Cinco lecciones para la ciudad del futuro
Las urbes acoger¨¢n a 2.000 millones de personas m¨¢s en 2036. El premio Pritzker 2016 ofrece una gu¨ªa para afrontar el desaf¨ªo
La semana pasada en Quito (Ecuador) unas 45.000 personas se dieron cita en UN Habitat III, la cumbre global en la que cada 20 a?os se fija la agenda urbana del planeta. ?Por qu¨¦ tendr¨ªa que importarnos? Porque en las pr¨®ximas dos d¨¦cadas m¨¢s de dos mil millones de personas se mover¨¢n hacia las ciudades, lo que en principio son buenas noticias; las ciudades ofrecen m¨¢s oportunidades tanto a los pobres como a la clase media y las ¨¦lites.
Pero hay un problema: la amenaza de lo que en ingl¨¦s llamamos las 3S: la escala (scale), velocidad (speed) y escasez de recursos (scarcity) con la que deberemos responder a la urbanizaci¨®n no tiene precedentes en la historia de la humanidad. De los 3.000 millones de personas que viven hoy en ciudades, 1.000 millones est¨¢n bajo el umbral de la pobreza; de los 5.000 millones que habr¨¢ en las pr¨®ximas d¨¦cadas, 2.000 millones estar¨¢n en esa situaci¨®n. Eso significa que deber¨ªamos construir una ciudad de un mill¨®n de habitantes por semana con 10.000 d¨®lares por familia. Si no resolvemos esta ecuaci¨®n, vivir¨¢n en condiciones inaceptables, la inequidad ser¨¢ una realidad y el resentimiento y la rabia se instalar¨¢n como una bomba de tiempo social en las periferias urbanas.
Y, adem¨¢s, si por alguna feliz circunstancia encontr¨¢ramos la forma de construir esa ciudad de un mill¨®n de habitantes, nos enfrentar¨ªamos a una crisis ambiental y de seguridad de grandes proporciones. Seg¨²n el Departamento de Defensa norteamericano, los pr¨®ximos conflictos, guerras y amenazas terroristas van a ser gatillados por el cambio clim¨¢tico (hay por ejemplo una correlaci¨®n entre las zonas de conflicto b¨¦lico y el mapa de sequ¨ªa y escasez de agua en el mundo).
Esta encrucijada es la que se debati¨® en Quito. Afortunadamente, la convocatoria hecha por Joan Clos, director ejecutivo de UN Habitat, ha ordenado el debate en una direcci¨®n esperanzadora: necesitamos invertir la manera de ver la relaci¨®n entre buenas ciudades y desarrollo. Su desaf¨ªo es convencer a alcaldes, expertos y ministros de Finanzas y Econom¨ªa que buenas ciudades pueden ser el detonante de la creaci¨®n de valor y no el resultado pasivo del crecimiento econ¨®mico.
Lecci¨®n 1. Buenas ciudades pueden ser la causa y no la consecuencia del desarrollo.
Para que esto ocurra, se debe seguir una triple aproximaci¨®n: un buen Estado de derecho, un buen plan de financiamiento y un buen dise?o. Imaginemos al alcalde de Ciudad X, en un pa¨ªs pobre que desde su oficina ve c¨®mo los asentamientos informales se multiplican a una velocidad vertiginosa. Las chabolas no tienen derechos de propiedad claros, por tanto, no pueden tener una vida paralela como capital (como plantea Hernando de Soto). Est¨¢n financiadas, adem¨¢s, por una sola fuente: las familias. Tampoco tienen acceso a servicios sanitarios b¨¢sicos. No hay creaci¨®n de valor; s¨®lo gasto. En un asentamiento informal, la proporci¨®n entre espacio p¨²blico y espacio privado es inferior a 1:10. La evidencia muestra que s¨®lo cuando tal relaci¨®n es cercana a 1:1 se puede esperar aumento de valor, siendo Manhattan la prueba arquet¨ªpica. S¨®lo en casos as¨ª, cada acci¨®n individual aporta valor al bien com¨²n.
Lecci¨®n 2. El recurso m¨¢s escaso no es el dinero, sino la coordinaci¨®n.
Sin embargo, hay un aspecto positivo en la informalidad. Dado que no hay regulaci¨®n, en el espacio urbano se mezclan usos residenciales, con comercio, talleres productivos y servicios.
Lecci¨®n 3. M¨¢s que densidad, lo deseable es una cierta ¡°intensidad¡±.
