Un S¨ªsifo permanente
?¡®Babelia¡¯ ha ayudado a obtener un canon en el mundo de los libros, del arte, del cine, del teatro o de la m¨²sica, o ha generado m¨¢s confusi¨®n?
Uno mira hacia atr¨¢s con el tope del cuarto de siglo y piensa en el esfuerzo incesante que ha supuesto recrear una y otra vez una revista cultural como Babelia en tiempo de cambios vertiginosos entre los que, por ejemplo, figura algo tan central como que cuando naci¨® no exist¨ªa entre nosotros Internet. Recuerdo a sus responsables empujando informaci¨®n cultural hacia la cima de la monta?a s¨®lo para que volviese a caer hasta el valle, desde donde la recog¨ªan y la empujaban de nuevo hacia la cumbre y as¨ª durante 25 a?os. El mito de un S¨ªsifo permanente. Esto es un peri¨®dico. A veces, en lo m¨¢s alto; otras, a ras de suelo.
Cuando se aventura un balance de lo transcurrido ha de hacerse en relaci¨®n con las expectativas puestas en el proyecto. Cuando naci¨® Babelia qued¨® por escrito lo que se pretend¨ªa: ¡°Actuar a contracorriente y hacer cultura en el sentido m¨¢s amplio¡±, ¡°estamos en tiempo de confusi¨®n ideol¨®gica y la obligaci¨®n de un peri¨®dico como EL PA?S es contribuir al rescate del pensamiento¡±. ?Se ha conseguido? Cada uno de sus lectores tiene derecho a ponerle una nota en relaci¨®n con estos objetivos. La m¨ªa siempre ha intentado tener en cuenta aquello que dijo en cierta ocasi¨®n Camus, invitado a hacer balance de los logros y fracasos de su experiencia en Combat, el peri¨®dico que dirigi¨®. Camus respondi¨®: ¡°?Al menos, no mentimos!¡±. Su bi¨®grafo, Jean Daniel, desarrolla esta idea: ¡°No me parece indiferente que hablara de su voluntad de combatir la mentira m¨¢s que de su ¨¦xito en alcanzar la verdad. La mentira es m¨¢s f¨¢cil de definir que la verdad, pues se trata de una relaci¨®n con ella y no de su negaci¨®n absoluta, mientras que las verdades son numerosas; ya lo sabemos, cada cual tiene la suya. Se puede estar en la mentira por omisi¨®n, por ocultaci¨®n, por deformaci¨®n de la realidad (¡). Enga?ar, falsificar, manipular, disfrazar una realidad com¨²n a una sociedad¡±.
Los lectores de EL PA?S y de Babelia ¡ªque se pueden considerar una especie de n¨²cleo duro del primero¡ª han se?alado constantemente una doble alma del peri¨®dico: de mucha calidad y bien escrito, y una identificaci¨®n gen¨¦rica con la cultura y los valores de la socialdemocracia. Cada vez que el diario se alejaba de estas se?as de identidad, S¨ªsifo hab¨ªa de empezar a empujar otra vez.
Hace cinco a?os, cuando se cumplieron 20 de Babelia, sus responsables me pidieron un art¨ªculo parecido a ¨¦ste. Record¨¦ con orgullo que la revista cultural fue un reto de 32 p¨¢ginas semanales en un momento en que cerraban las hom¨®logas de otros peri¨®dicos internacionales (una subida del precio del papel cambiaba decisivamente la cuenta de resultados) e hice una serie de preguntas que siguen siendo igual de actuales durante este cuarto de siglo.?Babelia ha ayudado a obtener un canon objetivo en el mundo de los libros, del arte, del cine, del teatro, o de la m¨²sica, o ha generado m¨¢s confusi¨®n?, ?ha proporcionado orientaci¨®n al lector separando el grano de la paja; ha filtrado, valorado, jerarquizado desde un punto de vista profesional?, ?se ha ampliado el c¨ªrculo de lectores por la calidad del producto ofrecido u obtiene un rechazo creciente?, ?qu¨¦ grado de influencia tiene Babelia como prescriptora honrada de la cultura?
Se repasa la lista de personas de la cultura que acudieron a su presentaci¨®n el 17 de octubre de 1991 en la sala Teatriz de Madrid y destacan dos aspectos: la gran cantidad de amigos desaparecidos ya, y que estaba todo el mundo de la cultura. Todos quer¨ªan escribir ah¨ª, en el nuevo recipiente. En aquel acto se reivindic¨® el primer art¨ªculo de la revista, contra el papanatismo cultural, de Milan Kundera. ?Se han cumplido aquellas se?as de identidad?
Joaqu¨ªn Estefan¨ªa fue director de EL PA?S entre 1988 y 1993. En ese periodo apareci¨® ¡®Babelia¡¯ como revista cultural del peri¨®dico.
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