stima que Zeller (esa es otra pega) le haya escrito tan poco papel a Laura.
La obra en el Maravillas es un juguete c¨®mico de trasfondo amargo sobre un tema que su autor ya hab¨ªa abordado con mayor fuste
Lo que m¨¢s me gusta es que Hip¨®lito y Mill¨¢n nunca buscan la risa: no dejan hueco para la carcajada, por as¨ª decirlo. Y tampoco esconden los perfiles sombr¨ªos. Natalia Mill¨¢n no intenta hacer ¡°simp¨¢tica¡± a Alicia, e Hip¨®lito deja que veamos la parte torturada, celosa y obsesiva de Pablo. Es un actor esencialmente luminoso, pero siempre que hace comedia busca, sabiamente, los personajes con un dolor oculto: ya lo hizo en El m¨¦todo Gronholm y El cr¨¦dito, y vuelve a hacerlo aqu¨ª.
2 Scaramouche, el nuevo musical de Dagoll Dagom en el Vict¨°ria barcelon¨¦s, me ha parecido ambicioso, de notable producci¨®n, con muy buen reparto y equipo, pero de ritmo desigual. La escenograf¨ªa de Alfons Flores es lujosa y con empaque; bello y rebosante de color el vestuario de Montse Amen¨®s; cuidad¨ªsimas las luces de Albert Faura.
El libro, firmado por Joan Llu¨ªs Bozzo, que tambi¨¦n dirige el espect¨¢culo y firma buena parte de las canciones (completadas por David Pint¨® y Joan Vives), es una adaptaci¨®n libre e ingeniosa de la novela de Sabatini, con hallazgos (el juego de Ren¨¦ y Louis, los dos gemelos) o nuevos y poderosos personajes, como la arist¨®crata Olympia o Camilla, la actriz criolla. El relato fluye cuando se narra por medio de la acci¨®n y el canto, pero el ritmo se dilata y fatiga, falto de br¨ªo, cuando predomina la molesta tendencia a contar lo que se acaba de cantar (y viceversa), o se detiene para que los protagonistas remachen sus mensajes reivindicativos. La l¨®gica voluntad de hacerse con un p¨²blico amplio, esencialmente familiar, lleva, a mi entender, a una cierta infantilizaci¨®n de la trama, con buen¨ªsimos y mal¨ªsimos. Hay escenas que se deslizan hacia el reblandecimiento, como el (largo) n¨²mero de la mosca a cargo de los c¨®micos ambulantes. Funcionan muy bien, por el contrario, los elementos rom¨¢nticos, el humor, y sobre todo los combates a espada montados por el maestro de armas Jes¨²s Esperanza: estupendos, entre muchos, el enfrentamiento entre Olympia y el Marqu¨¦s, o el duelo final en la ?pera Bufa. Scaramouche y el Marqu¨¦s no saltan por los palcos, como Stewart Granger y Mel Ferrer en la pel¨ªcula de George Sidney, pero su empe?o es considerable, aunque quiz¨¢s no acaba de temblar en el aire la necesaria sensaci¨®n de peligro.
En el amplio elenco predominan el atractivo, la planta, la potencia vocal, la claridad y los matices. Destacar¨¦, como no, el Scaramouche dual de Toni Vi?als; la delicada y valiente Olympia de Ana San Mart¨ªn; la resplandeciente Camilla de Mireia Mambo; el Marqu¨¦s que sirve con mucha zumba Iv¨¢n Labanda; el Bartolo, muy a lo Topol, de Jordi Coromina, o la nitidez de trazo, como actriz y cantante, de Clara Moraleda en el rol de Fanny. Frank Capdet ha de pechar con el esquematismo del abate Coullardin, un personaje por debajo de sus m¨¦ritos.
La partitura de Albert Guinovart es elegante y equilibrada, pero, para mi gusto, sin ninguna canci¨®n enteramente memorable. No soy el m¨¢s indicado para juzgar los pasajes ¨¦picos: me producen urticaria desde que Les Miser¨¤bles abrieron esa espita. Yo me quedar¨ªa con La revoluci¨® italiana, muy bien servida por Mireia Mambo, alternando ecos de cupl¨¦ con trasluz de Josephine Baker, y la sard¨®nica canci¨®n sobre los c¨®micos a cargo de Jordi Coromina. Hay que aplaudir, asimismo, la formidable orquesta de veinte profesores, dirigida por Joan Vives, con un di¨¢fano sonido a cargo de Roc Mateu. El ¨¦xito parece cantado.
La mentira, de Florian Zeller. Teatro Maravillas (Madrid). Director: Claudio Tolcachir. Int¨¦rpretes: Carlos Hip¨®lito, Natalia Mill¨¢n, Armando del R¨ªo, Mapi Sagaseta.
Scaramouche: el musical, de Joan Llu¨ªs Bozzo y Albert Guinovart. Teatro Vict¨°ria (Barcelona). Director: Joan Llu¨ªs Bozzo. Int¨¦rpretes: Toni Vi?als, Ana San Mart¨ªn, Mireia Mambo, Ivan Labanda (entre otros). Ambas funciones sin fecha de salida.
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