Nuestro alcalde se dir¨¢: me gustar¨ªa hacer algo, pero ?qu¨¦ hacer con un presupuesto de seis d¨®lares por habitante al a?o? Lo m¨¢s probable es que se vea obligado a transformar suelo agr¨ªcola en urbano ¡ªaumentando a¨²n m¨¢s la periferia sin servicios¡ª y que dedique la menor ¨¢rea posible a espacio p¨²blico para resolver la enorme demanda de vivienda. Si bien tanto el derecho de propiedad como el acceso a saneamiento b¨¢sico quedar¨¢n garantizados, la fuente de financiaci¨®n ¨²nica, la estatal, no ser¨¢ capaz de entregar viviendas est¨¢ndar de clase media. Por otro lado, las regulaciones t¨ªpicas de segregaci¨®n de usos generar¨¢n una zona de baja intensidad urbana.
Es probable entonces que un desarrollador inmobiliario se acerque a ese alcalde y le proponga hacerse cargo. Solicitar¨¢, digamos, 20 hect¨¢reas de terreno. El alcalde, anticipando algunos ingresos para las arcas municipales y viendo, adem¨¢s, la oportunidad de deshacerse de un problema, aceptar¨¢ con la condici¨®n de que asuma 40. Los resultados no ser¨¢n tan distintos a los de la operaci¨®n estatal: los derechos de propiedad y el saneamiento estar¨¢n garantizados, la zonificaci¨®n llevar¨¢ a una baja intensidad urbana y el plan de financiamiento, al tener una sola fuente, har¨¢ imposible entregar a cada familia una vivienda de tipo residencial de clase media. El inmobiliario buscar¨¢ maximizar el beneficio en el menor plazo posible, pero buscar¨¢ ocultar su mezquindad por medio del dise?o: las calles se curvar¨¢n para ¡°animar¡± el barrio y se llamar¨¢ a un arquitecto para aportar color a las casas. Dado el tama?o de las unidades, la autoconstrucci¨®n, que llegar¨¢ a un 50% de ¨¢rea total, har¨¢ desaparecer al poco tal ¡°aporte¡± est¨¦tico.
?Qu¨¦ hacer entonces? Ser¨ªa deseable que UN Habitat III aportara algunas ideas: por ejemplo, asociar al Estado y al mercado, tal que el plan de financiamiento contara con dos fuentes. En vez de entregar las 20 hect¨¢reas de tierra como paquete cerrado, el alcalde podr¨ªa dejar unas reservas de espacio p¨²blico como si se tratara de ¡°corredores c¨ªvicos¡±. Los lotes resultantes los podr¨ªa abordar el privado siguiendo incluso la l¨®gica convencional. Tendr¨¢ una intensidad urbana baja y mucha autoconstrucci¨®n, pero la mayor proporci¨®n de espacio p¨²blico podr¨ªa sumar valor en el futuro.
Lecci¨®n 4. M¨¢s importante que lo que construyamos va a ser lo que no construyamos.
La verdadera innovaci¨®n ocurrir¨ªa si tanto el Estado como el mercado unieran fuerzas con los recursos de las propias personas. El punto de partida ser¨ªan tambi¨¦n reservas de espacio p¨²blico donde el mercado opere de manera convencional. Al desarrollador, eso s¨ª, se le deber¨¢ pedir que deje un 50% del espacio sin construir. Un sistema abierto, ¡°poroso¡±, ser¨ªa la manera de canalizar la iniciativa individual y los recursos de cada familia. Los derechos de propiedad estar¨ªan garantizados y resultar¨ªa una zona de mayor intensidad. Al haber tres fuentes de financiamiento y dos de ellas dedicadas exclusivamente al espacio privado, el alcance de la operaci¨®n residencial al menos se duplicar¨ªa. Y se alcanzar¨ªa el est¨¢ndar de clase media gracias y no a pesar del dise?o.
La amenaza es la escala, velocidad y escasez de recursos con la que deberemos responder a una urbanizaci¨®n sin precedentes
Lecci¨®n 5. La autoconstrucci¨®n es parte de la soluci¨®n, no del problema.
Ser¨¢ interesante ver en 2036, en UN Habitat IV, si los pol¨ªticos habr¨¢n entendido que las buenas ciudades pueden ser la fuente y no la consecuencia del desarrollo, si el mundo inmobiliario y el capital privado habr¨¢n entendido que en un buen negocio en el sentido amplio de la palabra se debe pasar de los dos d¨ªgitos a un d¨ªgito de retorno de la inversi¨®n, y si habremos sido capaces de movernos de las 3P (public-private-partnership) a las 4P (public-private-people-partnership).
Alejandro Aravena es premio Pritzker 2016 y comisario de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016.
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