Un misterio de Cercan¨ªas
La novelista Paula Hawkins propon¨ªa un cansino juego a tres voces orientado a enmascarar una intriga rutinaria, en la pantalla todo sigue igual
Algunos fen¨®menos editoriales se revelan s¨ªntoma de la neurosis en la que vive un mercado del libro empe?ado en encontrar la inmediata r¨¦plica a uno de sus golpes de suerte. No puede explicarse de otro modo que, tanto en discursos promocionales como cr¨ªticos, una novela de la discutible naturaleza de La chica del tren de Paula Hawkins se asociase con insistencia a un trabajo tan distinto como Perdida de Gillian Flynn, inspiradora de la pel¨ªcula hom¨®nima de David Fincher. Donde Flynn desplegaba un endiablado control del oficio, a trav¨¦s de una construcci¨®n narrativa astutamente manipuladora y una fina mirada sat¨ªrica a las ¨²ltimas mutaciones de la guerra de sexos, Hawkins propon¨ªa un cansino juego a tres voces orientado a enmascarar una intriga rutinaria. Periodista especializada en finanzas y autora de novelas rom¨¢nticas antes de reinventarse como escritora de esta fr¨¢gil novela policial, Hawkins no parece consciente de hasta qu¨¦ punto su propuesta est¨¢ condicionada por una mirada mis¨®gina a su pesar: los personajes que alternan su voz en la construcci¨®n del relato, con forzados saltos temporales ¨Cotro punto de contraste con la meditada arquitectura de Perdida-, no son m¨¢s que otros tantos clich¨¦s a la espera de que un concienzudo trabajo de elaboraci¨®n psicol¨®gica los redima: la divorciada alcoh¨®lica, la adicta a la infidelidad, la fastidiosa supermadre.
LA CHICA DEL TREN
Direcci¨®n: Tate Taylor.
Int¨¦rpretes: Emily Blunt, Haley Bennett, Rebecca Ferguson, Justin Theroux.
G¨¦nero: thriller. Estados Unidos, 2016
Duraci¨®n: 112 minutos.
En su rauda adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica ¨Cel best seller no lleva ni dos a?os en las librer¨ªas: la velocidad en el trasvase de medios es otro preocupante signo de los tiempos-, tanto el director Tate Taylor, responsable de Criadas y se?oras (2011), como la guionista Erin Cressida Wilson, distinguida con una cierta debilidad por lo refinadamente perverso ¨CSecretary (2002), Retrato de una obsesi¨®n (2006), Chloe (2009)- parecen tomarse la labor como un mero tr¨¢mite. Hab¨ªa en la novela una idea con potencial cinematogr¨¢fico ¨Cla mirada mit¨®mana y fabuladora de la protagonista dirigida a las vidas que contempla desde la ventanilla del tren-, pero el cineasta no parece detectar en ella el est¨ªmulo para una imaginativa soluci¨®n de estilo. Solo la actriz Emily Blunt, lidiando con un personaje desajustado a su imagen, parece estar jug¨¢ndose algo.
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